Las dos Espa?as de Alfonso Reyes
A lo largo de 1999 han venido celebr¨¢ndose en Espa?a diversos actos, ceremonias y congresos conmemorativos de los 60 a?os del exilio espa?ol, abarcando las tres generaciones que le han constituido y ramificado. El nombre de M¨¦xico ha vuelto a ser recordado como el pa¨ªs que m¨¢s libre e incondicionalmente acogi¨® a ese exilio. El pa¨ªs que dio rango hist¨®rico de generosidad a tan dram¨¢tica aventura, y en el que, a la vez, el exilio espa?ol ha escrito la parte central de su propia historia. Sumaron millares las familias que en M¨¦xico pudieron reconstruir sus vidas y darle lo mejor de s¨ª mismas. Pudieron ser muchas m¨¢s de haberse atendido el ofrecimiento de puertas abiertas que hizo el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas, mediante un tratado suscrito con el Gobierno del mariscal Petain, seg¨²n hemos comentado recientemente en las p¨¢ginas de EL PA?S.En tales conmemoraciones han coincidido miembros sobrevivientes y destacadas personalidades del exilio espa?ol con estudiosos e investigadores de su historia, surgidos o casi nacidos en la recuperaci¨®n democr¨¢tica de Espa?a. Espl¨¦ndida y conciliadora labor, con tribunas m¨²ltiples, desde las cuales se han evocado, en varias formas, las caracter¨ªsticas y aportaciones de dicho exilio, rindi¨¦ndose homenaje a tutores y protagonistas del mismo. Salvo error de informaci¨®n, creo que en el an¨¢lisis fundamental relacionado con M¨¦xico no se ha valorado debidamente la figura clave de Alfonso Reyes, no s¨®lo por su influencia y su comportamiento, sino por el simbolismo que representa su nombre en las p¨¢ginas de esta historia.
Hay que recordar que Alfonso Reyes, exiliado de M¨¦xico, se instala en Madrid durante los diez a?os que van de 1914 a 1924. En Espa?a, Alfonso Reyes conoce y trata a la llamada generaci¨®n del 98. Su primer amigo es, precisamente, Azor¨ªn, al que se atribuye haberla dado nombre, en 1913. Reyes llamar¨¢ a Azor¨ªn el Poeta de las Ventanas, t¨ªtulo igual al que Le¨®n Felipe recibir¨ªa en el exilio mexicano de los a?os cuarenta. A su pregunta ?revolucionario de ayer o conservador de ma?ana?, Azor¨ªn le contesta: "Ayer fui revolucionario. Hoy soy conservador. As¨ª me ha trabajado la vida". Pronto ser¨ªa admirado don Alfonso en los c¨ªrculos intelectuales de Madrid. Est¨¢ cerca de don Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal y cultiva cordiales relaciones con P¨ªo Baroja, Jacinto Benavente, Antonio Machado, Jos¨¦ Ortega y Gasset, entre otros. De este ¨²ltimo dir¨ªa que era "privilegiada conjunci¨®n del fil¨®sofo y el literato...". R¨ªe con Ram¨®n G¨®mez de la Serna. Dialoga con Miguel de Unamuno, quien le impresiona por su "rebeld¨ªa santa y su santa humildad". Le cautiva el desparpajo ingenioso de Valle-Incl¨¢n, su vecino del barrio de Salamanca. Celebra sus ocurrencias, disparates y esperpentos... Y hace de ¨¦l una de las m¨¢s celebradas caricaturas: " Con dos circulitos y unas cuantas rayas verticales queda hecha su cara: quevedos y barbas. Con cuatro rectas y una curva, su mano derecha: ¨ªndice, cordial, anular, me?ique y pulgar. Cara y mano. Lo dem¨¢s no existe. La cara es el dogma, y la mano es el comentario".
En la Residencia de Estudiantes, Alfonso Reyes se hace amigo de Am¨¦rico Castro, Federico de Onis, Tom¨¢s Navarro Tom¨¢s, Jos¨¦ Moreno Villa, Rodolfo Halffter, Emilio Prados... Como colaborador de los diarios El Sol y La Voz, estrecha su convivencia con los escritores liberales de la ¨¦poca. Trata a Manuel Aza?a y colabora con ¨¦l en la directiva del Ateneo de Madrid. Por su conducto, conocer¨¢ a su m¨¢s fiel y querido amigo: el poeta, escritor y cr¨ªtico Enrique D¨ªez Canedo. Importa el dato. Enrique D¨ªez Canedo es uno de los primeros espa?oles que llegar¨¢n a M¨¦xico, en 1938, como parte de una ilustre expedici¨®n compuesta por algunos de los nombres m¨¢s famosos de la cultura espa?ola ?Y qui¨¦n los recibe en M¨¦xico? ?Alfonso Reyes, presidente de la Casa de Espa?a, anfitriona generosa! Don Alfonso Reyes, nombrado para este cargo por el general L¨¢zaro C¨¢rdenas, es ya el primer hombre de letras de Am¨¦rica, as¨ª definido por Jorge Luis Borges, el cual lo analoga con Montaigne. Acaba de publicar su Canto a la tumba de Garc¨ªa Lorca y es, sin duda, la figura m¨¢s representativa de la cultura mexicana. Don Alfonso devuelve en su tierra el fraterno abrazo con que D¨ªez Canedo le despidi¨® en Madrid catorce a?os atr¨¢s. Muchos de los que llegan han sido sus amigos en Espa?a. A todos les saluda con la exclamaci¨®n p¨²blica de bienvenida: "?Qu¨¦ hu¨¦spedes tan distinguldos!". Cuando en 1949 se constituye el Ateneo Espa?ol de M¨¦xico, Alfonso Reyes confesar¨¢: "Aprend¨ª a quererlos y a comprenderlos en medio de la labor compartida... La suerte me ha deparado el alto honor de encarnar, para la Espa?a nueva, la primera amistad del M¨¦xico nuevo... ?Este honor no lo ceder¨¦ a ninguno!".
Alfonso Reyes hablar¨ªa con Salvador de Madariaga, en la primera visita de ¨¦ste a su pa¨ªs, de las dos Espa?as que llevaba en el coraz¨®n: la Espa?a de su exilio y la Espa?a del exilio en M¨¦xico. Una historia, donde el recuerdo de Alfonso Reyes merece un cap¨ªtulo estelar. Y junto a ¨¦l, el de Daniel Cos¨ªo V¨ªllegas, su sucesor al frente del Colegio de M¨¦xico, heredero de la Casa de Espa?a: el que sugiri¨® a C¨¢rdenas la idea de acoger a los intelectuales espa?oles, anticip¨¢ndose a la derrota final del Ej¨¦rcito republicano.
Eulalio Ferrer Rodriguez es comunic¨®logo y escritor.
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