En "territorio liberado" por los soldados rusos
La poblaci¨®n civil que queda en Chechenia est¨¢ harta de la guerra y s¨®lo quiere conseguir tres cosas: paz, pan y trabajo.
A la mujer chechena que libera a gritos su desesperaci¨®n ante un peque?o grupo de periodistas occidentales mientras ¨¦stos suben a un transporte blindado de tropas, no parece importarle que la oigan los militares rusos que dirigen la visita guiada por "territorio liberado". "Bombardearon mi pueblo. Muri¨® mucha gente. ?Por qu¨¦, por qu¨¦? All¨ª nunca hubo bandidos".En Chervli¨®naya, al norte del r¨ªo Terek, a no m¨¢s de 30 kil¨®metros en l¨ªnea recta de Grozni, se han empezado a pagar las pensiones y ya hay luz, agua y gas. Los rusos van restableciendo paulatinamente los servicios esenciales en un intento de devolver la normalidad a la zona y convertirla en ejemplo a contrastar con el caos de la otra Chechenia, en la que los boievik¨ª (guerrilleros chechenos) siguen plantando cara a una impresionante m¨¢quina de guerra que avanza lenta e inexorablemente como una apisonadora.
En Chervli¨®naya, como en otras localidades chechenas recorridas durante dos d¨ªas, hay opiniones para todos los gustos. "Es bueno que los rusos hayan llegado, y espero que contin¨²en durante bastante tiempo para garantizar el orden", afirma Said Al¨ª, un checheno de 62 a?os que un d¨ªa fue director de una estaci¨®n de autobuses en Grozni y que considera que son Sh¨¢mil Bas¨¢yev y otros jefes guerrilleros los aut¨¦nticos responsables de este conflicto.
A su lado, el general de divisi¨®n Valeri Shpak, de 47 a?os, asiente con la cabeza y le da las gracias. A unos pocos metros, una mujer de 37 a?os, Petimat Sabra¨ªlova, afirma que las bombas rusas mataron a 19 personas en su pueblo, en el que jam¨¢s hubo boievik¨ª, y a?ade que ella se vio obligada a huir junto a su marido y sus seis hijos. El mayor de ellos, de 18 a?os, m¨²sico, est¨¢ sin trabajo. Nadie lo tiene en la familia. "Hace mes y medio", asegura, "los rusos nos dieron algo de comida. Se agot¨® enseguida".
"Quer¨ªamos que ustedes hablasen con la gente y se forjasen libremente su propia idea de cu¨¢l es la situaci¨®n", asegura el general Shpak a los informadores al final del recorrido. "Aqu¨ª, antes de la llegada de los rusos, mandaba el que ten¨ªa una pistola o un fusil. ?Qu¨¦ democracia puede haber en estas condiciones? La libertad degener¨® en una ausencia total de ley y orden, en bandidismo, asesinatos y secuestros".
En realidad, la sensaci¨®n dominante entre la poblaci¨®n civil es la de cansancio. De las bombas, de los soldados rusos, de la prepotencia de los se?ores de la guerra chechenos, de la ley de la selva, de la falta de una econom¨ªa que merezca siquiera ese nombre, de la imposibilidad de cultivar el campo, de los robos de ganado, de la ausencia total de perspectivas. A estas alturas, lo ¨²nico que quiere esta gente es paz, pan y trabajo. Si el Ej¨¦rcito ruso les da las tres cosas, est¨¢ dispuesta a soportar su presencia.
Es territorio ocupado y rige el toque de queda. Sin embargo, hasta donde puede apreciarse en una visita r¨¢pida, no existe represi¨®n, y los civiles, principales v¨ªctimas de esta guerra, dicen con frecuencia lo que piensan, por mucho que pese a los militares. ?stos tienen ¨®rdenes estrictas de evitar abusos y saqueos y de colaborar con la poblaci¨®n civil.
El tr¨¢fico en la zona -dificultado con la llegada del invierno por el hielo, la nieve, el barro y la niebla- est¨¢ casi monopolizado por los veh¨ªculos militares: tanques, blindados de transporte de tropas, camiones cisterna, gr¨²as que retiran veh¨ªculos averiados. No es f¨¢cil para un civil obtener el permiso para circular libremente. En Znamenskoe, por ejemplo, en la orilla sur del Terek, cerca de la frontera administrativa con Osetia del Norte, Vaja Saidov, que naci¨® hace 45 a?os en Kazajst¨¢n, durante el exilio masivo de los chechenos ordenado por Stalin, se esfuerza en lograrlo en el puesto policial.
Hace poco que, para ayudar a sus padres, viejos y enfermos, regres¨® con su mujer y sus tres hijos de Siberia, donde ganaba un buen dinero en una explotaci¨®n petrol¨ªfera. Gracias a sus ahorros ayuda a algunos refugiados llegados de Grozni. Si obtuviese el permiso, se?ala, y con su coche, podr¨ªa ganarse la vida comerciando a peque?a escala. No piensa en irse. "Ahora es muy dif¨ªcil ser checheno en Rusia", explica. En Znamenskoe s¨®lo quedan ya dos familias rusas. Las dem¨¢s huyeron apenas cayeron las primeras bombas.
Sara Magami¨¦dova, de 37 a?os, hace 16 que trabaja como maestra. Los 20 ni?os de entre ocho y nueve a?os de su clase r¨ªen y cantan en checheno, con el fondo de un mural que muestra un paisaje monta?oso cauc¨¢sico, pese a que, hace apenas unas semanas, oyeron la m¨²sica de las bombas que causaron nueve muertos y la destrucci¨®n de varias casas. "?Por qu¨¦ bombardean a la poblaci¨®n civil y no a los boievik¨ª", se pregunta Sara, cuya escuela se reabri¨® el 10 de noviembre tras un par¨¦ntesis de un mes.
Los maestros cobraron hace d¨ªas un mes de salario. Los pensionistas han recibido, a t¨ªtulo de adelanto, 350 rublos (algo m¨¢s de 2.000 pesetas), una cantidad que a veces puede marcar la distancia entre el hambre y la supervivencia. Un camino que parece demasiado largo para Sarz¨¢n Umarova, que a sus 54 a?os ya parece una anciana, y que dice que ni antes ni ahora exist¨ªa algo parecido a la vida normal. "En tiempos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica la situaci¨®n era mucho mejor", dice. Sarz¨¢n asegura que nunca hubo aqu¨ª problemas de convivencia entre rusos y chechenos. En Isherskaya, 20 kil¨®metros al oeste, en el l¨ªmite con Osetia del Norte, lo confirman varias rusas empleadas de la estaci¨®n de ferrocarril. Los rusos llegaron el 8 de octubre, tras bombardeos que destruyeron 28 casas. En su huida, los boievik¨ª hicieron saltar las v¨ªas del tren. En Petropavlovskoe, 100 kil¨®metros al oeste, a tan s¨®lo cinco de Grozni, Dolembek Mam¨¢yev, todo un patriarca de 74 a?os que exhibe el tradicional gorro negro de astrak¨¢n y se apoya en un bast¨®n, muestra una larga hilera de dientes de oro y asegura, con el fondo del bombardeo incesante de la capital chechena: "?Independencia? Poco importa la independencia cuando no se tiene nada".
Los rusos tomaron el pueblo sin lucha, tras una negociaci¨®n con Dolembek y otros jefes locales. Igual que en Guderm¨¦s o en Achjoi Mart¨¢n. A¨²n no hay luz, pero el general Shpak promete que llegar¨¢ pronto. Apenas cuatro kil¨®metros al sur, cay¨® el viernes Arg¨²n, tras una larga batalla. Eso cort¨® el aire de Grozni y permiti¨® a los rusos completar el cerco de la capital chechena.
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