El valor de la boda
Si contin¨²an las tendencias de nacimiento actuales, en menos de medio siglo Espa?a se habr¨¢ convertido en el pa¨ªs m¨¢s viejo del mundo. Al contrario de lo que antes significaba de vitalidad una colectividad con muchos j¨®venes, ahora ocurre que los pa¨ªses m¨¢s avanzados del planeta son los de una poblaci¨®n sexagenaria mayor.Casi todos los notables incrementos de poblaci¨®n que se produzcan desde ahora hasta 2030 ser¨¢n, seg¨²n previsiones de las Naciones Unidas, en el ¨¢rea del Tercer Mundo. Estados Unidos o Francia aumentar¨¢n en menos de un 20% sus habitantes en los pr¨®ximos 20 a?os, pero India o Brasil crecer¨¢n hasta en un 40%. Como consecuencia, ?ser¨¢n las poblaciones con alto porcentaje de gente mayor m¨¢s reaccionarias que las otras? ?Decidir¨¢n esas naciones, las m¨¢s poderosas, una pol¨ªtica, una moral y unas modas conservadoras? No es seguro. En la actualidad, Suecia es una de las naciones m¨¢s viejas (20% de personas mayores de 60 a?os), y, sin embargo, no se ha definido por la contenci¨®n en las reformas sociales. La menor natalidad de un pa¨ªs no se correlaciona, en general, con el conservadurismo, sino, m¨¢s bien, con la mayor riqueza y la innovaci¨®n de las costumbres.
Pero entonces, ?por qu¨¦ Espa?a, que no se encuentra entre el grupo m¨¢s privilegiado de los G-7, por ejemplo, ni tampoco entre los m¨¢s evolucionados en las costumbres no rebasa la tasa de 1,07 hijos por mujer? Las razones que se arguyen para explicar esta singularidad, r¨¦cord en el mundo, son o bien que no existen ayudas estatales suficientes para la natalidad, o que el paro es muy alto, o que es elevada la fecha de la boda. De las tres, las dos primeras son relativamente f¨¢ciles de contradecir. La ayuda estatal no es superior en otros pa¨ªses, europeos o no europeos, que superan holgadamente las tasas de fecundidad espa?olas. En cuanto al paro, especialmente de las mujeres, basta tener en cuenta que las m¨¢s prol¨ªficas suelen ser las amas de casa que no tuvieron o no tienen trabajo fuera del hogar. La ¨²ltima raz¨®n, la boda, s¨ª merece, no obstante, tenerse en cuenta.
En Espa?a, a diferencia de lo que sucede en los pa¨ªses escandinavos o en Alemania, se tienen pocos hijos fuera del matrimonio. Las parejas esperan a institucionalizar su uni¨®n para concebir un hijo. Act¨²an, contrariamente a lo que parece -seg¨²n las ¨ªnfimas cifras de nacimientos-, en un sentido tradicional; es decir, no es el deseo de vivir m¨¢s libremente y mejor lo que impulsa a no tener hijos, sino la idea de que sin matrimonio no existe del todo hogar. Con las bajas tasas de divorcios en Espa?a las parejas siguen teniendo en su horizonte emocional uniones m¨¢s duraderas que en otras partes. Mientras no se casan aceptan la fragilidad o la inestabilidad de la relaci¨®n, pero casados ser¨ªa otra cosa: m¨¢s apta para recibir ni?os.
Pero, entonces ?por qu¨¦ se casan antes? Quieren casarse antes pero no lo hacen porque, de nuevo, para casarse necesitan sentimentalmente el inmueble y los muebles que forman hogar. Y, un hogar, a menudo, en propiedad. As¨ª pues, rebozados los problemas (de empleo o de falta de asistencia) con la masa de la costumbre es como en verdad se decide el aplazamiento de la conyugalidad y, como consecuencia, de la paternidad. Contrariamente, pues, a la idea de que el pa¨ªs cruza desde lo religioso a lo secular y de lo tradicional a lo moderno con velocidad muy superior a su entorno, lo cierto es que no se hacen hoy m¨¢s hijos por parecidas razones a aqu¨¦llas por las cuales, antes, se hac¨ªan m¨¢s. Se tienen menos hijos no por raz¨®n de las prisas de la vida, sino por la lentitud de evoluci¨®n.
La familia sigue siendo en Espa?a, seg¨²n han demostrado incluso las encuestas recientes entre j¨®venes, el bien m¨¢s apreciado de todos los deseables y por delante de la salud, la profesi¨®n o el dinero. Si no se forman m¨¢s familias del modelo tradicional no es porque se repudien, sino justamente por el intento de seguir haciendo familias tradicionales con los antiguos procesos tradicionales de la seguridad, el reposo, la boda y el ajuar.
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