Un triunfo contra corriente
La figura de Rivaldo ha crecido a medida que la del Bar?a ha ca¨ªdo
A su llegada al Camp Nou y dirigi¨¦ndose a un club que guarda un especial culto al futbolista, Louis van Gaal proclam¨® que no le gustaban los premios individuales. Y para reforzar su ideario, el t¨¦cnico holand¨¦s record¨® que ninguno de los futbolistas con los que hizo del Ajax-95 un equipo invencible -s¨®lo perdi¨® un partido de Copa con el Feyenoord- hab¨ªa sido nominado para el Bal¨®n de Oro (Litmanen qued¨® tercero en una votaci¨®n ganada por Weah). Hoy, tres a?os despu¨¦s, est¨¢ previsto que Rivaldo, de 27 a?os, futbolista del Barcelona, sea designado el mejor jugador europeo por la revista France Football. Llegados a este punto, podr¨ªa decirse que el jugador le ha podido al entrenador, y Van Gaal ha claudicado ante Rivado. Vuelve el Bar?a a los viejos tiempos. No tiene al mejor equipo, pero dispone del futbolista m¨¢s determinante.Rivaldo es un jugador ex¨®tico, un cuerpo extra?o, una persona con vida propia en el Bar?a de Van Gaal, empe?ado en conseguir un cl¨®nico del Ajax. La figura del brasile?o se ha agrandado en la misma medida que el equipo ha empeque?ecido. En el Bar?a, hoy todo es discutible salvo Rivaldo, a quien se juzga aparte. El t¨¦cnico ha ido pleg¨¢ndose al brasile?o. Fue fichado deprisa y corriendo para combatir el p¨¢nico que hab¨ªa provocado un equipo an¨®nimo (Skonto Riga) en la Liga de Campeones, y desde entonces sus goles han arreglado muchos desperfectos.
No era el futbolista que quer¨ªa Van Gaal, empe?ado en conseguir un extremo zurdo. Hoy el preparador holand¨¦s sigue buscando un 11 -contrat¨® a Zenden, prob¨® con Nano, ensay¨® con Figo y Ronald de Boer y parece ser que para la pr¨®xima temporada espera a Overmars- y mientras, Rivaldo se debate en cada partido entre cumplir las funciones que le asigna el entrenador o aplicar sus calidades, que una cosa nada tiene que ver con la otra. La hinchada ya sabe que por orden de Van Gaal, Rivaldo comienza los partidos en el margen izquierdo, abriendo el campo, y acaba jugando por donde le da la gana, preferentemente por el callej¨®n del 10. A Rivaldo le falta sentido de equipo. Incluso dir¨ªase que Rivaldo es el abanderado de los que piensan m¨¢s en c¨®mo celebrar los goles, a qui¨¦n dedic¨¢rselos, que en c¨®mo marcarlos.
No parece interesarle nada de cuanto acontece fuera de un campo de f¨²tbol, quiz¨¢ por su origen humilde, por su condici¨®n de meninho que ayudaba a la econom¨ªa familiar vendiendo refrescos en las playas de Recife. La muerte de su padre, justo cuando Rivaldo ten¨ªa 16 a?os, dej¨® en su rostro una muestra de tristeza permanente, rasgo que le ha impedido convertirse en h¨¦roe o ¨ªdolo.
En Brasil, ya fuera en el Santa Cruz, en el Corinthians, en el Palmeiras o en la selecci¨®n, siempre encontr¨® a gente por delante o a alguien a quien remplazar. Ha tenido que jubilarse pr¨¢cticamente Romario y lesionarse Ronaldo, para que Rivaldo fuera considerado el mejor futbolista de Brasil. En el Deportivo le cost¨® llenar el hueco dejado por Bebeto y escuch¨® alguna que otra bronca. Y una vez en el Camp Nou no le result¨® f¨¢cil mitigar el recuerdo de Ronaldo. Futbol¨ªsticamente habr¨¢ siempre quien le mire de reojo, pero su productividad es incuestionable. Este a?o gan¨® su segunda Liga con el Barcelona, marc¨® 24 goles y triunf¨® en la Copa Am¨¦rica (fue campe¨®n, pichichi y mejor jugador).
Nadie puede dudar de su categor¨ªa, pero a veces da la sensaci¨®n de que confunde la pelota con el juego, momentos en que su figura de futbolista se confunde con la de un actor de circo. Sucede que en el Bar?a, donde cada vez se juega menos y se corre m¨¢s, se tiene una gran dependencia de los goles de Rivaldo.
No llega a porter¨ªa por la v¨ªa directa. Rivaldo prefiere adornarse, desequilibrar, tirar una rabona, fintar, amagar, quebrar antes que rematar. Puede parecer ego¨ªsta, ser un jugador de segundo y tercer gol m¨¢s que de primero, y provocar un cierto recelo por su recogimiento, pero sus jugadas son toda una aventura, cosa de agradecer en un grupo en que el entrenador ordena hasta c¨®mo hay que ponerse en la foto. Para Van Gaal, al fin y al cabo, Rivaldo siempre fue el problema y al mismo tiempo la soluci¨®n.
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