El sida en ?frica: una batalla que el mundo debe ganar
MARK MALLOCH BROWNEl autor advierte de que la enorme extensi¨®n del sida en ?frica supone una sobrecarga intolerable que absorbe sus escasos recursos p¨²blicos y privados
En los pa¨ªses occidentales, parecer¨ªa que se ha puesto freno a la amenaza del VIH/sida. Si bien la enfermedad sigue dejando tras de s¨ª terribles tragedias, ha ido perdiendo terreno: de ser la causa principal de defunci¨®n de personas entre 25 y 44 a?os en Estados Unidos en 1995, pas¨® en 1997 al quinto lugar por orden de importancia en ese grupo de edades. No obstante, la amenaza no se est¨¢ disipando, simplemente est¨¢ fuera de la vista en los pa¨ªses occidentales. Ahora, el VIH/sida est¨¢ sembrando una epidemia de proporciones extraordinarias en cinco pa¨ªses del ?frica meridional, donde su prevalencia es actualmente de 1 a 5 en el grupo de 15 a 49 a?os.En ?frica, al sur del S¨¢hara hay 22,5 millones de hombres, mujeres y ni?os que se han contagiado con el VIH/sida, vale decir dos tercios de la cantidad mundial de personas que viven con esa enfermedad, calculada en 34 millones. La poblaci¨®n acumulada afectada por la epidemia en la regi¨®n, inclusive los hijos y los ancianos a cargo de las v¨ªctimas, se calcula en m¨¢s de 182 millones de personas. Algunos de los pa¨ªses donde la situaci¨®n es m¨¢s grave tienen niveles relativamente altos de alfabetizaci¨®n y desarrollo social: Botsuana, Namibia, Suazilandia, Zimbabue, y ahora, Sur¨¢frica. Este a?o hab¨ªa en Sur¨¢frica, seg¨²n se calcula, 3,6 millones de personas contagiadas con el VIH/sida; se piensa que, de ellos, m¨¢s de un cuarto de mill¨®n se han contagiado en los ¨²ltimos dos a?os. Cada nuevo caso es una grave tragedia humana, una etapa m¨¢s en el descenso hacia una crisis de desarrollo inimaginable que se est¨¢ gestando bajo la superficie de la sociedad africana.
A medida que la enfermedad va absorbiendo escasos recursos p¨²blicos y privados, destruye el producto econ¨®mico, el ahorro y el capital humano, agrava la pobreza y ahonda la miseria. Los da?os causados por el sida a ?frica son pavorosos. La enfermedad ha abatido a un n¨²mero de personas mayor que el de v¨ªctimas de todos los conflictos civiles en la regi¨®n, ha malogrado m¨¢s adelantos que sus peores sequ¨ªas y ha causado padecimientos humanos indecibles. En los pa¨ªses que se est¨¢n esforzando por satisfacer necesidades b¨¢sicas, la epidemia afecta principalmente a j¨®venes adultos en su etapa de mayor productividad laboral y est¨¢ enviando ondas de choque que sacuden a las familias, los hogares, las comunidades, las econom¨ªas y los pa¨ªses. All¨ª donde las tasas de prevalencia son del 10% o superiores, la duraci¨®n media de la vida se ha reducido entre 10 y 15 a?os. Seg¨²n un estudio de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), hacia 2005 s¨®lo en un pa¨ªs, Kenia, la producci¨®n econ¨®mica se habr¨¢ reducido en un 14,5% debido a los efectos de la epidemia. Hacia ese mismo a?o, el tratamiento de los enfermos de VIH/sida absorber¨¢ un tercio del gasto de salud en Etiop¨ªa, m¨¢s de la mitad en Kenia y dos tercios en Zimbabue. Las empresas privadas de ?frica est¨¢n sufriendo pesadas p¨¦rdidas debido a los costes de la enfermedad y la muerte de trabajadores, el seguro de salud y la contrataci¨®n y formaci¨®n de nuevos trabajadores.
La epidemia sobrecarga intolerablemente los precarios sistemas de apoyo social y suscita sombr¨ªos presagios para las generaciones futuras, En ?frica hab¨ªa a fines de 1998 casi siete millones de hu¨¦rfanos menores de 15 a?os, obligados a improvisar medios de vida tras la muerte de uno o ambos progenitores a causa de la enfermedad. Estas modalidades de supervivencia con frecuencia exponen a los ni?os a riesgos de contagio con el sida, abuso sexual y explotaci¨®n. En varios pa¨ªses, los educadores han quedado diezmados con la enfermedad y la muerte -maestros, administradores y personal de apoyo-. En Costa de Marfil, el a?o pr¨®ximo 70.000 estudiantes tal vez queden excluidos de la escuela porque no habr¨¢ nadie que les ense?e. Malaui y Namibia se est¨¢n debatiendo contra una crisis similar de la capacidad docente, atribuible en parte al VIH/sida.
Recientemente, los l¨ªderes pol¨ªticos africanos han quebrado el silencio acerca de los efectos de la enfermedad. Los Gobiernos del Senegal y de Uganda han logrado algunos ¨¦xitos al invitar a un debate p¨²blico sobre el tema y establecer como m¨¢ximas prioridades nacionales de pol¨ªtica la educaci¨®n sexual, el asesoramiento sobre relaciones sexuales sin riesgo y varias otras estrategias de prevenci¨®n y gesti¨®n a bajo coste. En Sur¨¢frica, Nelson Mandela y su sucesor, Thabo Mbeki, han comenzado a formular en¨¦rgicas declaraciones p¨²blicas en que se compromete al pa¨ªs en pro de una respuesta integral, en cooperaci¨®n con Estados vecinos.
Los alcaldes y l¨ªderes c¨ªvicos africanos tambi¨¦n han comenzado a hacerse o¨ªr. Con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 60 municipalidades en 16 pa¨ªses se han congregado para movilizar recursos locales y acciones de amplia base. En una reciente conferencia sobre el sida, celebrada en EEUU, el ex alcalde de Lusaka (Zambia) y cofundador de una nueva alianza regional de alcaldes, hablando ante 3.000 participantes, dijo que los cementerios de ?frica ponen de manifiesto el devastador coste humano del sida. "Son jardines con sepulturas recientemente excavadas. Ni siquiera tenemos tiempo de depositar flores en ellas. Nuestros deudos est¨¢n consumiendo la tierra".
Es preciso que el resto del mundo se sume a la iniciativa. Es necesario aprovechar la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n para salvar las crecientes deficiencias en la capacidad de educaci¨®n e informaci¨®n sobre salud, utilizando nuevos medios de aprendizaje a distancia, entre ellos los enlaces por sat¨¦lite y el Internet. Actualmente, ni siquiera los medicamentos m¨¢s eficaces pueden por s¨ª mismos poner coto a la propagaci¨®n del VIH/sida, pero si se lograra un mayor acceso a ellos y a sus efectos para prolongar la vida, como parte de un conjunto de medidas, millones de africanos que padecen la enfermedad podr¨ªan abrigar esperanzas.
Es preciso que los costosos medicamentos occidentales contra los retrovirus, que ayudan a suprimir los efectos del VIH por largos periodos, as¨ª como los medicamentos para el tratamiento de enfermedades oportunistas, sean puestos al alcance de los africanos. Se necesita que se ofrezcan mayores oportunidades a las empresas internacionales y se les garantice el acceso a los mercados a cambio de precios pronunciadamente m¨¢s bajos para los medicamentos; al mismo tiempo, mediante subsidios selectivos, podr¨ªa contribuirse a hacer a¨²n m¨¢s asequibles esos tratamientos de menor coste. Es menester promover las medidas para fortalecer la infraestructura de salud en ?frica, de modo que ofrezca tratamiento con medicamentos seguros, y es preciso eliminar las barreras contra la aceptaci¨®n de medicamentos donados. Las pruebas de laboratorio costeables y accesibles y los servicios de asesoramiento podr¨ªan cambiar espectacularmente la actual situaci¨®n en ?frica. Los africanos, en su mayor¨ªa, no saben si est¨¢n o no contagiados con el VIH y muchos eluden las pruebas debido al estigma que entra?a la enfermedad.
Es necesario acelerar las investigaciones mediante alianzas entre el sector p¨²blico y el sector privado y entre los gobiernos de los pa¨ªses ricos y las principales empresas farmac¨¦uticas para llegar a una conquista cient¨ªfica: una vacuna.
El impulso del l? de diciembre de 1999, D¨ªa Mundial de la Lucha contra el Sida, deber¨ªa propiciar un adelanto apreciable en la solidaridad internacional contra la epidemia en todo el mundo. Regiones como Asia, el Caribe y Am¨¦rica Latina no tienen motivos para cejar en el esfuerzo en momentos en que las tasas de contagio est¨¢n aumentando pronunciadamente. Pero, ahora que s¨®lo falta un mes para el nuevo milenio, una parte del impulso de ese d¨ªa simb¨®lico debe dedicarse en especial a ?frica, donde el reto para todos los pa¨ªses del continente es impedir que los principales indicadores de desarrollo se vayan deteriorando al propagarse la epidemia.
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