Ni siglo, ni milenio
Al efecto 2000 y las cat¨¢strofes que auguran los m¨¢s agoreros para la galaxia inform¨¢tica se le anteponen otras preocupaciones de los lectores ligadas al cambio de los cuatro n¨²meros del calendario.El nuevo d¨ªgito inicial, el paso del uno al dos, y el abandono del 900 han sido capaces de mantener el m¨¢s sostenido goteo de correspondencia que ha recibido el Defensor desde que lleg¨® a este rinc¨®n en enero.
Por encima de cualquier otro asunto, el tema estrella, constante a lo largo de 11 meses, ha sido la protesta y el aviso de que el siglo XXI no comienza a las cero horas del 1 de enero del 2000, sino a la misma hora del a?o 2001.
En todas las respuestas privadas se ha hecho saber a los lectores que al acercarse el fin de a?o se har¨ªa un pronunciamiento rotundo en favor de la exactitud cient¨ªfica. Ya se public¨® un adelanto al comenzar septiembre.
Sirvi¨® de poco: ha seguido el goteo de advertencias y de quejas cada vez que un columnista o una informaci¨®n deslizaban un equ¨ªvoco, o un error, en torno al cambio de siglo.
No s¨®lo han sido cartas. El Defensor ha recibido aut¨¦nticas monograf¨ªas dedicadas a demostrar que el siglo XXI no principiar¨¢ hasta enero del 2001. La ¨²ltima de Santiago Cano, dede Ja¨¦n.
No hay nada nuevo que decir: el dictamen cient¨ªfico ofrece pocas dudas, pero la superposici¨®n entre cambio de siglo y de milenio parece trastocarlo todo.
?Ha pasado tanto tiempo!Cando se alcanz¨® el a?o mil ni siquiera exist¨ªa la lengua en que se escribe este peri¨®dico. Del "primer vagido" del castellano, en expresi¨®n acu?ada por D¨¢maso Alonso, s¨®lo queda constancia en La Rioja, en las glosas de San Mill¨¢n, como un m¨ªnimo balbuceo en los m¨¢rgenes de un texto en lat¨ªn.
Entre aquellas anotaciones del monje e Internet -una invitaci¨®n al v¨¦rtigo- se ha consumido la mayor parte del milenio y los ciudadanos de Occidente parecen dispuestos a gozar el acontecimiento con voracidad. Es la segunda vez que semejante evento puede computarse de acuerdo con el calendario gregoriano.
Lo cierto es que ni cambiamos de siglo ni de milenio. El 31 de enero de este a?o habremos consumido 999 a?os de este segundo milenio y habr¨¢ que esperar a que transcurra completo el 2000 para iniciar milenio y siglo nuevos.
Pero esas cuatro cifras del 2000, su dos y sus tres ceros arrasan cualquier c¨¢lculo. Rara vez un n¨²mero habr¨¢ provocado una conmoci¨®n parecida. Son muchos los que quieren sentirse protagonistas del suceso, sabedores de que habr¨¢ que contar ?otros mil a?os! para que la humanidad pueda atravesar de nuevo este abismo mil¨¦simo.
Incluso el cardinal que ahora se extingue, el 999, tiene en el Diccionario de la Lengua un ordinal que suena a m¨¢gico trabalenguas: "Noningent¨¦simo nonag¨¦simo nono".
Todo converge para propiciar una ocasi¨®n singular¨ªsima cuyo significado m¨¢s profundo s¨®lo podr¨ªa rastrearse en los arcanos de la psicolog¨ªa humana.
Todo invita a lo extraordinario, al gran alboroto, a la confusi¨®n. En la anterior columna dedicada al asunto, el pasado 5 de septiembre, el Defensor quiso agarrarse al argumento de autoridad de uno de nuestros m¨¢s reputados pensadores vivos, Fernando Savater, y reprodujo, como lo hace ahora, una idea que parece resumir lo que puede decirse sobre este engorroso asunto, al que el Defensor desear¨ªa poner punto final: "En las biograf¨ªas es el cero el que marca la entrada de una nueva ¨¦poca", escribi¨® Savater en el n¨²mero de mayo pasado de la revista Claves. Y a?ad¨ªa: "Resulta que la convenci¨®n de los siglos o los milenios tiene m¨¢s que ver en nuestra imaginaci¨®n con lo biogr¨¢fico que con cualquier otro respetable aspecto de nuestro sistema de pesas y medidas. De modo que apuesto por la victoria final en el imaginario colectivo de los tres ceros del 2000. Creo que los partidarios del 2001 son mejores matem¨¢ticos, pero peores psic¨®logos".
Tan ins¨®lito parece el cambio que este peri¨®dico, por primera vez en sus casi 24 a?os de vida, ha invitado a los lectores para que se pronuncien, a trav¨¦s de una carta al director, sobre sus esperanzas en torno al 2000 y publicar¨¢ una extensa selecci¨®n el pr¨®ximo 2 de enero.
?Se margina al catal¨¢n?
El senador de CiU por Lleida Josep Varela i Serra est¨¢ preocupado por el trato que este peri¨®dico dispensa a la lengua catalana. Ha escrito dos veces al Defensor. La primera, para quejarse de que el 7 de noviembre se public¨® una entrevista con Luc¨ªa Graves, hija del escritor Robert Graves, que se titul¨® Pensar en castellano e ingl¨¦s al mismo tiempo es una riqueza y un l¨ªo. En el texto, la se?ora Graves hac¨ªa menci¨®n del catal¨¢n.Ahora, el senador Varela se queja porque el domingo pasado se public¨® un adelanto de las memorias del diputado socialista Jordi Sol¨¦ Tura, editadas por Aguilar, pero sin se?alar que existe una versi¨®n catalana en Edicions 62. Pregunta si "hay una intenci¨®n sistem¨¢tica de marginar la lengua catalana" por parte del peri¨®dico y apremia al Defensor para obtener respuesta.
Es f¨¢cil y negativa. No parece razonable que un peri¨®dico con Redacci¨®n en Barcelona y edici¨®n espec¨ªfica para Catalu?a pueda tener la menor tentaci¨®n de marginar la lengua catalana. No s¨®lo eso: cada jueves puede leerse Quadern, integramente escrito en catal¨¢n, dedicado a la cultura catalana y que acaba de cumplir su semana n¨²mero 860.
Ayer mismo, al hilo de la presentaci¨®n del libro de Sol¨¦ Tura en Madrid, la informaci¨®n se?alaba que el texto se escribi¨® en catal¨¢n y ha sido traducido
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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