Victoria colorada

LA VICTORIA de Jorge Batlle en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales uruguayas ha sido contundente: por m¨¢s de siete puntos. Es significativa porque el vencedor ha logrado unir, tras 170 a?os de rivalidad, a los dos eternos rivales del centro-derecha, el Partido Colorado que ¨¦l lidera y el Nacional (Blanco). Y le ha tendido una mano al candidato de la derrotada coalici¨®n de izquierdas, Tabar¨¦ V¨¢zquez, que tantas expectativas hab¨ªa levantado con su clara victoria en la primera vuelta, celebrada el pasado 31 de octubre.El nuevo sistema electoral ha forzado una bipolarizaci¨®n de las elecciones en esta segunda vuelta, un debate m¨¢s amplio y una movilizaci¨®n del electorado. En este sentido, ha constituido una experiencia positiva. La gran propuesta de la izquierda era la instauraci¨®n de un impuesto sobre la renta, inexistente en Uruguay. Algo bastante simple, que puede haberle costado la derrota. En todo caso, los buenos resultados de la izquierda son un aviso para los pr¨®ximos gobernantes, que, m¨¢s all¨¢ de su programa, tendr¨¢n que hacer frente a graves problemas de desigualdad social. Se evitar¨¢ as¨ª un riesgo mayor en la actual Am¨¦rica Latina: la proliferaci¨®n de figuras populistas.

Que un Batlle, t¨ªo abuelo del vencedor de las elecciones del domingo, fuera el primer presidente del siglo XX de la Rep¨²blica Oriental del Uruguay y otro Batlle inaugure el siglo XXI indica una continuidad democr¨¢tica cierta, pero tambi¨¦n plantea alguna inquietud sobre un bipartidismo que controla el sistema de forma absoluta. M¨¢s all¨¢ de los v¨ªnculos hist¨®ricos, el desaf¨ªo de Jorge Batlle, de 72 a?os, es tomar el relevo de Julio Mar¨ªa Sanguinetti, una figura de gran estatura intelectual en el mundo latinoamericano.