Feria versus Pasi¨®n
NEGRITASEl Informe Sociecon¨®mico de Sevilla, correspondiente a 1998, demuestra que entre la Semana Santa y la Feria de Abril existen diferencias que van m¨¢s all¨¢ del contraste entre el traje de un nazareno y el de volantes. Durante la primera se consumen m¨¢s frutos secos, golosinas y tabaco de contrabando, al menos si se toma en sentido literal la estad¨ªsticaque recoge las intervenciones de la Polic¨ªa Local. La demanda -presumiblemente infantil- de globos, adem¨¢s, se dispara hasta convertirse en el aut¨¦ntico hecho diferencial de la Semana Santa. Tanto es as¨ª que durante la Feria de Abril, las confiscaciones de los artilugios hinchables se desinflaron durante la ¨²ltima edici¨®n. El anuario -como todos- da los datos y no las explicaciones, pero la estrecha relaci¨®n entre los globos y la Semana Santa debe arrancar del deseo mayoritario de elevar los esp¨ªritus al cielo. Y nada para ello como los globos que siempre acaban haciendo triunfar su naturaleza huidiza.
El elemento decomisado por excelencia durante la Feria es la ca?a rociera, que durante los d¨ªas de rigurosa penitencia desaparece como por ensalmo de las calles del centro hist¨®rico. O sea, que la econom¨ªa sumergida se ajusta a la ley de la oferta y la demanda con mayor rigor incluso que la emergida. Mientras que ser¨ªa un milagro adquirir una ca?a rociera durante una estaci¨®n de penitencia de la madrug¨¢, a la vista de que es un producto de temporada, siempre se pueden encontrar, por citar otros dos art¨ªculos estacionales, setas en abril o parag¨¹as en agosto.
Junto a las ca?as rocieras -en la ¨²ltima edici¨®n se decomisaron 4.000-, tambi¨¦n las flores arrasan entre las apetencias de los visitantes del recinto ferial. Sabido es que lucirlas un Jueves Santo atenta contra el Jueves Santo. Como sabido es que no llevar flores en la Feria linda casi con la ordinariedad.
No acaban ah¨ª las diferencias. En la Feria de Abril, la gente pierde con mayor facilidad a los ni?os. No se sabe por qu¨¦, pero, por unas cosas u otras, los cr¨ªos se traspapelan entre la calle del infierno y el Real y acaban de la mano de una pareja de agentes locales que buscan la otra punta del cord¨®n umbilical. Tal vez, por las mismas razones, las intoxicaciones et¨ªlicas de la Feria tienen una estad¨ªstica en el anuario, mientras que las de la Semana Santa, no.
TEREIXA CONSTENLA
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