V¨ªctima de la guerra civil
Mi relaci¨®n con Faustino Cord¨®n procede de cuando preparaba mi biograf¨ªa del qu¨ªmico aragon¨¦s Miguel Catal¨¢n. Entre los papeles de ¨¦ste encontr¨¦ unas cartas de 1942 en las que aparec¨ªa citado Cord¨®n, y tambi¨¦n unas cartas suyas del periodo 1942-44. Catal¨¢n, represaliado despu¨¦s de la guerra civil por su pertenencia a la tan odiada por los vencedores Junta para Ampliaci¨®n de Estudios, hab¨ªa sido apartado de su c¨¢tedra en la Universidad de Madrid y, claro, ten¨ªa que buscarse otros medios para ganarse la vida. Uno de esos medios fue trabajar para los Laboratorios Zeltia, cuyo centro principal se encontraba en Porri?o (Pontevedra). El director cient¨ªfico del laboratorio, F. Calvet, otro represaliado (antiguo catedr¨¢tico de Santiago), le pidi¨® ayuda, y Catal¨¢n pas¨® unos meses en Galicia. All¨ª, en aquel peque?o mundo, un, parece, asilo para "diferentes", para rechazados, se encontraba Faustino Cord¨®n, reci¨¦n salido de la c¨¢rcel. En aquella Espa?a, hambrienta de ideas, pero tambi¨¦n de alimentos, los Laboratorios Zeltia quer¨ªan producir vitaminas, incluso pomadas para curar heridas, todo a partir de pescado. Catal¨¢n regres¨® a Madrid en agosto y Cord¨®n continu¨® inform¨¢ndole de las necesidades en Porri?o. Su ¨²ltima carta a Catal¨¢n est¨¢ fechada el 15 de marzo de 1944; en ella Cord¨®n le anunciaba una m¨¢s larga detall¨¢ndole "todo el trabajo sobre h¨ªgado de pescado y sobre irradiaci¨®n de ergostesol hecho en lo que va de a?o".Ped¨ª a Cord¨®n (debi¨® ser en 1993 o 1994) que me explicara con m¨¢s detalle aquel periodo de la vida de Catal¨¢n y de la suya propia. No consegu¨ª mucho, nada realmente. Encontr¨¦ en ¨¦l la misma mirada, la misma reacci¨®n que hab¨ªa encontrado antes en otros represaliados de la guerra, en cient¨ªficos como Salvador Velayos, o en Nicol¨¢s Cabrera. No quer¨ªan recuperar aquellos recuerdos. Les deb¨ªa doler el coraz¨®n.
Cord¨®n fue durante un periodo de su vida, un periodo clave, junto a cient¨ªficos como Catal¨¢n o Enrique Moles, una v¨ªctima del que acaso sea el m¨¢s terrible de los exilios, el interior. Exiliado en su propia patria. Aun as¨ª, y como es bien sabido, sigui¨® adelante. Continu¨® su propio, idiosincr¨¢tico, no siempre f¨¢cil de comprender, camino cient¨ªfico. Pero ?podr¨ªa haber sido de otra manera, cuando tanto tuvo que luchar y tan solo? Y nos dej¨® no s¨®lo su propia obra, tan controvertida como apasionada, ejemplar como muestra de coherencia, rigor cient¨ªfico y ambici¨®n filos¨®fica, sino tambi¨¦n aportaciones a la cultura cient¨ªfica de este pa¨ªs tan notables como su traducci¨®n (1955) de uno de los cl¨¢sicos de la gen¨¦tica contempor¨¢nea, La gen¨¦tica y el origen de las especies, de Theodosius Dobzhansky. Recuerdo que la ¨²ltima vez que habl¨¦ con ¨¦l fue para pedirle su autorizaci¨®n para incluirla en una colecci¨®n de cl¨¢sicos de la ciencia que yo dirig¨ªa. Acept¨®, aunque me mostr¨® su disgusto por la direcci¨®n -equivocada, en su opini¨®n- por la que camina la investigaci¨®n actual en biolog¨ªa. ?Por demasiado molecular, por demasiado reduccionista, acaso? Las l¨ªneas finales de su Historia de la bioqu¨ªmica (1997) apuntan en semejante direcci¨®n: "El extraordinario desarrollo durante el siglo XX de este cuerpo especializado de conocimientos lo ha llevado a un grado de madurez que exige la inflexi¨®n cuantitativa que supone superar el reduccionismo a lo molecular que ha sido ciertamente el leit motiv principal de su desarrollo a nivel descriptivo para... elevarla a ciencia experimental y evolucionista conscientemente biol¨®gica".
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