A?o 00 XAVIER BRU DE SALA
Hay pocas discrepancias sobre las im¨¢genes m¨¢s relevantes del siglo XX. Como todo el mundo las lleva en la retina, no hace falta desentra?ar su significado. Mejor dicho, el significado est¨¢ en la acumulaci¨®n y en la combinaci¨®n de recuerdos colectivos gratos y atroces. A nadie se le ha ocurrido obviar N¨²remberg, Hiroshima, el Gulag, las mayores cat¨¢strofes y el rostro inocente de la pertinaz miseria. Las generaciones adultas hasta los americanos del baby boom y los europeos nacidos a partir de los cuarenta, que son los guardianes del archivo y los autores de la selecci¨®n de im¨¢genes, parecen estar de acuerdo en un dictamen autocomplaciente. Ellos, los ya desaparecidos o los muy mayores, estropearon el siglo con horribles matanzas y destrucci¨®n a gran escala. La responsabilidad posterior alcanza a no haber sabido gestionar mejor el horrible legado, de modo que si los responsables de la primera mitad merecen un suspenso, los actuales se adjudican un aprobado justito. As¨ª mejora el mundo.Seg¨²n el escenario m¨¢s optimista que no provenga del ilusionismo, las perspectivas para los primeros decenios del siglo XXI se reducen a verlas venir, a ir arreglando algunas cuestiones pendientes, en especial el desarrollo en las zonas menos favorecidas, pero con sumo cuidado, no vaya a ser que se estropee lo ya conseguido. Las democracias podr¨ªan degradarse, quiz¨¢ a cambio de un incremento de las libertades individuales, aunque no cuenten con grandes enemigos a la vista, ni siquiera en su interior. La gesti¨®n de los ciclos bajistas de la econom¨ªa seguir¨¢ mejorando, de modo que habr¨¢ facilidades para seguir creando riqueza. Aunque las artes contin¨²en estancadas o ensimismadas, las ciencias se encargar¨¢n de seguir proporcionando buenas noticias, am¨¦n de advertencias cada vez m¨¢s afinadas sobre el uso peligroso de unos recursos que no dejar¨¢n de ser limitados. Los oc¨¦anos pueden llegar a subir m¨¢s de medio metro en menos de un siglo, el calentamiento global es una seria amenaza -a medio plazo-, el desarrollo no puede volverse sostenible sin cambiar los par¨¢metros actuales, so pena de convertir la especie en una plaga que acabe con la vida en el planeta. El casandrismo cient¨ªfico, no hablemos ya del seudocient¨ªfico, arroja l¨²gubres profec¨ªas sobre un tr¨¢gico destino que s¨®lo unos cambios imposibles en las mentalidades podr¨ªan eludir. Pero va para largo. A lo mejor, ulteriores resultados de la investigaci¨®n van facilitando soluciones parciales. Todo ello, repito, en un escenario optimista, de equilibrios, componendas, crisis controlables, sin grandes cat¨¢strofes ni mayores sobresaltos, en lo que alcanza la raz¨®n para unos pocos decenios a la vista de los elementos que est¨¢n sobre la mesa.
?Qu¨¦ decir entonces de otros escenarios, producto de una imaginaci¨®n menos ben¨¦vola? Tal vez no habr¨¢ choque de civilizaciones, o el cambio de hegemon¨ªa mundial de Am¨¦rica a China vaya para m¨¢s largo. Tal vez los arsenales nucleares medio controlados en la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica no se dispersen ni caigan en manos poco escrupulosas con las vidas de los dem¨¢s. Tal vez el cambio clim¨¢tico no se acelere. Tal vez el crecimiento de la poblaci¨®n mundial siga aminorando y desmienta las muy pesimistas previsiones de los organismos correspondientes -pero no dejar¨¢ de ser cierto que 8.000 a?os atr¨¢s la especie humana contaba con unos 10 millones de seres en total, que en el siglo XVI lleg¨® a los 500 millones, que desde el final de la Primera Gran Guerra casi se ha triplicado y que pronto podremos llegar por lo menos a los 8.000 millones-.Tal vez no surja un virus m¨¢s letal que el del sida y capaz de transmitirse con la facilidad del que origina el resfriado com¨²n -la inmunolog¨ªa avanza a marchas forzadas, pero no es ocioso recordar que en el siglo II Roma sufri¨® una terrible epidemia que ayuda muy mucho a explicar su decadencia, que la gripe del 1918 mat¨® a 30 millones de personas, tres veces m¨¢s que la guerra reci¨¦n concluida-. Tal vez no sobrevenga una crisis econ¨®mica importante que arroje a los votantes de las ¨²ltimas generaciones en manos de fascistas, demagogos y predicadores de salvaciones milagrosas.
?Primer escenario o un c¨®ctel de las cat¨¢strofes apuntadas en el segundo, aunque contara con un solo ingrediente? Imposible adivinarlo. El horizonte no est¨¢ despejado, ni mucho menos. Si la historia fuera rectil¨ªnea, estar¨ªamos al cabo de la calle. Pero sabido es que no s¨®lo retrocede a menudo, si no que las civilizaciones humanas del pasado han sucumbido de modo poco grato para sus ¨²ltimos miembros. A pesar de ello, nadie negar¨¢ que desde la invenci¨®n de la escritura hasta nuestros d¨ªas, el progreso material es notorio, y apreciable el moral. As¨ª que, por lo menos en estos primeros d¨ªas del a?o, no ser¨ªa descabellada la indulgencia que acompa?a todo buen deseo. Por fortuna, llegar al 2000 no significa volver a empezar.
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