El conservador Portillo se perfila como ganador de las elecciones en Guatemala
La segunda vuelta electoral que celebr¨® ayer Guatemala ten¨ªa visos de ser un mero tr¨¢mite para Alfonso Portillo y el Frente Republicano Guatemalteco (FRG). Seg¨²n todas las encuestas, este abogado de 48 a?os, candidato del partido fundado por el general golpista Efra¨ªn R¨ªos Montt, arrebatar¨¢ la presidencia del pa¨ªs al liberal Partido de Avanzada Nacional (PAN), cuyo representante, ?scar Berger, se someti¨® de nuevo al veredicto de las urnas m¨¢s por sentido del deber pol¨ªtico que por tratar de remontar la distancia insalvable que lo separa de su contrincante.
Guatemala se ha echado en los brazos del FRG. La primera vuelta, celebrada el pasado noviembre, dio a este partido el control del Congreso y la mayor¨ªa de las alcald¨ªas. En esta segunda ronda, Portillo lograr¨¢ la mayor¨ªa absoluta que no obtuvo entonces y que le garantizar¨¢ la presidencia. Los sondeos le otorgan una intenci¨®n de voto del 67%, frente al 32% que recibe Berger, hasta hace unos meses alcalde de la capital. Concluye as¨ª una peculiar campa?a en la que el FRG ha ido creciendo como la espuma, mientras el PAN, que era el favorito hace seis meses, se ha hundido sin remedio. Y eso que la gesti¨®n del presidente ?lvaro Arz¨² ha dado frutos que nadie discute, como la firma de la paz con la guerrilla en 1996 (que puso fin a 36 a?os de conflicto interno), la ampliaci¨®n de la infraestructura vial, el saneamiento financiero o la mejora de la atenci¨®n sanitaria. Sin embargo, la imagen de arrogancia proyectada por el Gobierno, la reserva que ha rodeado ciertas iniciativas -como la privatizaci¨®n de la telefon¨ªa-, las acusaciones de tr¨¢fico de influencias y las malas relaciones con la prensa han sido h¨¢bilmente explotadas por sus contrincantes pol¨ªticos.
La dif¨ªcil coyuntura que atraviesa el pa¨ªs ha hecho el resto: la crisis econ¨®mica, la delincuencia galopante y un sistema de justicia que alimenta la impunidad han agudizado la frustraci¨®n de la ciudadan¨ªa, que est¨¢ cansada, adem¨¢s, del exhibicionismo de la clase acomodada. Los veh¨ªculos de lujo con las pegatinas del PAN ("Yo soy testigo del cambio", rezaban) han sido la peor propaganda para el partido gubernamental.
?scar Berger, un hombre con fama de ¨ªntegro, ha arrastrado todo este descontento. Una p¨¦sima campa?a electoral ha hecho, adem¨¢s, que su imagen bonachona y apacible haya quedado totalmente desdibujada frente a la agresividad y el populismo de Portillo. El candidato eferregista, que simpatiz¨® con la guerrilla y despu¨¦s engros¨® las filas de la democracia cristiana, ha sabido capitalizar todo ese resentimiento social con un discurso que reduce los problemas del pa¨ªs a una lucha entre los de arriba, encarnados por el PAN, y los de abajo, cuya representatividad se arroga.
Sin embargo, en las altas esferas, Portillo, que adem¨¢s es economista, se desenvuelve con otros registros m¨¢s comedidos con la misma habilidad. ?l ha sido el art¨ªfice de un programa electoral con sensibilidad de izquierda, que ha atra¨ªdo el voto de sectores progresistas (desarrollo econ¨®mico m¨¢s justo, reforma fiscal, cumplimiento de los acuerdos de paz, duplicaci¨®n del presupuesto educativo o salud gratuita), pero que tampoco olvida las promesas de "mano dura contra la criminalidad" que reclama la poblaci¨®n
Nada ha detenido el ascenso fulgurante del FRG: ni las revelaciones sobre el homicidio de dos j¨®venes que Portillo cometi¨® hace 12 a?os en Guerrero (M¨¦xico), ni la oleada de violencia que simpatizantes eferregistas desataron contra alcaldes panistas electos en la primera vuelta, ni la demanda presentada en Espa?a por la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Mench¨², contra el general R¨ªos Montt y otros militares por graves violaciones de los derechos humanos durante la guerra. De hecho, el gran arrastre social del FRG se debe a la figura de su fundador, que no ha podido aspirar a la presidencia por su condici¨®n de ex golpista. El carisma de R¨ªos Montt, combinado con la habilidad pol¨ªtica de Portillo, ha convertido al eferregismo en una fuerza imbatible.
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