Baja en plomo
LA GASOLINA s¨²per con plomo es la m¨¢s extendida en Espa?a. Representa el 52% del consumo total y la utilizan 3,5 millones de autom¨®viles. Su sustituci¨®n en un plazo tan breve como el que inicialmente propuso la Comisi¨®n Europea, el 1 de enero del a?o 2001, equival¨ªa a introducir serias distorsiones en el mercado automovil¨ªstico. El que finalmente se haya ampliado hasta el 1 de enero del a?o 2002 contribuir¨¢ a un cambio menos traum¨¢tico del combustible de automoci¨®n, tanto en Espa?a como en Grecia e Italia.La sustituci¨®n de la gasolina s¨²per por gasolina verde o sin plomo pretende eliminar la contaminaci¨®n ambiental que produce este carburante por los aditivos derivados del plomo que incorpora para mejorar su rendimiento. Es una decisi¨®n pol¨ªtica aceptable, adoptada por consenso europeo, y no es momento de discutirla. Pero tiene unas consecuencias econ¨®micas importantes. Los usuarios afectados son los que tienen autom¨®viles m¨¢s antiguos, y hay que presumir que su nivel de renta pertenece al estrato medio-bajo. Puesto que el cambio de carburante es una decisi¨®n pol¨ªtica, ser¨ªa injusto que las consecuencias de esta sustituci¨®n obligada de gasolinas se trasladen ¨ªntegramente a las cuentas de resultados de los fabricantes de autom¨®viles en forma de beneficios sin contrapartidas.
Espa?a tiene una experiencia satisfactoria en la aplicaci¨®n de planes de modernizaci¨®n del parque automovil¨ªstico, conocidos popularmente como Renove. El Gobierno tiene la responsabilidad de organizar un programa de sustituci¨®n de la s¨²per que no perjudique a los consumidores, ni en el suministro ni en sus bolsillos. Ese programa deber¨ªa incluir exenciones fiscales y bonificaciones en el precio de venta de los veh¨ªculos con cargo a las cuentas de resultados de las empresas. Si se hace bien, tendremos veh¨ªculos m¨¢s seguros, las empresas tendr¨¢n m¨¢s ingresos y los consumidores sufrir¨¢n menores consecuencias.
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