Se llama Jesse Helms
Se llama Jesse Helms y es, desde hace a?os, el principal responsable de que la pol¨ªtica exterior de su pa¨ªs averg¨¹ence a muchos de sus conciudadanos, da?e el inter¨¦s nacional de Estados Unidos, incluida su imagen, y crispe las relaciones internacionales. Oriundo de un Estado sure?o donde la convivencia racial contin¨²a siendo delicada; es presidente de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Senado. Su poder es inmenso, aunque, como sostiene Flora Lewis, es imposible explicar a alguien que no sea norteamericano por qu¨¦ lo ostenta con tal desmesura. En cualquier caso, el origen del mismo no se halla en el derecho norteamericano, sino en el reglamento de la C¨¢mara a la que Helms pertenece, que otorga al presidente de una comisi¨®n la facultad de convocar o no una audiencia, lo que multiplica su capacidad de incidir en un tema concreto.Es el prototipo de las convicciones m¨¢s reaccionarias -afortunadamente no mayoritarias- en el seno de su sociedad. Concibe la pol¨ªtica exterior como una mera prolongaci¨®n de la interna y no duda en servirse de ¨¦sta -para sonrojo de propios y extra?os- con el fin de bloquear asuntos fundamentales para la Administraci¨®n dem¨®crata, para la mayor¨ªa de los ciudadanos e incluso para la minor¨ªa liberal republicana, que, de no ser por el control reglamentario que Helms ejerce, se comportar¨ªa de otra guisa.
La influencia de este senador y de un grupo de incondicionales se viene haciendo notar en diversos asuntos, de los cuales la negativa a que Washington ratifique el Tratado de Proliferaci¨®n de Pruebas Nucleares es s¨®lo el m¨¢s reciente y m¨¢s grave. Es Helms un experto en bloquear tratados internacionales importantes para la pol¨ªtica exterior de su pa¨ªs y de suma trascendencia para la supervivencia de la humanidad. As¨ª, durante varios a?os se opuso con ¨¦xito a que el Tratado START II (que pretend¨ªa limitar los arsenales nucleares de Washington y de Mosc¨²) entrara en el Senado para su ratificaci¨®n.
Blanco predilecto del senador es la ONU, que abiertamente desprecia. Ha escrito que EE UU debe abandonarla y durante mucho tiempo ha bloqueado los fondos de casi mil millones de d¨®lares en cuotas impagadas que la ¨²nica superpotencia del planeta debe a la organizaci¨®n. Tuvo un papel preponderante para impedir la reelecci¨®n del anterior secretario general, el egipcio Butros Gali, y exigi¨® negociar personalmente con su sustituto, Kofi Annan, antes de considerar pagar una m¨ªnima parte de la deuda a la ONU. Ahora que vuelve a estar de actualidad la existencia de la pena de muerte en Estados Unidos, es oportuno recordar que en octubre de 1997 Helms busc¨® la confrontaci¨®n con Naciones Unidas a prop¨®sito de la misma. El pretexto fue una misi¨®n de la organizaci¨®n que investigaba determinadas pr¨¢cticas en la aplicaci¨®n de la pena capital en aquel pa¨ªs. El senador arremeti¨® contra un informe de 1996 del presidente de dicha misi¨®n, el senegal¨¦s Waly Ndiaye, donde se afirma que algunas sentencias de muerte se derivan de procedimientos "alejados de las garant¨ªas internacionales para un juicio justo", algo reiterado en 1998 por Amnist¨ªa Internacional. Sin embargo, ello constitu¨ªa para Helms "una absurda charada onusiana, ejemplo de por qu¨¦ la ONU es despreciada por el pueblo americano", algo que las encuestas no confiman, pues, por ejemplo, en una de 1998, en obvio contraste con muchos pol¨ªticos y l¨ªderes de opini¨®n, los ciudadanos prefer¨ªan la cooperaci¨®n de EE UU con las Naciones Unidas y otros pa¨ªses en lugar de la acci¨®n unilateral de polic¨ªa internacional de aqu¨¦l.
Es especialidad del senador convertir cuestiones de pol¨ªtica interna o, m¨¢s a¨²n, del ¨¢mbito moral de la persona, en arma arrojadiza contra la actividad exterior de la Administraci¨®n de Clinton. As¨ª, el a?o pasado, un Helms que tambi¨¦n hab¨ªa vociferado contra un acuerdo onusiano sobre los derechos de la mujer decidi¨® que su visi¨®n del aborto deb¨ªa trasladarse a las relaciones internacionales. En 1997, la mayor¨ªa republicana de la C¨¢mara de Representantes hab¨ªa pretendido imponer en la legislaci¨®n relativa a las deudas de la ONU y las asignaciones al Fondo Monetario Internacional (FMI) una enmienda que prohibiera financiar organizaciones internacionales de planificaci¨®n familiar que incluyera el aborto. Al ser ello rechazado por la Administraci¨®n, Jesse Helms desenfund¨® su artiller¨ªa pesada y anunci¨® que, sin acuerdo sobre el aborto, no habr¨ªa dinero para el FMI o la ONU. El pasado 16 de noviembre de 1999 ha impuesto el acuerdo a Clinton, dado que, para conseguir levantar el veto sobre el dinero para la ONU, el presidente ha aceptado excluir a dichas organizaciones.
La relaci¨®n de desprop¨®sitos de un personaje como el que en estas l¨ªneas dibujo podr¨ªa hacerse interminable, pero todav¨ªa hay un aspecto que considerar, Lo hasta ahora expuesto ilustra "el da?o hecho por el modo estrecho, vengativo e ideol¨®gicamente parcial con que Helms preside la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores" (Jim Hoagland). Si adem¨¢s de la arrogancia e intransigencia puestas de manifiesto desvelamos las facetas del "ignorante Helms" (William Pfaff), el retrato, pat¨¦tico, ser¨¢ completo. A veces, una an¨¦cdota lo dice casi todo. Es preceptivo que los embajadores designados por el presidente de Estados Unidos se sometan a una audiencia de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Senado, que puede confirmarlos o no. Sabedores de que han de v¨¦rselas con nuestro h¨¦roe, los candidatos suelen prepararse a fondo para hacer frente a la actitud inquisitorial de Helms, obsesionado por encontrar alg¨²n desliz o m¨¢cula en el pasado del entrevistado. De modo que, cuando en 1994 Pamela Harriman, aspirante al puesto en Par¨ªs, fue preguntada por el senador si era cierto que hab¨ªa entregado dinero a "Monnet, ese grupo de izquierda?", no pudo salir de su asombro durante algunos instantes. En efecto, a?os atr¨¢s, la futura embajadora hab¨ªa hecho una donaci¨®n para restaurar el estudio del impresionista Claude... Monet, a quien Jesse Helms confundi¨® con uno de los padres fundadores de la Comunidad Europea, Jean Monnet, persona, en cualquier caso, alejada de veleidades izquierdistas. Por otro lado, en un art¨ªculo sobre Cuba publicado en EL PA?S (27 de julio de 1996), Helms se refer¨ªa al comisario europeo Manuel Mar¨ªn como "ministro espa?ol de Asuntos Exteriores."
Como es sabido, el presidente mexicano Porfirio D¨ªaz lleg¨® a exclamar: "?Pobre M¨¦xico, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Un¨ªdos", algo que en 1997, y a manos de nuestro senador, experiment¨® en su propia carne el candidato de Clinton a la Embajada en el vecino pa¨ªs, William Weld. Los mentideros de Washington relatan que s¨®lo Felix Rohatyn, quien sucedi¨® a Harriman en Francia, se libr¨® del acoso del senador porque su audiencia coincidi¨® con un funeral al que ¨¦ste tuvo que asistir. Todo ello podr¨ªa clasificarse de tragic¨®mico si no fuera por la naturaleza e importancia del tema en cuesti¨®n. Que una potencia como EE UU, a la hora de ratificar un tratado tan trascendental como el de prohibici¨®n de lo nuclear, dependa de una figura como Jesse Helms produce frustraci¨®n, verg¨¹enza y rid¨ªculo, sobre todo cuando en junio de 1999 el 92% de los ciudadanos se manifest¨® a favor de dicha ratificaci¨®n (encuesta Mellman).
Un debate de estos d¨ªas distingue entre actitudes aislacionistas y unilateralistas de EE UU en las relaciones internacionales. Muchos de sus senadores ni siquiera tienen pasaporte y algunos se jactan de ello o exhiben con est¨²pido orgullo su condici¨®n de ombligo del mundo ("ya he estado una vez en Europa y no pienso volver, Dick Armey, republicano, l¨ªder de la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes) y, lamentablemente, es un hecho, como deduce un estudio del Henry Stimson Center (agosto 1997), que "el Senado dirigido por los republicanos desconf¨ªa de la pol¨ªtica exterior en general". Nunca en la era moderna, dice el informe, "ha tenido la direcci¨®n republicana del Senado y los presidentes de comisiones clave tan poca experiencia personal en asuntos internacionales". Se trata, no obstante, y a pesar de la elevada abstenci¨®n que suele registrarse en EE UU, de un Senado elegido con los votos del pueblo. Seg¨²n otra encuesta de 1998, el 74% de los preguntados afirma desear que "Washington comparta el poder internacionalmente", mientras que Jesse Helms, bestia negra para Cuba y coautor de la ley que pretende castigar a quienes inviertan en la isla, afirma en el citado art¨ªculo de EL PA?S que "nuestros aliados no tienen criterios morales". Corresponde al pueblo norteamericano aclarar democr¨¢ticamente sus preferencias en las pr¨®ximas elecciones al Senado.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es eurodiputado socialista.
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