"Ninguna historia abarca toda la verdad"
Una historia sencilla, lineal y real: Alvin Straight, de 73 a?os, un tipo raro y robusto de un pueblo de Iowa, quiere visitar a su hermano moribundo, que vive en otro pueblo de Wisconsin. Como Alvin no tiene permiso de conducir emprende un viaje de 400 kil¨®metros hacia el Este sobre un cortac¨¦sped de motor que avanza a s¨®lo 10 kil¨®metros por hora. Ocurri¨® en 1994 y el director David Lynch, de 53 a?os, ha reconstruido ahora el viaje de Straight en forma de largometraje: The Straight story, la curiosa road movie que se estrena en Espa?a a finales de enero, se convierte en una conmovedora trayectoria vital.Pregunta. Probablemente no deje de o¨ªr que The Straight story no es la pel¨ªcula de David Lynch que uno habr¨ªa esperado.
Respuesta. En efecto, y todav¨ªa no s¨¦ exactamente lo que tengo que contestar. Uno debe enamorarse incondicionalmente de una historia; si no, no se llega a nada, y esta vez ha sido una humilde historia la que desata emociones tan profundas. Es verdad que nunca he puesto tanto empe?o en una pel¨ªcula para ligar todo el afecto a una figura.
P. Lo que le ha hecho famoso como cineasta ha sido una mirada verdaderamente visionaria del horror subliminal, de lo inmenso y lo destructivo bajo la inofensiva superficie del d¨ªa a d¨ªa, sobre todo en un escenario rural o provinciano. Una pel¨ªcula como Terciopelo azul o una serie de televisi¨®n como Twin Peaks fueron verdaderamente lecciones de desconfianza frente a la apariencia de lo inofensivo y de la armon¨ªa hip¨®crita.
R. ?Debo desmentirlo?
P. Y ahora nos sorprende con una pel¨ªcula que irradia una confianza absolutamente inquebrantable en esta armon¨ªa. Eso es como una contraorden. En toda esta Straight story no hay malos. ?A usted no le sorprende? ?Y se trata de un cambio duradero?
R. ?Qu¨¦ debo decir? Creo que no lo s¨¦. Las decisiones fundamentales -por ejemplo, la siguiente cosa que vaya a hacer- tienen lugar de forma totalmente irracional y totalmente intuitiva. Verdaderamente, no s¨¦ de qu¨¦ tratar¨¢ mi pr¨®xima pel¨ªcula. En el fondo, no puedo saberlo hasta que me enamoro tan profundamente de una historia que simplemente tengo que hacerla. Puede que sea absolutamente sombr¨ªa.
P. Entonces, ?la bondad y la ternura de The Straight story no le parecen algo especial?
R. En la vida de Alvin Straight tambi¨¦n hab¨ªa lados muy oscuros y terribles, y la pel¨ªcula no los oculta, como sus experiencias de pesadilla en la guerra o el destino de su hija. Pero lo que cuento es una historia que se desarrolla b¨¢sicamente en Wisconsin, y no es f¨¢cil imaginar el buen talante que tiene all¨ª la gente. All¨ª vive gente ¨ªntegra y amable. Cuando, hace ocho a?os, fui por primera vez con mi novia, Mary Sweeney, al lugar donde naci¨®, no pod¨ªa entenderlo. Me sorprendi¨® verdaderamente esta amabilidad y pens¨¦ que se burlaban de m¨ª. Pero esta gente es as¨ª de verdad. Nadie quiere mal a Alvin Straight y, para hacer justicia a su historia, hay que mantenerse fiel a ella tambi¨¦n en ese sentido. Como es natural, en Wisconsin tambi¨¦n ocurren cosas horribles, como en todos los lugares del mundo, pero no en esta historia. Ninguna historia abarca toda la verdad sobre un lugar ni sobre una persona.
P. ?C¨®mo se top¨® con este asunto de la vida real? ?Se lo sugiri¨® su compa?era Mary Sweeney, que es, desde hace mucho tiempo, su montadora y ahora, por primera vez, junto con John Roach, tambi¨¦n su guionista?
R. Por supuesto que fue Mary. Es de Wisconsin, de la regi¨®n que atraves¨® Alvin Straight; ya qued¨® fascinada por su historia cuando la escuch¨® hace cinco a?os. Recopil¨® todos los art¨ªculos de peri¨®dico sobre ¨¦l y vio en ello materia de pel¨ªcula. Pero tard¨® en conseguir los derechos cinematogr¨¢ficos y despu¨¦s emprendi¨® el trabajo de investigaci¨®n junto a John Roach, de quien es amiga desde que iban juntos a preescolar. Me he mantenido al margen porque no pod¨ªa imaginar que eso fuera un tema apropiado para m¨ª. Pero, cuando le¨ª el gui¨®n, las cosas se volvieron totalmente diferentes. Simplemente, me entusiasm¨®.
P. Entonces, ?se ajustan a la realidad s¨®lo los factores externos de su viaje, o tambi¨¦n lo que se experimenta a lo largo de la vida y de los episodios aislados del viaje?
R. Yo dir¨ªa que mitad y mitad. Sin duda, todas son historias reales que se cuentan en la regi¨®n, pero no todas las ha vivido Alvin Straight personalmente.
P. Algunos detalles tienen un llamativo toque absurdo-c¨®mico de David Lynch.
R. Eso no fue a prop¨®sito. Y, por ejemplo, cuando Alvin rueda por una colina hasta un lugar donde se encuentra con una casa en llamas, porque precisamente all¨ª se lleva a cabo un simulacro de incendio, eso es absolutamente aut¨¦ntico. Nos hemos esforzado en reconstruir exactamente el viaje de Alvin de estaci¨®n en estaci¨®n, desde Laurens, en Iowa, hasta Mount Zion, en Wisconsin. Era l¨®gico y necesario seguir la ruta y la cronolog¨ªa, porque Alvin, con el paso del tiempo, se deja barba, y para hacer el viaje de la pel¨ªcula no hemos tardado mucho m¨¢s que ¨¦l, cuatro a?os antes: algo m¨¢s de seis semanas, desde el final del verano hasta entrado el oto?o.
P. ?No sinti¨® miedo e intranquilidad cuando surgieron problemas por el camino con su ¨²nico protagonista, Richard Farnsworth, a punto de cumplir 80 a?os, y con el c¨¢mara Freddie Francis, de algo m¨¢s de 80 a?os?
R. El cielo nos sonre¨ªa.
P. ?No le propuso nadie, antes de que el proyecto se concretase, que contratase a una estrella para el papel protagonista?
R. ?Tengo una estrella! ?O se podr¨ªa imaginar alguna mejor?
P. Nadie que haya visto la pel¨ªcula podr¨¢ imaginar otra distinta. Es sublime. Pero ?no habr¨ªa sido el nombre de una leyenda de Hollywood realmente famosa una atracci¨®n para este inusitado proyecto?
R. Barajamos muchos nombres, algunos de ellos realmente famosos, pero al final, despu¨¦s de darle vueltas, estaba tan seguro que no me pareci¨® necesario hacer ninguna prueba. Richard Farnsworth, que ha pasado m¨¢s de media vida en Hollywood como especialista a caballo, todav¨ªa dice que no es actor. Pero yo creo que un actor es alguien que puede hacer cre¨ªble a una persona que le sale de dentro y Richard tiene este don en una medida absolutamente extraordinaria.
P. Dicen que su elecci¨®n de temas para el cine y su comportamiento art¨ªstico son totalmente intuitivos. Pero tambi¨¦n es considerado como un cineasta muy met¨®dico, racional, puntual y organizado.
R. Las dos cosas son necesarias, creo. No se puede ¨²nicamente fantasear y hacer locuras; si no, uno no encuentra su pincel ni su paleta y es incapaz de crear nada. Lo met¨®dico y lo organizado es la condici¨®n previa, el fundamento por el cual uno entrega despu¨¦s su impulso creativo y as¨ª puede jugar como un loco, como se le antoje.
P. Pero debe de saber que un 95% de los directores de Hollywood se quejan de que no pueden hacerse respetar con sus fabulosas ideas y tienen que aceptar compromisos duraderos. ?Acaso usted no?
R. No. En cualquier caso, ya no. Con la pel¨ªcula Dune, como todav¨ªa era joven e inexperto, contraje lamentables compromisos y fui castigado por ello, pero de eso hace casi 20 a?os.
P. Pero ?tuvo que renunciar a algunos proyectos que le gustaban porque no eran econ¨®micamente viables?
R. La verdad es que no. Siempre tuve la suerte de que, cuando quer¨ªa una cosa con todas mis fuerzas, se hac¨ªa realidad. Pero s¨¦ que ¨¦sa es una suerte muy poco corriente en el negocio del cine.
P. ?Se da el caso de que los grandes estudios le ofrezcan proyectos?
R. Se da. Pero creo que no figuro en la llamada lista A, no soy la primera opci¨®n, y lo que se me ofrece ya lo han rechazado otros. Cuento tan poco con ese tipo de ofertas que ya ni siquiera tengo agente.
P. ?Es cierto que tiene un caj¨®n con proyectos secretos que deseaba realizar y no ha realizado?
R. Existe ese tipo de proyectos, pero todo tiene que esperar el momento adecuado. A menudo es dif¨ªcil decir cu¨¢ndo llegar¨¢. Por eso, siempre presto atenci¨®n a nuevos temas.
P. En un libro de entrevistas dice que har¨ªa de buena gana una pel¨ªcula basada en el relato La metamorfosis, de Kafka. ?Hay un gui¨®n para eso?
R. Hay un gui¨®n. Me encanta este relato tan maravilloso y tan ambiguo, c¨®mico, absurdo, desesperado. Pero no s¨¦ si ahora se da el ambiente adecuado para ello. Eso se percibe, y esta incertidumbre me inquieta. Imagine que Fellini realizase ahora Ocho y medio; puede que no la quisiera ver nadie. Es otro mundo.
? Der Spiegel
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