Las 36 maquetas IGNACIO VIDAL-FOLCH
El local de la calle de Doctor Dou, 10, donde Carles Poy tuvo su galer¨ªa, ahora es sede de Ras, una sala dedicada a arquitectura. Ahora se exponen all¨ª 36 maquetas de casas "de tres a cinco habitaciones a partir de 100 metros cuadrados", que se pueden construir por un coste cercano a los 12 millones de pesetas.Ya se entiende que el objetivo de esta optimista exposici¨®n, organizada por la asociaci¨®n P¨¦riph¨¦riques entre arquitectos y paisajistas de toda Europa (aunque casi todos son parisienses), es demostrar que la arquitectura creativa no tiene por qu¨¦ ser cara, que la escasez de dinero se suple con imaginaci¨®n y que en todo caso el trabajo de los arquitectos m¨¢s inventivos est¨¢ al alcance de casi todos los bolsillos: pues una casa por 12 millones de pesetas se considera una ganga.
Sucede a menudo que unos se?ores organizan algo con las mejores intenciones y otros lo reciben como la encarnaci¨®n de su estupor. Por ejemplo, los proyectos de casas, las maquetas, que muestran nuestro h¨¢bitat a escala reducida y de forma muy did¨¢ctica.
Durante mi visita a Ras record¨¦ que aunque el aspecto exterior admita infinitas variaciones, lo sustancial del asunto casa es siempre lo mismo. Lo recordaba mirando cada maqueta en su urna de cristal, y como lo record¨¦ 36 veces esta convicci¨®n empez¨® a tener fuerza de paranoia. Porque, no nos enga?emos: poco ha cambiado la casa desde que el primer clan de neandertales entr¨® en la primera cueva y su peludo caudillo pens¨® que all¨ª encontrar¨ªan refugio contra la tormenta, y algo m¨¢s, un espacio a su medida y un sitio para satisfacer todas las necesidades. Miles de a?os despu¨¦s, no se aprecia una diferencia sustancial entre aquella caverna primigenia y el m¨¢s moderno chalet. Cueva o loft, villa de Palladio o vivienda del Congreso, Brideshead o apartamento en La Mina, siempre tiene que haber un sitio para cocinar los alimentos, un sitio reservado para las deyecciones, y otro sitio para dormir en horizontal con la Tierra, am¨¦n de una cuarta zona de convivencia llamada sal¨®n, sala de estar o living.
Este inmovilismo e imposibilidad de evoluci¨®n es tan clamoroso que hay quien va la mar de resuelto a edificar una casa y cuando ya est¨¢ decidiendo los detalles con el arquitecto se echa atr¨¢s. De repente, se conciencia. Suele suceder as¨ª: el arquitecto despliega los planos y, se?alando con su l¨¢piz de plata marca Caran d"Ache un punto determinado del plano, comete el error de decir:
-Y aqu¨ª estar¨ªa la sala.
En el art¨ªculo la y el sustantivo sala (pero podr¨ªan ser otras secuencias sem¨¢nticas; por ejemplo: el y dormitorio; o el y cuarto de ba?o; o tambi¨¦n la, cocina) hay algo tan inevitable, previsible, fatal, que s¨®lo admite comparaci¨®n con la misma sepultura. "Mi casa como una pir¨¢mide / ha de ser templo funerario", as¨ª de claro lo expresaba Valle-Incl¨¢n en la Clave XXXIII.
Y por eso la transacci¨®n se hace intolerable y los arquitectos, y tambi¨¦n los que muestran pisos en venta o alquiler por cuenta de las empresas inmobiliarias a presuntos compradores, cuando ya casi tienen embaucado al cliente con la letan¨ªa de "pues tengo a otro se?or muy interesado por este piso", pierden al cliente porque ¨¦ste sufre un ataque de lucidez.
En el ¨²ltimo momento, ese cliente ha despertado de su ensue?o, se ha erguido y ha exclamado: "?Oiga usted! ?Por qu¨¦ tengo que vivir as¨ª? ?Por qu¨¦ las casas son como son, y no formas estrelladas, tubulares o esf¨¦ricas, m¨®viles, balanceantes, el¨¢sticas o...? ?Por qu¨¦ siempre hay que volver a la cueva, y no equivocarse de cueva sino volver a la misma cada noche? Me parece que en este asunto dom¨¦stico estamos demostrando todos una penosa falta de imaginaci¨®n, de fantas¨ªa y de ganas de progresar. Anta?o nos met¨ªamos en la caverna para protegernos de la intemperie y de otros animales hostiles, y hoy, que gracias a Dios los hemos exterminado, igualmente tenemos que refugiarnos en nuestras cuevas de las fieras de nuestra propia especie. Y es que, en efecto, este asunto de las casas, su persistencia id¨¦ntica por los siglos de los siglos, indica que somos animales y poca cosa m¨¢s. ?No me compro el piso!"
Pens¨¢ndolo bien la profesi¨®n de arquitecto, que consiste en decidir d¨®nde ir¨¢n la, cocina; y d¨®nde el, dormitorio, es potencialmente tan melanc¨®lica como la de carnicero o sastre. ?No se acaba conociendo demasiados secretos morfol¨®gicos?
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