?Qui¨¦n echa a Ranieri?
La intervenci¨®n judicial del Atl¨¦tico y su descomunal onda expansiva han dejado olvidada en un rinc¨®n la dram¨¢tica situaci¨®n deportiva del equipo. La sacudida ha sido tan brutal que es imposible reparar en esos detalles menores que hasta el mi¨¦rcoles llenaban y llenaban conversaciones de caf¨¦ y aperitivo del Madrid colchonero. Si los gestores que han hecho y deshecho a sus anchas por el club durante los ¨²ltimos doce a?os han sido fulgurantemente destituidos, qui¨¦n va a pararse a recordar hoy que el equipo rojiblanco estaba completando los peores pasajes de f¨²tbol de su historia, que los mejores jugadores permanec¨ªan secuestrados en el banquillo, que el f¨²tbol se hab¨ªa convertido en un arte de correr mucho y muy r¨¢pido, en un ejercicio de robar la pelota y de perderla al instante, que el Calder¨®n ya no era el campo de la alegr¨ªa sino el estadio de los bostezos...Ante el impacto que provoca el conocimiento de las presuntas fechor¨ªas de los ¨²ltimos due?os, en medio de un clima de intranquilidad por el futuro del club, por los sueldos no pagados, por la supervivencia misma de una sociedad hist¨®rica y casi imprescindible, qui¨¦n va a detenerse en el caos que reinaba hace una semana en el primer equipo, en las once camisetas que al fin y al cabo dan todo el sentido a la estructura que ahora se tambalea.
Pero cuando pase el revuelo inicial, y si la intervenci¨®n judicial sirve como es de esperar para arreglar un problema en vez de para crear otro, el meollo de la cuesti¨®n volver¨¢ a concentrarse en el terreno de juego, en el peligro cierto de descenso que por puros m¨¦ritos deportivos sufre el Atl¨¦tico en su actualidad. El mi¨¦rcoles, el Atl¨¦tico se visti¨® de vendaval y gole¨® 5-0 al Oviedo. Pero dio la sensaci¨®n de que la tunda obedeci¨® m¨¢s a un impulso an¨ªmico, a un gesto de casta desesperado, que a una tendencia futbol¨ªstica. Por un d¨ªa, todos ah¨ª abajo parecieron unidos y buenos. Pero efectivamente ¨¦sa no era antes la realidad del equipo. El Atl¨¦tico ven¨ªa de una peligrosa cadena de enfrentamientos internos, de una divisi¨®n irreparable entre los jugadores y el entrenador, y hasta de un ataque sorprendente del t¨¦cnico contra la afici¨®n. Y tambi¨¦n, claro, de un mal trayecto: un equipo mal organizado, ning¨²n plan de juego, malos futbolistas, aburrimiento y peores resultados.
No es seguro que lo sepa, pero Luis Manuel Rub¨ª tambi¨¦n tiene por ah¨ª trabajo. Parece evidente que el Atl¨¦tico necesita un lavado contable, un saneamiento estructural, pero tambi¨¦n, y no conviene olvidarlo, una soluci¨®n futbol¨ªstica de emergencia. As¨ª era hace una semana, cuando todas las miradas se volv¨ªan hacia los Gil en busca de soluciones. Pero los Gil contemplaban la ca¨ªda del Atl¨¦tico con una pasividad desconocida, tal vez porque se tem¨ªan lo que se les ven¨ªa encima. Pero en cuanto lo deportivo vuelva a ponerse por delante, en cuanto una nueva sesi¨®n de aburrimiento y derrota recobre el protagonismo, la pregunta surgir¨¢ inevitable. ?Y ahora qui¨¦n echa a Ranieri?
Rub¨ª Blanc tiene la ¨²ltima palabra.
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