La SER existe
De peque?o no siempre sacaba buenas notas. Cuando eso ocurr¨ªa y llegaba la hora de subir al sal¨®n de actos del colegio, donde nos esperaba el director para revisar las calificaciones y comentarlas p¨²blicamente, todo mi af¨¢n era que pasara por alto mi nombre y no me sometiera al escarnio p¨²blico de airear mis suspensos. Lo mismo ocurr¨ªa cuando los amigos o la familia hac¨ªan el cl¨¢sico comentario preguntando: "?Qu¨¦ tal en el colegio?", que ellos planteaban con la simpleza del que habla del tiempo, y que me obligaba a hacerme el loco y a cambiar de inmediato de conversaci¨®n para no reconocer mi verg¨¹enza. Jam¨¢s se me ocurri¨® proclamar en tono triunfal unos avances inexistentes o vender un tres en matem¨¢ticas como la marcha imparable hacia la meta del cinco.Cuento esto porque a los profesionales de los medios de comunicaci¨®n nos siguen poniendo notas y creo que la forma de sentir y proceder de chaval ante los malos resultados contin¨²a siendo la m¨¢s digna, aunque seamos ahora mayorcitos. A quienes trabajamos en la radio y en los peri¨®dicos, las calificaciones nos las pone el llamado Estudio General de Medios, una asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro para la investigaci¨®n de medios de comunicaci¨®n. Socios de esa organizaci¨®n son las agencias publicitarias, las centrales de compra y los propios medios, empresas, en definitiva, interesadas en conocer la respuesta del p¨²blico ante la oferta medi¨¢tica.
Su sistema de trabajo es la realizaci¨®n de miles de encuestas en un universo sociol¨®gico previamente estudiado para lograr un c¨¢lculo lo m¨¢s aproximado posible de la audiencia o el n¨²mero de lectores de los diferentes medios. Todos entendemos que no es una cuenta exacta pero s¨ª la m¨¢s independiente, objetiva y, por tanto, respetada en este ¨¢mbito de la comunicaci¨®n. Desde esa creencia generalizada, el que m¨¢s y el que menos devora, cuando llegan a la mesa, los datos del estudio en sus tres oleadas anuales siempre con la esperanza de que el p¨²blico haya sonre¨ªdo su trabajo y sus desvelos. Para las empresas es una informaci¨®n importante porque condiciona en gran medida la factura publicitaria que sostiene el negocio, y para los trabajadores porque afecta a su prurito profesional. Es comprensible, en consecuencia, que tras conocerse el dictamen de las distintas oleadas cada uno trate de maquillar los resultados presentando a la opini¨®n p¨²blica lo mejor de s¨ª mismo distrayendo la atenci¨®n para que lo que fue peor no se note. Lo que por el contrario me resulta inaudito y a todas luces pat¨¦tico es el intento desesperado de presentar como sobresaliente cum laude lo que constituye una monumental cosecha de calabazas. No puedo entender que un medio que se precie de informativo presente a sus lectores los resultados del EGM en la radiodifusi¨®n omitiendo que la Cadena SER alcanza la mayor diferencia hist¨®rica sobre sus competidores aventajando en m¨¢s de un mill¨®n seiscientos mil oyentes a la Cope, el inmediato seguidor. Que olvide, tambi¨¦n, la existencia del programa Hoy por hoy, l¨ªder absoluto de audiencia, y del espacio El larguero, que protagoniza la hora de radio m¨¢s escuchada de Espa?a. Las fobias y filias de ese mismo medio le conducen igualmente a la perversi¨®n informativa de proclamar triunfantes, sin pudor alguno, los buenos resultados en los programas de Onda Cero, Cope y Radio Nacional, mientras ocultan que no existe un solo tramo horario en el que la SER rinda su liderazgo. Sin embargo, el rid¨ªculo m¨¢s absoluto se lo reservan para presentar los datos que arroja el programa A toda radio, que dirige la locutora Marta Robles en la emisora adquirida por Telef¨®nica. De ella dicen que "ha registrado en pocos meses 243.000 oyentes, aunque no alcanza todav¨ªa la audiencia de su antecesora, Julia Otero". La cruda realidad es que el nuevo espacio de Onda Cero ha sufrido una ca¨ªda de casi el 50% de los oyentes en la franja horaria que ocupa. El asunto es especialmente sangrante porque Julia Otero fue destituida por los nuevos amos argumentando motivos comerciales cuando dirig¨ªa el ¨²nico espacio que superaba a la SER en su tramo horario. De chavales, a los malos estudiantes nos ruborizaba que nos catearan. En cambio, ahora, de mayores, algunos hasta sacan pecho. Se ve que con el tiempo perdieron la verg¨¹enza.
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