Ca¨ªda
?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite de la crisis? ?D¨®nde el suelo de la ca¨ªda? El estadio Santiago Bernab¨¦u pareci¨® estallar de indignaci¨®n. Miles de personas gritaron su humillaci¨®n despu¨¦s del 1 a 5 frente al Zaragoza, en una ruidosa ceremonia de la confusi¨®n donde cada espectador eleg¨ªa un culpable distinto.En el Real Madrid -abar-cando como tal a presidente, entrenador, jugadores, empleados y aficionados- existe la ingenua pretensi¨®n de que todo puede resolverse apretando una tecla. Esa especie de superstici¨®n provoca un continuo cambio de direcci¨®n t¨¦cnica. Lo curioso es que, en el inicio de la aventura de cada nuevo entrenador, el milagro parece a punto de producirse; lo cierto es que, poco tiempo despu¨¦s, la aventura termina en cat¨¢strofe.
El proceso entre la esperanza y el descalabro es cada vez m¨¢s corto. Del Bosque -¨²ltima v¨ªctima- lleg¨® hace menos de un mes, y el equipo apunt¨® una reacci¨®n empatando frente a la Real Sociedad y gan¨¢ndole al Dinamo en Mosc¨². El entrenador fortaleci¨® su posici¨®n, el vestuario cambi¨® de ¨¢nimo, y los peri¨®dicos volvieron a vender ilusi¨®n. Las declaraciones de los jugadores y los titulares informativos hablaron de la serena revoluci¨®n de Del Bosque, con un optimismo que 20 d¨ªas m¨¢s tarde se revela rid¨ªculo. El Real Madrid no gan¨® desde entonces y toc¨® fondo frente al Zaragoza, con un resultado hiriente, el amotinamiento de la afici¨®n, y la sensaci¨®n de que el club es una m¨¢quina trituradora de jugadores car¨ªsimos y entrenadores prestigiosos.
A la palabra proyecto le pas¨® lo mismo que a la palabra utop¨ªa: se qued¨® anticuada. Sin embargo, ni una ni otra han sido superadas, por la sencilla raz¨®n de que el tiempo -como los sue?os- forman parte de la naturaleza de la vida. No hay teclas, no hay milagros; el Real Madrid tiene que unir los trozos rotos -presidente, entrenador, jugadores, empleados, aficionados, ideas-, recuperar los valores perdidos, y remar todos juntos en busca de un futuro definido. Si en el camino se encuentran obst¨¢culos, conviene acordarse de la frase de Churchill: hay que ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. La otra soluci¨®n es empezar de nuevo tres veces al a?o, cada d¨ªa m¨¢s deprimidos, cada d¨ªa m¨¢s divididos, y sin detener nunca la imparable ca¨ªda.
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