"Lo mejor es llamar dialecto al andaluz"
RA?CESManuel Alvar (Benicarl¨®, Castell¨®n, 1923) pertenece al ramillete de fil¨®logos que han ahondado en el espa?ol hasta sus ra¨ªces, que han rastreado sus caminos con el prurito cient¨ªfico m¨¢s riguroso hasta llenar de luz un campo que hasta entonces estaba envuelto en sombras. Alvar es un ejemplo ineludible, junto a estudiosos como Rafael Lapesa o Emilio Alarcos Llorach, del alto nivel de los estudios ling¨¹¨ªsticos espa?oles de la segunda mitad del siglo XX. El curr¨ªculo de este trabajador infatigable es su mejor carta de presentaci¨®n. Catedr¨¢tico de Gram¨¢tica Hist¨®rica, primero en Granada y luego en Madrid, entre los libros de Alvar destacan Dialectolog¨ªa espa?ola (1962), Teor¨ªa ling¨¹¨ªstica de las regiones (1975) y El l¨¦xico del mestizaje (1987).Alvar tampoco ha desde?ado los estudios literarios. Graci¨¢n y su ¨¦poca (1986) y El mundo novelesco de Miguel Delibes (1987) son buena prueba de ello. El fil¨®logo fue, adem¨¢s, director de la Real Academia Espa?ola entre 1988 y 1991. Alvar ejerce un poder magn¨¦tico entre muchos ling¨¹istas andaluces gracias a una obra magna: su Atlas Ling¨¹¨ªstico y Etnogr¨¢fico de Andaluc¨ªa. Alvar inici¨® este trabajo descomunal en 1951. El fil¨®logo recorri¨® 260 pueblos andaluces durante ocho a?os. El resultado fue formidable. Alvar consigui¨® una detallada fotograf¨ªa del habla andaluza.
El fil¨®logo corta las pol¨¦micas que rodean el andaluz con el bistur¨ª de un cient¨ªfico de la lengua. Para denominar la modalidad ling¨¹¨ªstica andaluza prefiere el t¨¦rmino "dialecto". Rechaza el t¨¦rmino "habla de tr¨¢nsito". Y no le convence demasiado el t¨¦rmino "espa?ol meridional". "?Habla de tr¨¢nsito de qu¨¦? Elimine ese t¨¦rmino. Creo que los otros dos t¨¦rminos -"espa?ol meridional" y "dialecto"- valen para denominar la modalidad ling¨¹¨ªstica andaluza. Con todo, espa?ol meridional no es s¨®lo el andaluz. Tambi¨¦n son espa?ol meridional el murciano y el canario. Lo mejor es llamar dialecto al andaluz. La palabra "dialecto" especifica muy bien lo que queremos decir", afirma Alvar, sentado en la sala de su casa de Madrid.
Hay personas que consideran peyorativa la palabra "dialecto". Este tipo de opiniones no son, a juicio de Alvar, sino "complejos de inferioridad est¨²pidos". Para el fil¨®logo, lo primero es el criterio cient¨ªfico de la lengua. Cualquier otra consideraci¨®n no le merece respeto. La idea defendida por algunas personas de que los locutores y presentadores de radio y televisi¨®n utilicen el andaluz tambi¨¦n merece su rechazo. "No estoy de acuerdo con eso. Eso no demuestra m¨¢s que un esp¨ªritu de pueblo. Pero vamos a ver, ?qu¨¦ andaluz deber¨ªan emplear estos locutores y presentadores? ?El de Ayamonte (Huelva) o el de Pulp¨ª (Almer¨ªa)? Buscar presentadores que hablen en andaluz para contar los partes de la guerra de Kosovo es una idea que me parece una sandez supina", se?ala el fil¨®logo, que ha trabajado en el Foro Andaluc¨ªa Nuevo Siglo.
Alvar aboga por hablar "la lengua de cultura". "He sido profesor en Pek¨ªn, California, Chile y Per¨². ?Si hubiera hablado en dialecto, cree usted que me hubieran llevado a alg¨²n sitio? He trabajado en esas universidades porque me entienden, porque hablo en la lengua de cultura", recalca.
Su opini¨®n sobre el denominado andaluz culto o ejemplar (alejado del vulgarismo, pero que mantiene la fon¨¦tica andaluza) no es demasiado alentadora. "Eso se llama espa?ol. Yo no llegu¨¦ a conocer a don Antonio Machado. Unos me han dicho que hablaba un sevillano cerrad¨ªsimo. Otros me han comentado que hablaba un espa?ol medio. ?Por qu¨¦ hay opiniones tan diferentes sobre c¨®mo hablaba Machado? Porque lo mismo les daba que hablara en sevillano que en espa?ol medio, debido a que lo entend¨ªan perfectamente. Federico Garc¨ªa Lorca escrib¨ªa en la lengua culta com¨²n a nosotros. Lo que es l¨®gico es que hablara con una entonaci¨®n granadina", agrega Alvar.
El fil¨®logo tiene un recuerdo para Elio Antonio de Nebrija (Lebrija, 1441-Alcal¨¢ de Henares, 1522). Nebrija contribuy¨® al proceso de unificaci¨®n del castellano iniciado por los Reyes Cat¨®licos. Su Gram¨¢tica castellana (1492) es la primera de una lengua romance. "El humanista Juan de Vald¨¦s dec¨ªa que Nebrija era un andaluz que ensuciaba la "polideza" (tersura, lustre) de la lengua castellana. Lo que supuestamente ensuciaba esa "polideza" de la que hablaba Vald¨¦s no era la fon¨¦tica -seseo, ceceo...- sino el vocabulario que usaba. Porque Nebrija se iba con la gente de su pueblo e iba aprendiendo con ellos todas esas palabras que designan las cosas peque?as (alima?as, hierbas...). Este gram¨¢tico lleg¨® a escribir en un texto que estaba "aprendiendo" de sus "maestros de Lebrija". Y lo prodigioso es que en Lebrija la gente contin¨²a hoy en d¨ªa hablando con esas palabras que se utilizaban en el siglo XV", recuerda Alvar.
El amor de este fil¨®logo al andaluz, los largos a?os de trabajo gastados en su an¨¢lisis, no le llevan a aceptar propuestas como la creaci¨®n de c¨¢tedras de Ling¨¹¨ªstica Andaluza. "Eso no tiene sentido. En todas partes se llega a aberraciones de este tipo. Hace unos a?os estaba en un congreso en Arag¨®n. Entonces se levant¨® un b¨¢rbaro y me espet¨®: "?Por qu¨¦ habla usted de Arag¨®n sin ser aragon¨¦s?", relata Alvar. El fil¨®logo -que public¨® El dialecto aragon¨¦s en 1953 y que es Premio Arag¨®n de las Letras- se qued¨® estupefacto ante la invectiva de aquel personaje. Con todo, Alvar tuvo fuerzas para replicarle. Le contest¨® con una cita de Valle-Incl¨¢n. "De acuerdo con su opini¨®n, de los elefantes s¨®lo podr¨ªan hablar los paquidermos", le dije a aquel b¨¢rbaro", recuerda Alvar.
La posible p¨¦rdida de muchos t¨¦rminos que figuran en su Atlas Ling¨¹¨ªstico y Etnogr¨¢fico de Andaluc¨ªa ante la evoluci¨®n de la sociedad es una posibilidad que est¨¢ ah¨ª. La uniformaci¨®n que propicia la televisi¨®n o la reducci¨®n del vocabulario en amplios sectores sociales es un factor a tener en cuenta. "Esa gente [que habla un lenguaje pobre] no es la gente rural. No es el campesino que siembra y cosecha y que mantiene el vocabulario. Hay unas cosas que desaparecen por la historia porque la vida lleva unos derroteros que antes no ten¨ªamos", concluye Alvar.
"Crear c¨¢tedras de Ling¨¹¨ªstica Andaluza no tiene sentido, es una aberraci¨®n"
Detenido "por recoger palabras"
La vinculaci¨®n del fil¨®logo Manuel Alvar con Andaluc¨ªa viene de lejos. En 1948, lleg¨® a Granada como catedr¨¢tico de Ling¨¹¨ªstica. Ten¨ªa 24 a?os y era el catedr¨¢tico m¨¢s joven de Espa?a. Todav¨ªa recuerda su llegada a Granada. "Hab¨ªa un tren, llamado pomposamente el expreso, que sal¨ªa a las dos de la tarde y llegaba por la ma?ana. Yo iba en el departamento con un militar, un extranjero y una se?ora gorda y resoplona", evoca.Alvar a¨²n recuerda su impresi¨®n al ver el amanecer en la tierra andaluza. Una historia de fascinaci¨®n comenz¨® aquella ma?ana. Su estancia en Granada dur¨® 21 a?os. "Yo iba descubriendo Granada todos los d¨ªas, paseaba por la ciudad... Recuerdo una hornacina con una Virgen iluminada y un ciego que ped¨ªa limosna", explica.
Alvar se hizo amigo de sus alumnos. Algunos de ellos eran mayores que ¨¦l. "Me llamaron al orden por tomar vasos de vino tinto con mis alumnos. No estaba bien visto. Suspend¨ªa mucho, pero los chicos me quisieron. Ahora suspender¨ªa menos", recuerda.
En la biblioteca de la Universidad apenas hab¨ªa libros. "A veces rabiaba porque en Granada ten¨ªan unas ideas muy distintas de las m¨ªas. Ven¨ªa de la sobria Salamanca y me encontraba con un mundo distinto. Ahora pienso que los mundos distintos deben coexistir. En la biblioteca de la Universidad ni siquiera estaba Or¨ªgenes del espa?ol [uno de los libros esenciales de Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal]. Lo tuve que comprar", a?ade.
Granada era a finales de los a?os cuarenta una ciudad lev¨ªtica y muy conservadora. "En los grandes caf¨¦s de Granada hab¨ªa una indicaci¨®n de sitio reservado para las se?oras", dice. Con todo, la suya fue una historia de amor con la ciudad. "No quer¨ªa salir de Granada. Tuve muchos amigos. Creo que all¨ª me quisieron mucho. Fui muy feliz en Granada", agrega el fil¨®logo.
Un tah¨²r "chino"
Su rastreo al elaborar el Atlas Ling¨¹¨ªstico y Etnogr¨¢fico de Andaluc¨ªa le depar¨® experiencias que rozan lo surrealista. Pero es que la Espa?a de la posguerra era as¨ª. Alvar rememora un episodio que habla m¨¢s de aquella Espa?a que muchas tesis doctorales. El alcalde de Jauja (C¨®rdoba) orden¨® su detenci¨®n "por recoger palabras".
"Vino un cabo primero de la Guardia Civil y me pidi¨® la documentaci¨®n. Cuando vio que yo era catedr¨¢tico, se qued¨® asombrado y me explic¨® que el alcalde estaba furioso por un hecho reciente. Hac¨ªa unos 15 d¨ªas hab¨ªa llegado un hombre que se hac¨ªa pasar por chino y que jugaba a las cartas. Este hombre se llev¨® los cuartos de varios vecinos del pueblo jugando a las cartas", se?ala el fil¨®logo.
"En Andaluc¨ªa nunca tuve la menor dificultad con la gente. Incluso me dejaban una habitaci¨®n para trabajar", a?ade Alvar, que es hijo adoptivo de M¨¢laga y Granada.
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