Utop¨ªa de La Laguna
La Laguna es una joya. Y vivir en ella es inolvidable.Ahora, la Unesco ha incluido esta ciudad espl¨¦ndida en su lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. El pasado domingo, la alcaldesa de la ciudad, Ana Oramas, viajaba hacia Marraquech con la ilusi¨®n en el cuerpo y la duda en la mente: esa declaraci¨®n, que hab¨ªa sido solicitada por el alcalde anterior, el periodista y music¨®logo Elfidio Alonso, creador de Los Sabande?os, resulta vital en este tiempo para preservar el casco hist¨®rico de La Laguna, sometido a la codicia imparable de los que tachan las ciudades. Los canarios tenemos razones hist¨®ricas para desconfiar de que las grandes decisiones nos vayan a ser favorables, y por eso la alcaldesa s¨®lo estaba "razonablemente" segura de que su ciudad recibir¨ªa ese espaldarazo; pero s¨ª estaba bastante persuadida del posible ¨¦xito Isabel Navarro, una investigadora que tambi¨¦n iba a Marraquech con un importante mamotreto en las manos: el libro La Laguna 1500: la ciudad Rep¨²blica, cuyo subt¨ªtulo muestra la ambici¨®n de la ciudad, cuando fue fundada, y tambi¨¦n la propia ambici¨®n de la historiadora al enfrentarse a esta espl¨¦ndida urbe: una utop¨ªa insular seg¨²n las leyes de Plat¨®n. Por ese estudio apasionado, pero racional, de La Laguna, la profesora Navarro gan¨® en 1997 el Premio de Investigaci¨®n El¨ªas Serra R¨¤fols.
Esa utop¨ªa es la que ha ganado en Marraquech. Sin duda que el tiempo, y su codicia, ha lanzado dentelladas grav¨ªsimas sobre esta Ciudad de los Adelantados, pero a¨²n conserva en su casco suficientes huellas de su inauguraci¨®n como ciudad pionera de otras fundaciones que los espa?oles habr¨ªan de hacer en Am¨¦rica. La Laguna conserva, en cierto modo, el primer manuscrito de la ilusi¨®n adelantada de hacer una ciudad ejemplar, sobre la que s¨®lo se pod¨ªa edificar, desde entonces, bondad urban¨ªstica, belleza est¨¦tica; no ha sido as¨ª ni aqu¨ª ni en ning¨²n lugar del mundo: las utop¨ªas de Plat¨®n est¨¢n en la caverna.
Pero como ciudad inaugural y tambi¨¦n como ciudad modelo, la historia de La Laguna, en el ¨¢mbito urban¨ªstico, ha seguido siendo, para las islas, una especie de paradigma de calidad, como una obligaci¨®n est¨¦tica que se certific¨® en 1500, y que ya desde entonces oblig¨® a los que siguieron a respetar los c¨¢nones cl¨¢sicos y renacentistas sobre los que la hab¨ªan dibujado. Otros lugares, como Vegueta, en Las Palmas, Teguise, en Lanzarote, o el casco viejo de San Sebasti¨¢n de La Gomera, producen la misma melancol¨ªa por la belleza de otro tiempo, y sus vestigios son hoy orgullo de los que estando vivos habitan la historia. La declaraci¨®n de La Laguna como patrimonio hist¨®rico tambi¨¦n resulta un s¨ªmbolo para lo que le queda en pie a las islas de sus viejos sue?os de perfecci¨®n; da?ado irremediablemente por tantas esquinas, el archipi¨¦lago debe vivir esto como una esperanza.
Durante mucho tiempo, adem¨¢s, La Laguna alberg¨® la ¨²nica universidad existente en el archipi¨¦lago; ahora se hermana en la misma dedicaci¨®n con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Pero en ese tiempo en que fue ¨²nica, La Laguna fue tambi¨¦n lugar de encuentro de numerosas generaciones de estudiantes canarios que tienen a esta ciudad como casa madre de sus mejores sue?os, y tambi¨¦n de sus mejores juergas estudiantiles; bulliciosa y abierta, la ciudad fue siempre un lugar de poetas, bohemios y estudiantes, atra¨ªdos por un clima que s¨®lo recibi¨® las perturbaciones del fascismo. Y esta huella tampoco consigui¨® oscurecer su aspiraci¨®n de libertad: la universidad defendi¨® siempre la autonom¨ªa de su recinto, al que sus sucesivos rectores impidieron el acceso a la polic¨ªa del franquismo, y cuando ¨¦sta irrumpi¨® hall¨® enfrente la oposici¨®n de todo el estamento universitario; y no fue capaz tampoco el franquismo de cercenar el esp¨ªritu del Ateneo de La Laguna, una instituci¨®n liberal que tambi¨¦n en esos tiempos defendi¨® el viejo esp¨ªritu inconforme y libertario de los que acaso preservando sus ideas democr¨¢ticas defend¨ªan tambi¨¦n el propio esp¨ªritu de la ciudad.
Ha sido ciudad abierta, ciudad de mucha gente; recuerdo al fil¨®sofo Emilio Lled¨® paseando por ella, esperando a sus hijos; veo al ling¨¹ista Gregorio Salvador creando sus primeros disc¨ªpulos; es inolvidable la presencia del investigador rumano Alejandro Cioranescu, recientemente fallecido y autor de una imprescindible bibliograf¨ªa hist¨®rica de Canarias... Por aqu¨ª pas¨® Miguel de Unamuno: "En La Laguna, un silencio y una soledad que se me met¨ªan hasta el tu¨¦tano del alma". Y Jos¨¦ Saramago: "Es un placer pasear por La Laguna. Sobre todo por la noche, cuando el tr¨¢nsito ha desaparecido y las personas no se sabe d¨®nde est¨¢n. A esas horas, La Laguna es como una ciudad fantasma, dotada de modestas pero sensibles bellezas. Misteriosa, callada, a la espera de los habitantes que la merezcan".
Antes de Marraquech ya era un patrimonio del alma.
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