Hazte rico
L¨¢stima de calendario: si hubiera ocurrido despu¨¦s del segundo triunfo del PP, ning¨²n clamor se habr¨ªa levantado. Al fin y a la postre, de eso se trataba, de ocupar todo el poder en las grandes empresas privatizadas para construir desde sus presidencias una posici¨®n invulnerable; de crear una nueva clase s¨®lidamente asentada en la direcci¨®n de empresas que disfrutan de una situaci¨®n de monopolio o de oligopolio en sectores estrat¨¦gicos: petr¨®leo, electricidad, comunicaciones, tabaco, banca. Nombrados presidentes antes del arrebato privatizador que sacudi¨® a los dirigentes del PP a las pocas semanas de ser gobierno, todos ellos han permanecido en sus puestos, con un poder acrecentado, tras culminar la ¨²ltima gran desamortizaci¨®n de la propiedad p¨²blica.Poder acrecentado sobre todo en Telef¨®nica, por la manera de su ejercicio, mitad antiguo r¨¦gimen mitad posmoderno, y por su limitada capacidad de penetraci¨®n en un sector que todos los Gobiernos cultivan, los medios de comunicaci¨®n. En ning¨²n r¨¦gimen constitucional espa?ol ha disfrutado ning¨²n Gobierno de tanto poder en los medios como ¨¦ste del PP. Peri¨®dicos de gran tirada que sigan al pie de la letra las consignas gubernativas, abriendo y cerrando campa?as, magnificando o silenciando noticias seg¨²n al Gobierno convenga, nunca han existido tantos como ahora; nunca tantas emisoras de radio y televisi¨®n se han plegado complacientes al servicio de tan pocos. Ha sido un trabajo perfecto, desarrollado ante una opini¨®n p¨²blica que hab¨ªa agotado su capacidad de asombro.
Unas empresas que dominan sectores estrat¨¦gicos, una nueva clase empresarial consolidada, una singular penetraci¨®n en los medios de comunicaci¨®n: todo iba a pedir de boca cuando el mejor amigo del presidente del Gobierno anuncia que cien directivos de Telef¨®nica han incrementado en cantidades, no ya exhorbitantes, sino astron¨®micas, su patrimonio mientras otros cuantos magos de las finanzas lograban triplicar el valor de sus acciones en una empresa filial. Es, claro est¨¢, un esc¨¢ndalo, en la acepci¨®n literal del t¨¦rmino, un alboroto, una sensaci¨®n, pero tambi¨¦n en la moral: a la gente normal, la que alcanza a guardar unas ahorrillos y confiarlos a un fondo de inversi¨®n, le ha dado un pasmo al saber que por el solo hecho de ser directivo de empresa pueda alguien embolsarse en un santiam¨¦n unos cuantos miles de millones de pesetas.
Pero, hombre de Dios, a qui¨¦n se le ocurre sacar a la luz estas cosas en v¨ªsperas electorales, reconviene al presidente de Telef¨®nica su amigo el director de El Mundo, haci¨¦ndose eco de la llamada al orden natural de las cosas lanzada por el presidente Aznar -cuarenta a?os de amistad acrisolada, forjada en pupitres y recreos-. Lejos han quedado los tiempos de Guizot, cuando su enrichessez-vous suscitaba er¨®ticas enso?aciones en la rampante burgues¨ªa francesa; tampoco estamos en el Nueva York de los a?os ochenta, cuando la consigna get rich resonaba en todos los confines del mundo. Estamos en Madrid, donde "hazte rico" equivale a corre, coge todo el dinero y vuelve a correr, o sea, un esc¨¢ndalo.
Este complejo pol¨ªtico-medi¨¢tico-empresarial que sucedi¨® a los socialistas al frente del Gobierno se present¨® con ¨ªnfulas regeneradoras, contra el dinero f¨¢cil, contra los pelotazos; prometi¨® un nuevo tiempo de laboriosidad y honradez recompensada por los tranquilos horizontes de una prosperidad tal vez modesta pero inagotable. Bajo ese semblante de sencillez peque?o burguesa se ocultaba sin embargo un mundo de intrigas y ambiciones: dominar sectores estrat¨¦gicos por medio de una bien planificada red de amigos del presidente y de su vicepresidente segundo. No contaban con que los amigos, sin esperar su reelecci¨®n, no dejaran ninguna oportunidad por explotar, ninguna stock option que apa?ar. Han corrido demasiado y la gente, de momento, los mira at¨®nita; como tarde en romper a aplaudir ante tanta majeza, lo van a tener muy crudo para seguir corriendo, ellos y sus amigos.
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