Control
JAIME ESQUEMBRE
A Luis D¨ªaz Alperi, alcalde de Alicante, le da miedo el pueblo. No se explican de otra forma los ¨ªmprobos esfuerzos realizados por el PP en los ¨²ltimos cuatro a?os para promover el nacimiento de nada menos que cien asociaciones vecinales, culturales, deportivas y sociales, muchas de ellas inoperantes, y por tanto fantasmas, para controlar el movimiento ciudadano. A cada asociaci¨®n con el sello de inter¨¦s municipal le corresponde un voto en el seno de los ¨®rganos de participaci¨®n vecinal, y la irrupci¨®n de un centenar de nuevos votos garantiza al PP su control absoluto, que es de lo que se trataba. Si a eso a?adimos la potestad de dar de baja del censo oficial a colectivos de corte progresista (34 de momento, y se anuncian nuevas cribas por supuesta inactividad), resulta que el gobierno local lo que consigue es desvirtuar de tal manera al movimiento vecinal que acabar¨¢ mat¨¢ndolo. Y eso se vislumbra como objetivo primero y ¨²ltimo.
Esto, que es as¨ª, no le gusta al alcalde que se sepa. Demostrando un desconocimiento absoluto de las obligaciones inherentes a su cargo, Alperi rechaz¨® ayer toda cr¨ªtica al respecto con el argumento de que la gesti¨®n referida al movimiento vecinal la controla su concejal de Participaci¨®n Ciudadana, y no ¨¦l. Ignora u obvia el mun¨ªcipe que el alcalde es el primer y ¨²ltimo responsable de la gesti¨®n de su equipo, a t¨ªtulo de herencia. ?l lo eligi¨®, o a ¨¦l se lo impusieron, y ¨¦l reparti¨® las competencias. O se las repartieron. No vale descargar responsabilidades en el subalterno, porque de otra forma, y con el gobierno de todas las ¨¢reas delegado, el alcalde sobra.
Quien lo tiene m¨¢s claro es su concejal de Participaci¨®n, el ex festero Andr¨¦s Llorens, que otorga importancia al control del movimiento ciudadano. Para Llorens, desde el punto de vista pol¨ªtico, se trata de una cuota m¨¢s de poder. Un asociacionismo activo, exigente y reivindicativo resulta molesto y hasta peligroso para el gobernante. Frente a ello, la docilidad y el conformismo forman parte del ideario popular. De dignidad mejor no hablar.
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