F¨²tbol sin demagogia
No han pasado tres a?os desde el d¨ªa en que Mostovoi intent¨® abandonar a sus compa?eros en medio de un partido. Ocurri¨® en Gij¨®n, despu¨¦s de un gol absurdo de esos que acostumbraba a encajar aquel Celta de Fernando Santos. Patxi Salinas y Chemo del Solar lo devolvieron a empujones al terreno de juego, y ese jugador que entonces repudi¨® la afici¨®n es ahora el m¨¢s querido del celtismo, tal vez el m¨¢s exquisito que ha disfrutado jam¨¢s el club vigu¨¦s en 76 a?os de historia.Mostovoi (30 a?os) es aliado y presa de su car¨¢cter, de una fama de tipo inadaptado que le ha cerrado las puertas de los mejores clubes del f¨²tbol europeo. Pero su dominio de la pausa, su forma de esconder el bal¨®n, su regate y su pase, sobre todo su pase, le han convertido en uno de los grandes asistentes de la Liga.
Dicen que su forma de jugar tiene que ver con sus or¨ªgenes como jugador de hockey, cuando Alexander era un ni?o en San Petersburgo. Acostumbrado a la fren¨¦tica velocidad de la bola sobre el hielo, el f¨²tbol ser¨ªa para ¨¦l un deporte ralentizado que se permite el privilegio de presentir con varios segundos de antelaci¨®n. Eso explicar¨ªa por qu¨¦ siempre parece que llega tarde, que alguien meter¨¢ el pie desde atr¨¢s y le arrebatar¨¢ el bal¨®n. Pero de repente, siempre en el ¨²ltima mil¨¦sima, aparece su bota e inventa un asombroso servicio que desconcierta incluso a sus compa?eros.
Dej¨® huella en el Benfica, pero no por su f¨²tbol, sino por sus constantes problemas. Luego, el f¨²tbol franc¨¦s (Estrasburgo) se le qued¨® peque?o y en 1996 aterriz¨® en Vigo. Y lo hizo como un elefante en una cacharrer¨ªa. El clima y un entrenador cuasimilitar le hicieron dudar. Hay fotos del ruso en el banquillo con jugadores como Revivo mientras por el campo bregaban futbolistas como Josema y Merino.
Todo cambi¨® con la llegada de Irureta y su amigo Karpin. Cumple su cuarta temporada en Vigo, ahora con V¨ªctor Fern¨¢ndez, y se da por hecha su renovaci¨®n. Ya no queda rastro de aquel jugador hura?o enfrentado con el mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.