Juego posicional
Hay jugadores de f¨²tbol que se gustan tanto que se olvidan del objetivo com¨²n del equipo. Ensimismados en el arte de regatear, acaban perdiendo la pelota entre la bronca del personal. A Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) le ocurre algo parecido. Por razones que habr¨ªa que buscar en las profundidades de la psicopatolog¨ªa pol¨ªtica -quiz¨¢ la envidia del Estado-, sus dirigentes se gustan tanto haciendo tacticismo, conspirando, negociando, movi¨¦ndose en los pasillos, tocando poder en Madrid, que uno dir¨ªa que han llegado a creerse que la pol¨ªtica no es nada m¨¢s que esto. Tan enamorados est¨¢n de este juego que han hecho del tacticismo doctrina. Pactismo catal¨¢n lo llaman, en la forma castiza que dan a todo lo que tocan. De tanto negociar y pactar, hoy con el PP, ma?ana con el PSOE, y que siga la fiesta, a menudo cometen el error de creer que el medio es el fin. Cuando esto llega de modo n¨ªtido ante la opini¨®n p¨²blica hacen el rid¨ªculo. Es lo que acaba de pasar con la tramitaci¨®n de la Ley de Extranjer¨ªa.CiU, una vez m¨¢s, puso la mitificada estabilidad de su pacto de gobierno como valor superior, objetivo prioritario por encima de los contenidos de la ley. Y sacrific¨® las propuestas que el Congreso hab¨ªa aprobado por unanimidad, secundando al PP, s¨²bitamente arrepentido de su propia osad¨ªa. La llamada Ley de Extranjer¨ªa -el nombre revela la mentalidad con que se afronta el problema- trata uno de los temas m¨¢s sensibles de las sociedades contempor¨¢neas: el fin de las fronteras nacionales, la permeabilizaci¨®n demogr¨¢fica en un mundo en el que las distancias geogr¨¢ficas se acortan y las desigualdades sociales crecen. Estas realidades chocan con la enraizada tendencia del hombre a buscar amparo en el ¨¢mbito de lo culturalmente pr¨®ximo y a rechazar al Otro -especialmente, al d¨¦bil- como chivo expiatorio de todos los males que nos acechan. El poder tiende a responder en clave policial: controlar el n¨²mero de los que entran y reforzar fronteras. Pero unos gobernantes democr¨¢ticos deber¨ªan razonar en positivo, porque el criterio de rechazo que preside la ley no deja de ser una contribuci¨®n a la construcci¨®n del chivo expiatorio. Y deber¨ªan tener la capacidad de liderazgo para colaborar en la asunci¨®n por parte de la sociedad de una realidad imparable. Toda ley deber¨ªa ser m¨¢s importante por su contenido que por las componendas de trastienda. Pero ¨¦sta, m¨¢s todav¨ªa.
CiU renunci¨® a una primera redacci¨®n, que hab¨ªa considerado ¨®ptima, en servil atenci¨®n a las exigencias del Gobierno que apoya. Y sigui¨® al PP en el dudoso ejercicio de tumbar en el Senado una ley que ¨¦l mismo hab¨ªa apoyado en el Congreso. Despu¨¦s, el Gobierno ha sido incapaz de conseguir los votos necesarios para consolidar la maniobra y CiU ha dado marcha atr¨¢s. Los contenidos son lo de menos, lo importante es la composici¨®n de la foto. Los nacionalistas catalanes no quieren un retrato de perdedores con el PP.
Desventuras como ¨¦sta, adem¨¢s de dejar en mal lugar a quienes las protagonizan, son contribuciones eficac¨ªsimas al descr¨¦dito de la pol¨ªtica. Estos profesionales del tacticismo ponen cara de sorpresa cuando se les habla de la desafecci¨®n de los ciudadanos. La ¨²nica sorpresa es que ¨¦sta no sea mayor. Cuando se habla de recuperar la pol¨ªtica se habla precisamente de devolver el sentido a los debates. Y de no convertir temas tan importantes como la Ley de Extranjer¨ªa en un bochornoso ejercicio de maniobras procedimentales y oscuras negociaciones. El prestigio de la pol¨ªtica pasa por acabar con las coartadas. Por ejemplo, la estabilidad. Ninguna estabilidad pol¨ªtica est¨¢ amenazada por que la Ley de Extranjer¨ªa no sea como el Gobierno quiere.
Dice Samuel P. Huntington que el conservadurismo es una ideolog¨ªa posicional. En este sentido, CiU es la esencia del conservadurismo. La posici¨®n es lo que importa. Esta vez la ineptitud del Gobierno les ha dejado con el agua hasta el cuello. Y para no ahogarse recurren al salto mortal: una variedad ideol¨®gica que consiste en argumentar una cosa y su contraria con perfecta impunidad. Cuando CiU cerr¨® el acuerdo con el PP en el Senado dijo que hab¨ªa alcanzado "todos, absolutamente todos, sus objetivos". Ahora resulta que, ante la soledad posicional, renuncian a lo pactado con el PP. ?En qu¨¦ quedamos? Esta vez el juego posicional ha acabado en flagrante fuera de juego.
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