La musa de la transici¨®n
Evocar a Carmen D¨ªez de Rivera como esa "musa rubia y sabia de la revoluci¨®n de derechas" en que consisti¨® la transici¨®n parece obligado y, al mismo tiempo, sabe a poco. El entrecomillado, debido a Francisco Umbral, pese a su tono cari?oso, puede dar, contra los deseos de su autor, la sensaci¨®n de banalizar al personaje. En ocasiones, los protagonistas que en la historia aparecen como figuras de segunda fila dan la sensaci¨®n de ser adornos destinados a enaltecer la personalidad de los m¨¢s relevantes. Pero si se procura ahondar un poco en ellos se acaba por descubrir su sustancia y tambi¨¦n su aportaci¨®n a un proceso colectivo.Hija de la marquesa de Llanzol, Carmen D¨ªez de Rivera estuvo presente en la vida pol¨ªtica espa?ola a la sombra de Adolfo Su¨¢rez. La hab¨ªa conocido ¨¦ste siendo director general de TVE y pronto pudo descubrir, mientras desempe?aba la jefatura de relaciones internacionales, sus dotes de inteligencia, organizaci¨®n y capacidad de relaci¨®n social. Luego le sigui¨® en su sorprendente y zigzagueante camino hacia la presidencia del Gobierno. Estuvo con ¨¦l, por ejemplo, en Telef¨®nica, y luego en la Secretar¨ªa General del Movimiento. Resulta muy curioso que del equipo de que dispuso Su¨¢rez en ese momento -Graullera, Garc¨ªa L¨®pez, Navarro, Ortiz...-, aun en ocasiones dotado de mayores capacidades de aquellas que se le atribuyeron, s¨®lo ella aflorara al conocimiento p¨²blico. Fueron ¨¦stos los meses en que el futuro presidente empez¨® a despuntar venciendo al marqu¨¦s de Villaverde en el Consejo Nacional o gracias a sus discursos en las Cortes. En un grado mayor o menor, ella particip¨® en la redacci¨®n de sus intervenciones.
Pero en el momento en que adquiri¨® mayor relevancia fue durante los primeros meses de la presidencia de Su¨¢rez. Fue ella quien recibi¨® a una delegaci¨®n del PCE -Tamames, Gallego, Lobato, Romero Mar¨ªn- cuando detuvieron a Carrillo, y durante esos meses decisivos su belleza fr¨¢gil pareci¨® extra?amente vinculada al escollo m¨¢s dif¨ªcil de sortear de toda la transici¨®n, la legalizaci¨®n del PCE. Su claro criterio a la hora de negociar desde Presidencia el entierro de los abogados laboralistas de Atocha contribuy¨® a que el sepelio se realizara abriendo la esperanza a una convivencia no traum¨¢tica. Fue ella quien habl¨® por vez primera, tras un encuentro casual, con Carrillo a fines de enero de 1977. Lo hizo de nuevo m¨¢s adelante, proporcionando al dirigente comunista un perfecto mapa de situaci¨®n no s¨®lo de c¨®mo se ve¨ªa en Presidencia el proceso pol¨ªtico -las dificultades con el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa, por ejemplo- como de las cualidades y limitaciones del propio Su¨¢rez; tambi¨¦n le dijo que no iba a estar mucho tiempo en la jefatura del gabinete de Presidencia. Convertida en s¨ªmbolo de mujer independiente y proclive a posiciones de centro-izquierda, la extrema derecha se volc¨® en su contra acus¨¢ndola incluso de haber filtrado documentos al PSP de Tierno Galv¨¢n. ?ste, como tambi¨¦n Carrillo, anudaron una conexi¨®n personal con ella, pero su fidelidad, aun poco disciplinada, permaneci¨® al lado de Su¨¢rez. En 1987 har¨ªa su reaparici¨®n pol¨ªtica en las candidaturas de centro-izquierda a las elecciones europeas; en ese Parlamento eligi¨® como objetos preferentes de su inter¨¦s cuestiones todas ellas relacionadas con la nueva sensibilidad emergente, como la ecolog¨ªa.
La "musa de la transici¨®n" pudo, en ocasiones irrepetibles, contribuir a engrasar un proceso pol¨ªtico nada f¨¢cil, pero no fue s¨®lo el s¨ªmbolo de una postura reformista avanzada, sino tambi¨¦n de una Espa?a en que la mujer hab¨ªa sido capaz de conquistar un papel cada vez m¨¢s relevante en la vida social. Ella personific¨® esta realidad, que fue el triunfo irreversible de todo un periodo.
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