Hacia la gran Europa

EL CONSEJO Europeo ha cumplido en Helsinki con un deber hist¨®rico y moral: ha abierto las puertas de la UE a todos los pa¨ªses que aspiran al ingreso, Turqu¨ªa incluida. Ha dibujado as¨ª el mapa de una Europa reunida. Sin embargo, de las tres preguntas b¨¢sicas sobre la ampliaci¨®n -qui¨¦nes, c¨®mo, cu¨¢ndo-, s¨®lo ha respondido a la primera: Eslovaquia, Lituania, Letonia, Malta, Bulgaria y Rumania entran en una regata en la que ya est¨¢n participando Hungr¨ªa, la Rep¨²blica Checa, Polonia, Eslovenia, Estonia y Chipre. Las dem¨¢s solicitudes, salvo la de Turqu¨ªa, que recibe un trato espec¨ªfico, queda de momento fuera de la competici¨®n como problemas a resolver.A Turqu¨ªa, miembro de la OTAN que solicit¨® el ingreso en la UE en 1987, se le asciende al rango de candidato con un horizonte m¨¢s lejano debido a las condiciones especiales que se le piden, como la desactivaci¨®n del conflicto chipriota o de sus contenciosos con Grecia sobre el mar Egeo en el Tribunal Internacional de Justicia antes del 2004. Es de esperar que Turqu¨ªa no s¨®lo no rechace el envite, sino que le impulse a cumplir los requisitos inamovibles de democratizaci¨®n y respeto de los derechos humanos, pues de otro modo se convertir¨¢ en eterna candidata. Incluso as¨ª, y pese a las buenas palabras en Helsinki, en la UE sigue habiendo serias resistencias -especialmente de los democristianos alemanes- a su eventual ingreso.

Las respuestas a las otras dos preguntas son igualmente importantes para la construcci¨®n del futuro espacio comunitario. La UE s¨®lo se compromete a estar preparada en el 2002 para acoger a algunos nuevos miembros, que, en cualquier caso, no entrar¨ªan hasta despu¨¦s. Hoy por hoy, ninguno de los pa¨ªses candidatos cumple los criterios pol¨ªticos y econ¨®micos exigidos para ingresar en la Uni¨®n y para aguantar los efectos de una plena integraci¨®n. Pero tampoco la UE est¨¢ en disposici¨®n de incorporar a 12 Estados m¨¢s, que, sin contar a Turqu¨ªa, representan un tercio de su poblaci¨®n actual y s¨®lo un 9% de su PIB, lo que da idea del desequilibrio. Por otra parte, no es suficiente la minirreforma que se negociar¨¢ el pr¨®ximo a?o para adaptar unas instituciones ideadas para seis, adaptadas luego para 15 y que ahora han de servir para 27 Estados. Tampoco sirve el actual marco presupuestario para esta mayor ampliaci¨®n, que deber¨¢ pasar, adem¨¢s, por una reforma de la pol¨ªtica agr¨ªcola o de la de cohesi¨®n. Pero de eso no se habla.

Pese a las dificultades, la UE se fija as¨ª, a las puertas del nuevo siglo, una inmensa tarea. Las perspectivas que abre pueden alentar las transformaciones necesarias en la propia Uni¨®n y en unos pa¨ªses candidatos cuyas sociedades han rebajado su entusiasmo por incorporarse a esta Europa. Ahora bien, la falta de sincron¨ªa puede generar agravios y tensiones; por ejemplo, si entrara antes la Rep¨²blica Checa que una Eslovaquia con la que mantiene un mercado ¨²nico. En Helsinki se ha trazado una ruta, pero no una estrategia para recorrerla.