En copa fr¨ªa
JULIO SEOANE
S¨®lo queda despedirnos, desear felices fiestas y un grato comienzo de a?o. Mientras tanto, nos mantenemos a la expectativa del cierre de las listas de candidatos para las pr¨®ximas elecciones generales, que constituyen los primeros indicios de la campa?a electoral que nos espera.
A la vuelta, al regreso de los d¨ªas y las rutinas, nos encontraremos con un panorama complejo, el inicio de campa?a y una dispersi¨®n progresiva de la vida pol¨ªtica. Cada d¨ªa resulta m¨¢s dif¨ªcil relacionar la pol¨ªtica auton¨®mica con la general, con la pol¨ªtica social o con los nuevos estilos de vida de las ¨²ltimas generaciones.
Por un lado est¨¢ la pol¨ªtica auton¨®mica, que deber¨ªa ser la que m¨¢s nos afecta pero que, en t¨¦rminos generales, se dedica m¨¢s a la aplicaci¨®n de reglamentos y muy poco a gobernar. Las elecciones auton¨®micas producen la sensaci¨®n de que todo queda en casa, casi siempre entre los mismos, pero las generales cambian a la gente de sitio. Seg¨²n la prensa, por ejemplo, Segundo Bru puede ir al Senado, alej¨¢ndose as¨ª de la c¨¢tedra y de la opini¨®n valenciana. Alguien gana, sin duda, pero nosotros perdemos.
La pol¨ªtica de Estado existe, pero los ciudadanos la saludamos en muy pocas ocasiones. Los problemas sobre el modelo de Estado, la pol¨ªtica de poblaciones, la inmigraci¨®n y su futuro, las redes de comunicaci¨®n mundial, se discuten en peque?os escenarios, se asoman con tintes partidistas en los medios de comunicaci¨®n y desaparecen de puntillas hacia los centros de decisi¨®n. Salvo alg¨²n pol¨ªtico de nuevo cu?o como, por ejemplo, el senador valenciano Gonz¨¢lez Pons que aparece ¨²ltimamente en estas batallas, nadie quiere tratar abiertamente ciertos problemas. Pero existen, nos afectan a todos y tienen que discutirse en p¨²blico.
La m¨¢s rentable en votos es la pol¨ªtica social. Por esa raz¨®n se planifica a la carta, a gusto del consumidor, consultando a viejos y j¨®venes, pensionistas y funcionarios, aqu¨ª y all¨¢, aunque cada d¨ªa perdiendo m¨¢s credibilidad. Todos abusan de la oferta, pero Almunia corre el riesgo de disolverse en el men¨², hasta nos amenaza con dentista gratuito, la ¨²ltima disculpa que nos quedaba para no ir.
Y luego est¨¢ la pol¨ªtica de sal¨®n, que no es la imaginaria o ficticia, sino la que reivindican ahora algunos sectores de la juventud. Es la pol¨ªtica de las relaciones personales, pero en grupo, en salones. La discoteca est¨¢ a medio camino de los salones sociales del XIX, la sala de fiestas y el saloon de las pel¨ªculas del Oeste. Las narcosalas son una mezcla del viejo y ex¨®tico fumadero de opio y el fr¨ªo dispensario de la seguridad social. Las sexosalas para "practicar el sexo" combinan la casa de lenocinio de la ¨¦poca de sus abuelos y el gimnasio del tiempo de los padres. No hay que alarmarse por esta nueva pol¨ªtica de sal¨®n, con tal de que cumplan con las mismas condiciones que tienen para jugar en el patio del colegio: que no se ensucien y que no se hagan da?o, higiene y no violencia. El resto ya es algo trivial.
Con todos estos elementos de pol¨ªtica fragmentada, convenientemente agitados en una coctelera, s¨ªrvase el combinado en copa fr¨ªa y brindemos por el nuevo a?o. La resaca est¨¢ garantizada.
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