Los or¨ªgenes de la Inquisici¨®n
Con motivo de la traducci¨®n al castellano de la obra Los or¨ªgenes de la Inquisici¨®n en la Espa?a del siglo XV de Benzion Netanyahu, padre del ex presidente del Estado de Israel, se ha suscitado una pol¨¦mica en la que, como veterano cultivador del tema, me gustar¨ªa dar a conocer mi opinion. La tesis central del libro,muy voluminoso, fruto de toda una vida de trabajo, es la siguiente: bajo apariencias de tribunal eclesi¨¢stico la Inquisici¨®n espa?ola fue un instrumento creado por los Reyes Cat¨®licos con fines pol¨ªticos: destruir la poderosa minor¨ªa judeo conversa (marrana la llama, aunque tal denominaci¨®n cuadra mejor a los judaizantes portugueses) que hab¨ªa suscitado el odio de los cristianos viejos, manifestado en sangrientos tumultos, sobre todo en la Baja Andaluc¨ªa. Los judeoconversos eran, salvo raras excepciones, cristianos sinceros, aunque sus pasados se hubieran convertido por temor o por inter¨¦s; as¨ª resulta de los dict¨¢menes de los rabinos que examinaron la conducta y creencias de los conversos y negaron que se les pudiera considerar como criptojud¨ªos; eran cristianos, y los reyes lo sab¨ªan, pero como hab¨ªan concitado el odio del pueblo creyeron que beneficiar¨ªa su imagen destruir aquella minor¨ªa con el pretexto de que hab¨ªan renegado y regresado a la fe de sus antecesores. Con tal motivo crearon en 1480 el tribunal de la Inquisici¨®n, con la colaboraci¨®n del Pontificado pero totalmente supeditada a la voluntad de los reyes, que la convirtieron en temible arma pol¨ªtica. Destruida la minor¨ªa marrana la Inquisici¨®n busc¨® luego otras v¨ªctimas (protestantes, moriscos...) para justificar su existencia.Esto es lo esencial de su tesis, expuesta con gran prolijidad y erudici¨®n; m¨¦rito suyo es utilizar fuentes hebreas poco accesibles. Las fuentes impresas castellanas y latinas son tambi¨¦n utilizadas aunque con m¨¦todos muy discutibles: como ha hecho notar el profesor Escudero, Netanyahu da cr¨¦dito a los autores que favorecen su tesis y descalifica sin contemplaciones a los que la contradicen. Su conocimiento de la documentaci¨®n inquisitorial es escaso y de segunda mano.
Mientras la tesis del car¨¢cter m¨¢s pol¨ªtico que religioso de la Inquisici¨®n hab¨ªa sido ya defendido por otros autores, el de la cristiandad casi general de los conversos es propia de Netanyahu y comporta no pocas dificultades y contradicciones que expondr¨¦ de forma sint¨¦tica. De entrada, resulta incomprensible que los descendientes de los forzados conversos fueran cristianos sin fisuras: lo l¨®gico es que no pocos conservaran el recuerdo de la antigua fe y volvieran a ella, aunque con pr¨¢ctica irregular y contaminada, que es lo que suscitar¨ªa el adverso parecer de los rabinos acerca de la autenticidad de su judaismo. Los testimonios coet¨¢neos acerca de la existencia de criptojud¨ªos son, por tanto, veros¨ªmiles, pero Netanyahu los desecha y se aferra a la tesis de que la Inquisici¨®n condenaba a sabiendas cristianos aut¨¦nticos; su actuaci¨®n ser¨ªa comparable a los procesos de Stalin contra la c¨²pula comunista, un montaje, una farsa, y es raro que los reyes se tomaran tanto trabajo para organizar una red inquisitorial complicada, costosa, dotada de instrucciones detalladas; para hacer un trabajo sucio no se necesitaban tantas precauciones; por otra parte, los inquisidores, fiscales, secretarios, etc¨¦tera ten¨ªan que saber que aquello era un tinglado; pero la documentaci¨®n inquisitorial no da, en absoluto, esa impresi¨®n; incluso la documentaci¨®n m¨¢s confidencial, como la correspondencia de la Suprema con los tribunales de distrito, dan la idea de que se tomaban muy en serio su papel de averiguar la verdad de las denuncias que pesaban sobre los reos.
Hay otra consideraci¨®n que ataca de ra¨ªz la tesis del autor: la Inquisici¨®n no atac¨® la minor¨ªa conversa en bloque sino un sector minoritario variable seg¨²n las regiones: peque?o en Castilla-Leon, zona de conversos antiguos y bastante asimilados; mayor en la zona del tribunal de Toledo, y mucho mayor en la Baja Andaluc¨ªa, donde era mayor la presencia de criptojud¨ªos y m¨¢s fuerte el rechazo popular. En total, extrapolando los datos conocidos, puede estimarse que la Inquisici¨®n abri¨® unos treinta y cinco mil procesos entre 1482 y 1532, que fue el medio siglo de m¨¢xima actividad. Netanyahu calcula que habr¨ªa en Espa?a por aquellas fechas 600.000 conversos; yo no creo que fueran tantos; quiz¨¢s la mitad, pero de todas formas la discordancia entre conversos y procesos es tan grande que se impone la evidencia de que s¨®lo una minor¨ªa fue directamente afectada. Pero hay m¨¢s: de esos treinta y cinco mil penitenciados seis o siete mil lo fueron a la pena capital, la mitad en persona y la otra mitad en efigie; los restantes, en no pocos casos, consiguieron rehabilitarse. Juan S¨¢nchez de Toledo, abuelo de santa Teresa, llev¨® varios a?os el infamante sambenito; terminada la condena cambi¨® de apellido y de residencia, prosper¨® en ?vila, sus nietos consiguieron hidalgu¨ªa, varios hicieron fortuna en Indias y una nieta se carte¨® con FelipeII y subi¨® a los altares. Caso excepcional, se dir¨¢. Excepcional s¨ª, pero no ¨²nico, ni mucho menos.
Hacia 1530, cuando la minor¨ªa conversa, seg¨²n la teor¨ªa de Netanyahu, deb¨ªa estar ya destruida, encontramos conversos por todas partes, y muy bien situados: en los consistorios municipales, aprovechando las oportunidades que ofrec¨ªa la venta de cargos, en los cabildos y ¨®rdenes religiosas; en las chanciller¨ªas; en los organismos econ¨®micos m¨¢s potentes; copaban el consulado de Burgos, y muchos hab¨ªa en el de Sevilla. Casi ninguno fue molestado. Ante esta invasi¨®n, cabildos, colegios mayores y otras instituciones empezaron a elaborar estatutos de limpieza de sangre. Por esta rendija entr¨® el racismo, pero ¨¦sta es otra historia; el racismo no estaba en la base, en el origen de la Inquisici¨®n; fue una consecuencia no prevista, no buscada que la Inquisici¨®n acept¨® tarde y de mala gana.
Otra contradicci¨®n a la tesis de Netanyahu resulta de la conducta de los Reyes Cat¨®licos con los jud¨ªos afectados por el decreto de expulsi¨®n de 1492: hicieron grandes esfuerzos para que se convirtieran y se quedaran en Espa?a; durante varios a?os despu¨¦s del decreto fueron muchos los que regresaron para bautizarse y recuperar sus bienes. O sea, que los reyes, que presuntamente deseaban la destrucci¨®n de dicha minor¨ªa cooperaban a su expansi¨®n. Estas contradicciones nacen de erro
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res de principio y de un conocimiento imperfecto de la historia general de Espa?a; conoce muy poco el car¨¢cter de los Reyes Cat¨®licos quien piense que podr¨ªan doblegarse ante unos tumultos populares; quiz¨¢s hubieran cedido ante una fuerte presi¨®n de la nobleza, pero ¨¦sta, y las clases elevadas en general, no eran partidarias de usar la violencia contra los judeoconversos. Es mas l¨®gico pensar que los reyes quer¨ªan castigar a los conversos que judaizaban y dejar en paz a los dem¨¢s. As¨ª todas las piezas encajan, y es lo que adem¨¢s sucedi¨®. La explicaci¨®n racista de la Inquisici¨®n no tiene ninguna base; el mismo Netanyahu reconoce que tanto Isabel como Fernando estaban rodeados de conversos; lo eran los miembros de la camarilla aragonesa de don Fernando, fray Hernando de Talavera, confesor de la reina, el cronista Hernando del Pulgar, Torquemada, inquisidor general... Netanyahu lo reconoce y sugiere explicaciones nada convincentes. La obra termina con una soflama en la que se alude a Hitler y al Holocausto, como si hubiera alguna paridad entre estos hechos y el caso espa?ol, en el que, ciertamente, hubo hechos muy condenables, pero de otro signo y en otra escala. La Inquisici¨®n espa?ola fue un producto del fanatismo religioso, como otras instituciones similares en toda Europa. El prejuicio antirracial entre nosotros fue un fen¨®meno tard¨ªo, folkl¨®rico y nada violento, porque en la Espa?a moderna ya no hab¨ªa jud¨ªos, y ello explica la cantidad de infundios y f¨¢bulas que corr¨ªan sobre ellos. Estimanos a los sefard¨ªes; compadecemos a las v¨ªctimas de la intolerancia; condenamos a sus verdugos. Al doctor Netanyahu agradecemos sus trabajos y esperamos que rectifique algunos aspectos de su obra que nos parecen no tan logrados
Antonio Dom¨ªnguez Ortiz es miembro de la Real Academia de la Historia.
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