Ejemplar de d¨ªa, criminal de noche La doble vida de Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz, juzgado por el asesinato de cinco mujeres
Servicial, trabajador, puntual, amable, cari?oso, detallista, simp¨¢tico, meticuloso. Un empleado ejemplar. Los amigos y conocidos de Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz todav¨ªa siguen sin escatimar adjetivos para definir su comportamiento y forma de ser. Mirada s¨¢dica y mand¨ªbula desencajada fueron los t¨¦rminos empleados por uno de los guardias civiles que participaron en el seguimiento de ese ciudadano Ferr¨¢ndiz que, al menos durante cinco madrugadas, se convirti¨® en un criminal.Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz ha presenciado, impasible, las ocho sesiones del juicio al que est¨¢ siendo sometido por la muerte de cinco mujeres de las que ¨¦l mismo se confes¨® autor. Quiz¨¢ por ello, por su autoinculpaci¨®n, la presentaci¨®n de pruebas est¨¢ pasando de puntillas por la secci¨®n II de la Audiencia Provincial de Castell¨®n para dar entrada a otros dos grandes temas sobre los que preguntar y debatir: la posible psicopat¨ªa de Ferr¨¢ndiz y la probable responsabilidad del Estado al no ejercer correctamente la vigilancia a la que habr¨ªa de haber estado sometido, debido a que se encontraba en libertad condicional cuando cometi¨® los cinco cr¨ªmenes.
Dicen que Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz, que cumplir¨¢ 36 a?os en las mismas fechas en las que se estar¨¢ decidiendo su futuro, es un psic¨®pata. Dicen que no es que tenga una doble personalidad sino una doble vida, puesto que se trata de una psicopat¨ªa que se desarrolla en un contexto normalizado, en un individuo integrado en el mundo social con rasgos de comportamiento tamizados que no precisan de la rebeld¨ªa visible para llevar a cabo sus prop¨®sitos.
Dicen sus amigos que en Ferr¨¢ndiz sobresal¨ªa la caballerosidad para con las mujeres. Era ¨¦l el m¨¢ximo protector de las chicas de la "pandilla" y de sus propias novias a las que no permit¨ªa que volvieran solas a casa, a altas horas de la madrugada. Bien sab¨ªa de lo que algunos son capaces de hacer.
Pero cuando se quedaba s¨®lo, Ferr¨¢ndiz se transformaba. Siempre era el ¨²ltimo en abandonar los bares y discotecas de moda, hecho sobre el que sus amigos no ve¨ªan nada de anormal sino la simple decisi¨®n de aprovechar la noche "a tope". Entonces, Ferr¨¢ndiz se manten¨ªa expectante. Desde alg¨²n punto estrat¨¦gico del local en el que se encontrara, miraba atento los movimientos de todos los de su alrededor. Despu¨¦s, desde su veh¨ªculo, segu¨ªa a las chicas que volv¨ªan a sus casas o presenciaba las despedidas de los novios en los portales de los edificios. Lo que nunca se sabr¨¢ es si su ¨²nica intenci¨®n era la de ejercer, una vez m¨¢s, sus ansias de vigilante-protector o iba m¨¢s all¨¢ y lo que buscaba era nuevas v¨ªctimas.
Dicen que los psic¨®patas de este tipo son incapaces de asumir sus errores y que, en los ciclos en los que se muestran violentos, son crueles y agresivos. Sin embargo, no todos "necesitan" infringir la ley y les basta con ser manipuladores, explotadores o tiranos, aunque ¨¦ste no es el caso de Ferr¨¢ndiz. Lo que tampoco se ha determinado, por el momento, es el instante en el que la psicopat¨ªa se "instala" en el cerebro humano. ?Se nace o se hace?
?Negligencia del Estado?
El caso es que otro de los grandes temas que centran el juicio contra Joaqu¨ªn Ferr¨¢ndiz es la posible negligencia del Estado en la vigilancia de su libertad condicional y la necesidad de que, en adelante, el futuro condenado sea sometido a tratamiento psiqui¨¢trico ante su improbable reinserci¨®n y el hecho de que ya hubo una vez en la que logr¨® enga?ar a psic¨®logos, educadores, asistentes sociales y crimin¨®logos. De los testimonios expuestos hasta el momento, los propios encargados de efectuar el control sobre los liberados condicionales han admitido la carencia de recursos, humanos y materiales, para que este control sea efectivo. La ¨²nica diferencia entre el Ferr¨¢ndiz en libertad condicional y cualquier otro ciudadano era que el acusado ten¨ªa que someterse a una entrevista durante tres o cuatro minutos una vez al mes. Con un coeficiente intelectual que ronda el 120, como en el caso de Ferr¨¢ndiz, f¨¢cil resulta percatarse de que semejante seguimiento resulta absolutamente superable.
Quiz¨¢ no le resulte tan f¨¢cil el sometimiento a un tratamiento, que se aplica en algunas c¨¢rceles para delincuentes sexuales o peligrosos, en el que se trabajan cuatro l¨ªneas fundamentales. La primera de ellas consiste en el aprendizaje de la conexi¨®n entre su comportamiento y las consecuencias de ¨¦ste. El b¨¢sico causa-efecto. La segunda trata de desarrollar su mundo emocional con el objetivo de eliminar su incapacidad para comprender el sentimiento ajeno. Con la tercera, se pretende que desaparezca el trato manipulativo al que los psic¨®patas someten al resto del mundo. Y, por ¨²ltimo, la cuarta y m¨¢s dif¨ªcil, que es la de hacerlos capaces de realizar una autocr¨ªtica y un an¨¢lisis realista de sus actos.
Adem¨¢s de la muerte de cinco mujeres, Ferr¨¢ndiz es acusado de otras dos agresiones que no admite. El porqu¨¦ tampoco ser¨¢ descubierto y quedar¨¢ entre varias opciones. Fueron dos errores que su vanidad no puede admitir. Fue la imprudencia o es que, al menos en el ¨²ltimo caso, quiso llevar su caballerosidad hasta el l¨ªmite.
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