El ritual de "El Mes¨ªas"
Lunes 20 de diciembre, estamos en El Mes¨ªas "participativo" que anualmente se interpreta en el Palau de la M¨²sica de Barcelona. El director, Nicholas McGegan, da la entrada a la Orquesta del Siglo de las Luces, una de las mejores que se podr¨ªan encontrar hoy en Europa, para interpretar el gran oratorio haendeliano. Empieza una vez m¨¢s el ritual de El Mes¨ªas.Llega el primer coro, medio Palau se pone en pie y ataca And the glory of the Lord shall be revealed (Y se revelar¨¢ la gloria del Se?or) y aparece la primera de tres situaciones fuertes que se producir¨¢n durante el concierto.
Esta primera consiste en una sensaci¨®n f¨ªsica emocionante que pone la piel de gallina, es la sensaci¨®n del "ba?o de sonido". R¨ªanse ustedes del sensurround y de los trucos de discoteca; m¨¢s de cien sopranos euf¨®ricas me atacan por delante, otras tantas mezzosopranos aguerridas empujan por detr¨¢s, tenores y bajos se distribuyen en lo alto a izquierda y derecha del gran ¨®rgano y llenan de sonido todo el espacio con su tremendo poder. La experiencia sonora de un Mes¨ªas participativo es intens¨ªsima.
"El Mes¨ªas", de H?ndel, en el Palau de la M¨²sica de Barcelona
Lunes 20 de diciembre
La segunda situaci¨®n, en este caso una idea, surge en un lugar impreciso mediada la primera parte: estos Mes¨ªas populares cada vez salen mejor desde un punto de vista art¨ªstico. Este mismo es de gran nivel y no s¨®lo por la parte de los profesionales, el cuarteto de solistas, la orquesta, el director, sino tambi¨¦n por la parte de esos aficionados que a fuerza de ensayo y ganas han conseguido alcanzar un muy buen nivel musical.
La tercera situaci¨®n surge en la segunda parte, tras la interpretaci¨®n del c¨¦lebre ?Aleluya! Se trata de una sensaci¨®n incomod¨ªsima que se podr¨ªa definir casi como de "orgullo patrio".
Orgullo por ver a Catalu?a capaz de hacer esto, por ver c¨®mo centenares de personas venidas de todo el territorio y que se reparten en una franja de edades emocionante que va de abuelas a nietas, han sido capaces de vencer la pereza, robarle horas a la televisi¨®n y, creyendo, con los antiguos, que la pr¨¢ctica activa del arte ennoblece y educa placenteramente el esp¨ªritu, han decidido meterse en esta aventura.
Para que este Mes¨ªas pueda existir ha hecho falta una suma de muchas complicidades. Ha hecho falta, por ejemplo, que hace m¨¢s de un siglo existiera un se?or llamado Josep Anselm Clav¨¦ que difundiera por toda Catalu?a el canto coral entre los obreros y el amor y respeto por este canto. Ha hecho falta que exista un Palau que tenga casi cien a?os y sea una instituci¨®n. Ha hecho falta que la educaci¨®n musical quiz¨¢ no haya sido tan m¨ªnima como creemos y existan al menos unos centenares de personas que consideren que cantar una obra compuesta hace m¨¢s de dos siglos no s¨®lo no es una idiotez sino que hasta puede ser bonito.
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