El Betlem de Tirisiti
El betlem, figuraci¨®n del mundo en miniatura, repetida cuando el sol nace, como un rito cosmog¨®nico de creaci¨®n, se constituye en santuario. En tres puntos de Europa el espacio sagrado colectivo posee la singularidad de un pesebre comunal de t¨ªteres: Varsovia, Lieja y Alcoi. Los alcoyanos han salvado una de las piezas m¨¢s sobresalientes de la cultura popular: el Betlem de Tirisiti, en escena hasta el 4 de enero todas las tardes. Su nombre deriva del de las marionetas, teresetes, que aqu¨ª es, adem¨¢s, el de la fr¨ªvola ventera. La cueva, templo original, centro del mundo al que llevan todos los caminos, queda desplazada por la posada, que preside y enlaza genialmente las dos partes de la aparentemente ingenua representaci¨®n. En la primera jornada, el hostal niega alojamiento a Jos¨¦ y Mar¨ªa (un recent Nat / viu en la palla; / cada ull tenia / com una estrella, / i la boqueta / era una perla). En el segundo acto desfilan personajes, usos y mentalidades (Tu, ?per qu¨¨ no treballes, Tirisiti? - Per qu¨¦ jo soc l"amo), bromas espont¨¢neas y oportunas s¨¢tiras locales propias de esta estaci¨®n carnavalesca. En las fondas transcurr¨ªa parte de la vida social y del ocio; la fama de las hostaleras era de atrevidas y casquivana es Tereseta, amante del sacrist¨¢n, y el "bel¨¦n" torea un cornudo bou, gui?o a los acompa?antes de los ni?os.
Bebe de los evangelios ap¨®crifos, las mismas persistentes fuentes del teatro religioso medieval, que el Tirisiti supo alcoyanizar con elementos del sainete costumbrista del XIX para que el Mes¨ªas nazca a los pies de la Mariola, sea adorado por los "moros y cristianos" y se le aparezca sant Jordi. Ese localismo le dota de universalidad y lo convierte en patrimonio de la Humanidad; lo constituye en recuerdo de nuestras ra¨ªces y homenaje y monumento lleno de grandeza y dulzura a la cultura del pueblo valenciano: La camisola ¨¦s d"esp¨ªgol, / d"orenga s¨®n el bolquers, / la bolc¨¤ brod¨¤ amb poliol / i de murta els pe¨¹quets.
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