El precio del dolor
Poner precio al sufrimiento humano es siempre una osad¨ªa. Porque nunca lo ponen quienes lo han padecido. Pero, ante todo, porque el dolor, la humillaci¨®n, la vejaci¨®n o la tortura, y sobre todo la muerte, no pueden por esencia tener un precio justo. Siempre hay una ofensa en la tasaci¨®n. La indemnizaci¨®n conlleva el agravio. ?Cu¨¢ntos millones valen las piernas de un mutilado por un atentado de ETA? ?Cu¨¢nto la vida perdida de un hermano o un padre acuchillado en la calle? ?Cu¨¢nto toda la familia perdida en Auschwitz? La v¨ªctima inocente de un crimen es siempre ante todo un individuo al que se le ha agredido en su dignidad e integridad. La restauraci¨®n de esa dignidad pasa por el castigo a los culpables y el reconocimiento p¨²blico de la culpa. S¨®lo as¨ª se les devuelve a las v¨ªctimas parte, s¨®lo parte, de lo que se les arrebat¨®.Por eso la trivializaci¨®n de un crimen por parte de los autores o sus c¨®mplices es en s¨ª un renovado acto de agresi¨®n a la v¨ªctima. Es otro crimen. Leon Degrelle reincidi¨® como criminal nazi cuando neg¨® la existencia de las c¨¢maras de gas, de los cr¨ªmenes en que hab¨ªa participado. Y la v¨ªctima de Auschwitz Violeta Friedman se sinti¨® v¨ªctima de nuevo. En Espa?a, las v¨ªctimas del terrorismo a¨²n esperan que los criminales y sus celosos aliados las reconozcan como tales y no como da?os colaterales de una abstracto litigio hist¨®rico.
Y pese a todo, esta d¨¦cada pasar¨¢ a la historia como la del mayor esfuerzo jam¨¢s habido en el mundo en el intento de reconciliaci¨®n por medio de la reflexi¨®n hist¨®rica, el reconocimiento de culpa y la compensaci¨®n y el desagravio a las v¨ªctimas. El acuerdo logrado la pasada semana entre los abogados de los trabajadores forzosos en la Alemania nazi con algunas compa?¨ªas que entonces se beneficiaron de esta fuerza laboral esclavizada es un paso m¨¢s en este sentido. El Gobierno alem¨¢n y las compa?¨ªas pagar¨¢n 10.000 millones de marcos a los casi dos millones de v¨ªctimas de aquel r¨¦gimen que a¨²n viven, especialmente en Europa oriental, en EEUU e Israel.
Las compa?¨ªas alemanas reconocen con este acuerdo que se beneficiaron de un r¨¦gimen criminal para aumentar su producci¨®n y beneficios y reducir gastos. La mano de obra gratuita que las SS les suministraban no s¨®lo era gratuita, sino continuamente renovable gracias al flujo de deportados hacia Alemania desde las zonas ocupadas del este de Europa. Reconocen as¨ª su responsabilidad, pero adem¨¢s, confirman el car¨¢cter de v¨ªctimas de sus trabajadores forzosos, algo que hasta ahora se hab¨ªan negado a hacer. No lo han hecho m¨¢s que bajo fuertes presiones y amenazas de boicot a sus productos. Y no todas las compa?¨ªas que utilizaron esclavos durante el nazismo han accedido al pago. Ya hayan sido publicadas las listas de las compa?¨ªas implicadas que siguen negando su culpa e intentan a¨²n difamar a las v¨ªctimas como unos aprovechados, en un insulto que se suma a la injusticia cometida. Habr¨¢ ocasi¨®n de recordar sus nombres y evitar sus servicios y productos.
Es cierto que hay abogados en EEUU que han encontrado una golosa veta de minutas en la b¨²squeda de v¨ªctimas del nazismo y la oferta de litigios. Pero son las compa?¨ªas alemanas y austriacas, los bancos suizos y otros beneficiarios de los cr¨ªmenes del nazismo los que con su negativa a reconocer los derechos de las v¨ªctimas, han hecho posible potenciales abusos. En todo caso, el acuerdo sobre trabajo forzoso es un gran paso adelante y el Gobierno de Gerhard Schr?der ha actuado con responsabilidad. Eso s¨ª, habr¨¢ nuevos frentes en la lucha por indemnizaciones. Y en justicia habr¨¢n de ser negociados antes de que llegue tarde esa m¨ªnima compensaci¨®n para unas v¨ªctimas que se hallan al final de unas vidas marcadas por la tragedia.
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