30 a?os de c¨¢rcel para el polic¨ªa que tortur¨® a un haitiano en Nueva York
Justin Volpe, el polic¨ªa de Nueva York que confes¨® haber torturado y sodomizado con un palo de escoba al inmigrante haitiano Abner Louima, fue sentenciado ayer a 30 a?os de prisi¨®n. Volpe, de 27 a?os, fue tambi¨¦n condenado a pagar una indemnizaci¨®n de 277.495 d¨®lares (unos 46 millones de pesetas) a Louima. Esta agresi¨®n, cometida en 1997, pasar¨¢ a la historia como uno de los actos m¨¢s espantosos de brutalidad policial en Nueva York.
Tras detener en las calles de Nueva York al inmigrante y llevarle a comisar¨ªa, el agente Volpe le introdujo por el recto un palo de escoba roto, provoc¨¢ndole graves lesiones. Volpe afirm¨® que hab¨ªa detenido a Louima porque el haitiano le hab¨ªa empujado por la espalda durante un tumulto en las afueras de un local nocturno de Brooklyn.Antes de escuchar la sentencia dictada por el juez neoyorquino Eugene Nickersen, Volpe reiter¨® ayer la solicitud de perd¨®n que ya hab¨ªa efectuado durante la vista oral del caso. "He hecho da?o a mucha gente y he tenido y sigo teniendo mucha verg¨¹enza por mi comportamiento", dijo. "Pido perd¨®n de nuevo; s¨¦ que debo pagar y que pagar¨¦ por mi crimen". Su abogado solicit¨® al juez un m¨¢ximo de 20 a?os de prisi¨®n.
M¨¢s dureza
La severa condena no satisfizo, sin embargo, las expectativas de la fiscal¨ªa, que hab¨ªa solicitado para Volpe la cadena perpetua sin posibilidad de ning¨²n tipo de libertad anticipada. Seg¨²n el fiscal Alan Vinegard, Volpe no solo tortur¨® horriblemente al inmigrante haitiano, sino que, una vez descubierto el caso, obstruy¨® deliberadamente la investigaci¨®n con sus mentiras. Antes de verse obligado a confesar en pleno juicio, porque varios de sus compa?eros de comisar¨ªa ya hab¨ªan prestado testimonio en su contra, el polic¨ªa neoyorquino sostuvo que las heridas sufridas por Louima hab¨ªan sido causadas por pr¨¢cticas homosexuales, y no por torturas.
El fiscal Vinegard tild¨® las protestas iniciales de inocencia de Volpe de "un intento cobarde y vergonzoso de enga?ar a la polic¨ªa, a los tribunales y a la ciudad de Nueva York". Pero los testimonios de sus compa?eros, una de las primeras brechas en el conocido como "muro azul del silencio" -el c¨®digo t¨¢cito que impide a los miembros de la polic¨ªa de Nueva York denunciar sus propios abusos-, jugaron en contra de sus argumentos.
Louima, por su parte, declin¨® pedir un castigo espec¨ªfico para el agente que le tortur¨® hace ya dos a?os. "Estoy seguro", dijo el inmigrante, "de que el tribunal adoptar¨¢ una decisi¨®n sabia y justa". "He sufrido tres operaciones para reparar mi ano, colon e intestinos, he pasado dos meses y medio metido en un hospital y algunas veces le pregunto a Dios: "?Por qu¨¦ yo? ?Por qu¨¦ me dejaste vivir?", pero entonces miro a mi familia, mi mujer, mis ni?os y todos mis amigos, y vuelvo a tener ganas de vivir", dijo Louima. Los familiares del agredido siempre denunciaron que, al menos, cuatro agentes hab¨ªan participado en la sodomizaci¨®n.
Siendo un ataque de un polic¨ªa blanco contra un inmigrante negro, la tropel¨ªa cometida por Volpe en 1997 deterior¨® notablemente las relaciones entre la polic¨ªa de Nueva York y las minor¨ªas raciales y culturales de la ciudad. Una catarata de manifestaciones callejeras denunci¨® que ese caso fue solo un ejemplo extremo de los cientos de violaciones de los derechos humanos de negros e hispanos cometidos a diario por unas fuerzas de seguridad que han recibido del alcalde republicano Rudoph Giuliani estrictas instrucciones de terminar con la delincuencia.
La pol¨ªtica de dureza policial de Giuliani ha cosechado un extraordinario ¨¦xito en la reducci¨®n del n¨²mero y la gravedad de los delitos cometidos un Nueva York, una ciudad que lleg¨® a tener fama mundial de muy peligrosa. Pero uno de los precios a pagar ha sido la extrema violencia de los agentes en sus relaciones con los sectores sociales o raciales m¨¢s desfavorecidos.
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