La fiesta de Anelka

Noticia en Chamart¨ªn: marc¨® Anelka. 148 d¨ªas despu¨¦s de firmar su contrato con el Real Madrid el delantero franc¨¦s se estren¨® anoche en aquello del gol. La jugada mostr¨® a Anelka en estado puro, jugando sin bal¨®n y aprovechando su zancada. A Guti le correspondi¨® el honor de darle el pase, en largo, como lo quiere el franc¨¦s. Lleg¨® Anelka antes que Juanmi, el portero rival, le regate¨® hacia su costado izquierdo y con la zurda llev¨® la pelota a la red. Era el minuto cuatro de partido y el Bernab¨¦u tron¨® ante un hecho con pinta de hist¨®rico por desconocido y que era esperado como el man¨¢.El Madrid gan¨® el Partido contra la Droga a un combinado de la Primera Divisi¨®n (3-2). Pero ese detalle qued¨® en an¨¦cdota ante un Anelka que capitaliz¨® miradas y aplausos. Cierto es que el enemigo no puso demasiadas trabas a su particular triunfo, pues la defensa del combinado se comport¨® como exig¨ªa la ocasi¨®n, esto es, "aqu¨ª Anelka, aqu¨ª unos amigos". Pero lo cierto es que el delantero madridista mostr¨® una predisposici¨®n absoluta. Se ofreci¨® una y otra vez, luch¨® todos los balones, baj¨® a recibir. Fue feliz Anelka ayer.

Y lo fueron tambi¨¦n los 50.000 espectadores que hasta Chamart¨ªn acudieron y celebraron el tanto del franc¨¦s, como si de la final de la Copa de Europa se tratara. Su nombre fue coreado en decenas de ocasiones, y no faltaron quienes le echaron cierta guasa al asunto, al pregunatrse a gritos d¨®nde estaba el gorro de Anelka.

Como banco de pruebas para el Madrid, y como ejercicio de autoestima para su protagonista estelar, el partido result¨® ideal. Del Bosque puso en liza un equipo donde destacaban las ausencias de Hierro y Ra¨²l. Junto a Anelka, en la delantera, actu¨® Z¨¢rate, cuya acci¨®n m¨¢s meritoria fue el pase que dio origen al segundo gol, que firm¨® espl¨¦ndidamente Guti con una media tijera. Aquella jugada (minuto 23) fue la m¨¢s espectacular del choque y supuso el moment¨¢neo 2-1. Porque minutos antes, Catanha hab¨ªa aprovechado con facilidad el regalo de Karembeu, que intent¨® salir de la cueva como si fuera Beckenbauer, pero se qued¨® sin bal¨®n y el combinado, dirigido al alim¨®n por Camacho, Michel y Butrague?o, logr¨® su primer tanto.

Llegaron despu¨¦s los m¨²ltiples cambios, hasta 26 hubo, y el partido baj¨® de tono. En el Madrid el asunto de la creaci¨®n qued¨® en manos de Geremi, con las consecuencias f¨¢cilmente deducibles, y el p¨²blico sigui¨® jaleando cada aparici¨®n, cada vez m¨¢s espaciada en el tiempo, de Anelka. Hasta que en el minuto 70, Del Bosque pens¨® que el atrac¨®n de felicidad ya hab¨ªa sido completo y retir¨® al franc¨¦s, despedido como un h¨¦roe. Poco despu¨¦s, vol¨® un bal¨®n sobre al ¨¢rea madridista y ocurri¨® lo que suele ocurrir con cada bal¨®n que vuela el ¨¢rea madridista: gol. Lo marc¨® Roberto R¨ªos y el partido pareci¨® as¨ª sellado. Pero sobre el c¨¦sped estaba ya Morientes, sustituto de Anelka, que cabece¨® con suma facilidad un centro de Meca. Era el 3-2 y el final de la fiesta particular de Anelka en la que, curiosamente, el gol decisivo lo marc¨® Morientes. Pero los goles de ¨¦ste, por habituales, no son hist¨®ricos.