El Madrid recupera el individualismo
El partido invitaba en mayor medida al morbo que al espect¨¢culo. Importaba saber hasta qu¨¦ punto alcanzaba el diagn¨®stico alarmante del Madrid y la salud rebosante del Alav¨¦s. La diferencia jer¨¢rquica entre los clubes, invertida revolucionariamente en la clasificaci¨®n, a?ad¨ªa la pizca de morbosidad para objetivar cualquier resultado.El partido no defraud¨® las expectativas, es decir afect¨® al f¨²tbol. El Madrid fue lo que es, un equipo descorazonado aunque redimido en la entrega (como si asumiera el peaje de humildad que impone su situaci¨®n) y el Alav¨¦s lo que viene siendo, un colectivo organizado pero carente de sensibilidad goleadora.
Entre ambos construyeron un f¨²tbol hueco, muy trotado y carente de autoridad, m¨¢s proclive a los rebotes que a la elaboraci¨®n, m¨¢s proclive a la tensi¨®n que a la intenci¨®n. Que Ra¨²l o Morientes se convirtieran en figuras decorativas explica buena parte de la actitud del Madrid, m¨¢s preocupado de su trastienda y alarmantemente desabastecido en el centro del campo. La sorpresa de Del Bosque ten¨ªa mucho que ver con los trucos de magia. No era Anelka, ni nada parecido. El personaje oculto era Ognjenovic y tanto se ocult¨® que pas¨® tan inadvertido que no se le recuerda ni una acci¨®n positiva en los 45 minutos que jug¨®.
ALAV?S 1 - REAL MADRID 3
Alav¨¦s: Herrera; Contra, Karmona, T¨¦llez, Torres Mestre; Morales, Nan Ribera (Ga?¨¢n, m. 61), Desio, Pablo (J. Salinas, m. 62); Javi Moreno y Kodro.Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Hierro, Julio C¨¦sar (Karanka, m. 45), Roberto Carlos; Ognjenovic (Guti, m. 45), Seedorf, Redondo, Savio; Morientes (Anelka, m. 81) y Ra¨²l. Goles: 0-1. M. 38. Hierro transforma un libre directo enviando el bal¨®n a la escuadra tras superar a la barrera del Alav¨¦s. 0-2. M. 78. Derechazo de Guti desde fuera del ¨¢rea que no ataja Herrera. 0-3. M. 85. Ra¨²l desv¨ªa a la red un disparo defectuoso de Guti. 1-3. M. 92. Morales, de fuerte disparo desde fuera del ¨¢rea. ?rbitro: P¨¦rez Burrull (Colegio c¨¢ntabro). Expuls¨® a Contra (m. 72) por doble amonestaci¨®n y amonest¨® a Kodro, Seedorf, Karanka, Morales, Ga?¨¢n, Guti y a Vicente del Bosque. Unos 18.000 espectadores en Mendizorroza.
El Madrid, siempre largo y desequilibrado en las l¨ªneas, pecaba de corto y humilde ante un Alav¨¦s que encar¨® el partido con un tranco d¨¦bil y opaco, en espera del desfondamiento del rival. Un f¨²tbol tangencial en espera de un argumento estrat¨¦gico. Y lo encontr¨® Fernando Hierro en una acci¨®n particular, de esas que exceden a los planteamientos y las especulaciones. Simplemente coloc¨® el bal¨®n en la escuadra al efectuar un libre directo con m¨¢s tacto que potencia.
Un fogonazo salv¨® al Madrid y conden¨® al Alav¨¦s. El equipo de Man¨¦ jug¨® como se le supone: organizado y pendiente de Kodro, pero su oficio apenas procur¨® un par de ocasiones de Morales y Desio, en cada mitad del partido en disparos lejanos.
El gol de Hierro confort¨® el ¨¢nimo madridista, pero no solucion¨® sus problemas estructurales: defensa acoquinada y actitud timorata ante un rival m¨¢s encrespado que inventivo. La entrada de Guti no le aclar¨® las ideas. El centro del campo segu¨ªa sin due?o ni aspirante.
El Alav¨¦s juega con dificultad contra corriente, es un equipo m¨¢s proclive a la sorpresa y a la gesti¨®n del resultado. A pesar del dominio general del partido, sus ocasiones son remisas. Quiz¨¢ por eso, Man¨¦ apel¨® a Julio Salinas en busca del don de la oportunidad ante una defensa que hab¨ªa perdido a Julio C¨¦sar y contaba con Karanka, una excepci¨®n en los planteamientos habituales.
Nada cambi¨® en ning¨²n caso. Ni mejor¨® el Madrid, ni mejor¨® el Alav¨¦s. El partido se confund¨ªa de igual manera, convirtiendo a menudo el centro del campo en un patio escolar y las acciones ofensivas en un caso de apresuramiento del Alav¨¦s y de indefinici¨®n madridista. La urgencia llev¨® el partido al campo madridista. Una imposici¨®n del marcador m¨¢s que de las estratregias colectivas, sin que promoviera m¨¢s que un ejercicio de malabarismo de Javi Moreno.
Y en esto lleg¨® Guti, disperso en la madeja gris del Madrid, y se invent¨® un derechazo implacable al que el guardameta Herrera acompa?¨® con la mirada.
El Madrid, incapaz de jugar el bal¨®n, apel¨® al tratamiento indivual de un elemento extra?o para procurarse una victoria m¨¢s rotunda que su juego. En dos instantes resolvi¨® un partido que se hab¨ªa descoyuntado con la expulsi¨®n del rumano Contra (rigurosa, quiz¨¢s excesiva en un partido correcto) y la actitud extra?a de Man¨¦ que prefiri¨® poblar el centro del campo en detrimento de sus delanteros, cuando el Madrid hab¨ªa renegado de esa parcela.
El f¨²tbol estrat¨¦gico resulta menos convincente que la elaboraci¨®n del juego, pero a la postre salva los muebles con la misma solvencia. Fiel a la marea, hasta los errores fueron productivos. A bal¨®n parado se construy¨® un tercer gol que nac¨ªa del fracaso. Ra¨²l, que pasaba por all¨ª, desvi¨® un bal¨®n que Guti hab¨ªa empalmado err¨®neamente.
Un equipo improductivo en las jugadas estrat¨¦gicas, incapaz de gestionar el bal¨®n sin movimiento se destap¨® en Vitoria con tres goles puntuales, que nac¨ªan de la habilidad (en dos casos) y de la fortuna, en el tercero No es una mala soluci¨®n cuando el f¨²tbol tiene que esperar a circunstancias menos indispuestas.
El Alav¨¦s fracas¨® en sus expectativas de equipo solvente y record¨® los lamentos de Man¨¦ en temporadas anteriores sobre la indisposici¨®n de su equipo en las jugadas a bal¨®n parado. El Madrid, a cambio, recuper¨® esa autoestima que tiene tanto de individual como de contagio colectivo al comprobar que al menos la habilidad particular no ha sucumbido a la confusi¨®n colectiva. Una victoria contundente y un par de ejercicios particulares redimen cualquier cataclismo. El Madrid se va a Brasil con el primer deber cumplido. El Alav¨¦s se queda con la duda de lo que le espera.
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