Recuperar un pasado
JOSU BILBAO FULLAONDO
Correspondiendo con su esp¨ªritu vanguardista y contempor¨¢neo la revista Artyco, de arte y comunicaci¨®n, viene ofreciendo desde hace tres n¨²meros una peque?a separata dedicada a fot¨®grafos navarros. El equipo encabezado por Joan Zapater con su publicaci¨®n cuatrimestral, ahora en el sexto n¨²mero, est¨¢ creando en Pamplona un referente de las Bellas Artes repleto de energ¨ªa y novedad, e incluso, provocador en su morfolog¨ªa. En la breve historia de su iniciativa fotogr¨¢fica, que debe aplaudirse, han desfilado Carlos C¨¢novas (Hellin, 1951), Eduardo Mu?oz (Pamplona 1953) y, con el ¨²ltimo n¨²mero, Luis Azanza (Pamplona, 1961). Tres autores destacados por su capacidad creativa y su constante dedicaci¨®n al medio, que peri¨®dicamente nos deleitan con ofertas renovadas y su entrega, por momentos, parece rozar lo patol¨®gico.
El caso de Luis Azanza resulta un tanto peculiar porque descubre una faceta creadora que ha guardado con mimo en su intimidad. Este nombre se conoce fundamentalmente por su actividad fotoperiod¨ªstica. Fue en el instituto donde conoci¨® sus primeras c¨¢maras y revelados. No le dio tiempo de recoger el resultado del COU cuando march¨® a Zaragoza a colaborar con el peri¨®dico El D¨ªa, hoy desaparecido. En la ciudad ma?a no fue solo trabajar. En la renombrada galer¨ªa y escuela fotocultural Epectrum aprendi¨® historia y t¨¦cnicas depuradas de la c¨¢mara oscura y sus derivaciones m¨¢s complejas. De vuelta a Pamplona inicia una carrera de colaboraciones para El Diario Vasco, Deia, Grupo 16, EL PA?S y para otras revistas. Sus fotograf¨ªas encuentran tambi¨¦n espacio en la exposici¨®n y cat¨¢logo que patrocina el Gobierno de Navarra en 1989, con motivo del 150 aniversario de la presentaci¨®n p¨²blica de la fotograf¨ªa en Par¨ªs. Tres a?os m¨¢s tarde le conceden el primer premio San Ferm¨ªn de foto de prensa y en 1993 comparte con otros autores el libro 16 a?os de Fotoperiodismo publicado por Diario 16 y Lunwerg.
El folleto que acaba de poner en circulaci¨®n la revista Artyco forma parte de una actividad m¨¢s resguardada. Cuando deja atr¨¢s su atosigante actividad cotidiana de ruedas de prensa y sucesos, en momentos de ocio, cuando busca oxigeno ic¨®nico renovado, llega el tiempo m¨¢s creativo. Rememorando su infancia vivida en Tarragona, frente al Foro Romano, toma retratos de estatuas cl¨¢sicas que va encontrando en viajes y excursiones. As¨ª ha ocurrido en M¨¦rida, T¨²nez y otros lugares. Quiere recuperar un pasado grabado como huella indeleble en su recuerdo. Se trata de elementos llenos de melancol¨ªa y enso?aci¨®n, donde la mente divaga sobre algo que fue y ya no volver¨¢.
El proceso de realizaci¨®n es complejo. Incluso en el terreno de la t¨¦cnica recupera parte de las esencias del pasado. Primero viene la toma con su c¨¢mara de paso universal y negativo en blanco y negro. En el momento del positivado es cuando recurre a las t¨¦cnicas de anta?o. El papel, un cart¨®n blando, del que se usa para maquetas, lo impregna con emulsi¨®n sensible a la luz. Es un trabajo manual con la ayuda de un pincel que reparte irregularmente los fluidos qu¨ªmicos. Expuesto a la ampliadora llega el resultado, diferentes densidades otorgan tonos variopintos, irisaciones complejas llenas de atractivo. La textura perfila distintas sensaciones t¨¢ctiles. Las composiciones se cierran en primeros planos muy estrictos donde se juega con inclinaciones de c¨¢mara que buscan puntos de vista novedosos. Naturalezas muertas donde lineas diagonales realzan un grado de dramatismo extra¨ªdo de un pasado nebuloso que no ahorra una buenas dosis de belleza.
Esta serie de fotograf¨ªas consigue imaginariamente recobrar rostros del pasado. En realidad son vivencias ¨ªntimas hoy hechas p¨²blicas para los dem¨¢s. Un camino repleto de inscripciones arqueol¨®gicas que sirve para cuestionar el fluir del tiempo y recuperar viejos fantasmas de la infancia. Plasmaci¨®n pl¨¢stica de una confrontaci¨®n entre el hoy y el ayer repleta de sentimientos.
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