La risa del d¨ªa

Claro que Federico no tuvo la culpa de las terribles celebraciones de su centenario, a cuyo dinero acudieron toda clase de profesionales y de aficionados, la mayor¨ªa -como es l¨®gico- con mal resultado. Moncho Alpuente sinti¨® el fastidio de otras muchas personas, pero no se resign¨® y escribi¨® un espect¨¢culo breve para Las Veneno. Todos conocen a Las Veneno y a Moncho: los lectores de este peri¨®dico y los oyentes de la SER se lo saben, y lo pasan bien con su esp¨ªritu cr¨ªtico, su ingenio y su decisi¨®n de no dejar t¨ªtere con cabeza. Y a veces a los que no son t¨ªteres.El p¨²blico del viernes por la noche en el teatro Alfil, donde se produce el espect¨¢culo, era muy joven y muy en sinton¨ªa, con la mayor¨ªa femenina a la que estamos acostumbrados ya en todo lo que tenga relaci¨®n con la cultura (y con muchas m¨¢s cosas): no s¨®lo se las ve¨ªa, sino que se o¨ªan sus carcajadas y, al final, los aulliditos de coyote con que suelen, ahora, mostrar su satisfacci¨®n. Las personas serias nos contagiamos f¨¢cilmente. Las canciones del Reverendo, las continuas alusiones a la actualidad y a los personajes del d¨ªa, las parodias del propio Lorca, y la gracia personal de Las Veneno les dej¨® contentos. Es un tipo de teatro muy abandonado, que a m¨ª me recordaba las antiguas revistas pol¨ªticas y sus cupl¨¦s, que a veces se cambiaban cada d¨ªa para mantener la actualidad sometida a la risa. Con mucha relaci¨®n con el g¨¦nero period¨ªstico sat¨ªrico: una de las especialidades de Moncho Alpuente.