Soledad a raudales
El tajo sinuoso y profundo del r¨ªo gu¨ªa al paseante desde Peguerinos hasta la estaci¨®n de Santa Mar¨ªa
Siempre que en nuestras andanzas topamos un lugar solitario de belleza excepcional como el r¨ªo de la Ace?a nos asalta la misma duda: ?es prudente revelar en un diario de gran difusi¨®n la existencia de tesoro tal? El sentido com¨²n nos dice que no. Pero la experiencia nos recuerda que el 99,9% de los ciudadanos desde?a las soledades -si no va nadie, piensan, por algo ser¨¢-, las probaturas -con tanto experimento, perdi¨® el virgo Sacramento-, las sendas poco trilladas y no digamos ya las trochas de cabras que bordean la garganta del r¨ªo de la Ace?a. Al 0,1% restante va dirigido esto.Tributario del Cofio
El r¨ªo de la Ace?a es el principal tributario del Cofio, que a su vez es feudatario del Alberche, que por su parte afluye al Tajo. Nace en la vertiente meridional de la sierra de Malag¨®n, en la provincia de ?vila, de la reuni¨®n de los arroyos Chubieco y Valle de Enmedio. Arriba pronto a Peguerinos, donde hace un buen embalse. Entra poco despu¨¦s en Madrid, bautiza el puente de la Ace?a, acaricia las ruinas del molino del T¨ªo L¨¢zaro, enhebra el puente de la Parra y, acto seguido, se entrega al Cofio en el paraje de las Juntas, bajo la estaci¨®n de Santa Mar¨ªa de la Alameda, sumando as¨ª 20 kil¨®metros de impetuoso correr entre escarpes de gneis, empinados prader¨ªos, pinarcillos, jarales e inmensas soledades.
Toma su nombre el r¨ªo de los molinos, o ace?as, que poblaban otrora sus ribazos: verbigracia, el del T¨ªo Catalino, que fue anegado por la presa de la Ace?a en 1991 y cuyos restos veremos asomar, en ¨¦poca de mengua, al poco de andar desde Peguerinos por el camino del cementerio. Siguiendo dicha v¨ªa asfaltada -y de tierra, despu¨¦s-, rodearemos este embalse donde pululan lavanderas y an¨¢tidas para, a los cuatro kil¨®metros -una hora a buen paso-, cruzar su muro de 323 metros y bajar en zigzag por la margen derecha hacia una depuradora que, a juzgar por el olor de los residuos, no depura todo lo que debiera, para desgracia de este r¨ªo, anta?o truchero.
Tras franquear una mara?a de espinos aprovechando un pasadizo, casi un t¨²nel, abierto cerca de la orilla por las vacas, continuaremos por la pina margen derecha, sin camino n¨ªtido, hasta desembocar en una ancha pista que nos llevar¨¢ en pl¨¢cido descenso al puente de la Ace?a, sumando otra hora de marcha. Este puente, por el que pasa la carreterilla de Robledondo a Santa Mar¨ªa de la Alameda, goz¨® de enorme prestigio entre los domingueros de mediados de siglo merced a un inefable bar-carreta llamado Mississippi, tirado por un taxi negro, cuya evoluci¨®n l¨®gica fue un chiringuito estable, alrededor del cual llegaban a reunirse media docena de autocares. De todo ello hoy s¨®lo queda un merendero desangelado, muy a tono con el rom¨¢ntico apartamiento de estos lugares.
Bajando ahora por la orilla izquierda, a fin de sortear una finca privada, no tardaremos en llegar a la altura de las ruinas del molino del T¨ªo L¨¢zaro, el cual estuvo en marcha hasta los a?os setenta. Tambi¨¦n se le conoce como molino de las ?nimas, y ello por la leyenda que dice que dos molineros reci¨¦n casados, que estaban pasando una racha muy mala -abortos, cosechas malogradas, negocio flojo-, se encomendaron sin previo acuerdo a las ¨¢nimas del purgatorio y superaron el bache.
Trepando
Nosotros, por nuestra parte, deberemos superar, trepando, un contrafuerte rocoso y vadear el r¨ªo a continuaci¨®n para proseguir de nuevo por la margen derecha.
Y as¨ª llegamos al tramo m¨¢s espectacular del descenso: dos horas caminando a la vera de r¨¢pidos y remansos; sorteando escarpes y meandros por entre bosquetes de pino resinero, enebros y jaras pringosas; procurando no enriscarse y buscando siempre las trochas que, en constante sube-y-baja por la abrupta margen derecha, conducen hasta el puente de la Parra, junto a la estaci¨®n de Santa Mar¨ªa de la Alameda. Tres kil¨®metros m¨¢s abajo, para los que a¨²n tengan ganas de andar, el de la Ace?a desagua en el Cofio, otro bello solitario.
En coche, autob¨²s y tren
- D¨®nde. Peguerinos dista 69 kil¨®metros de Madrid por la carretera M-505 (Las Rozas-?vila) hasta El Escorial y el puerto de la Cruz Verde, para seguir por Robledondo y Santa Mar¨ªa de la Alameda. Hay autobuses de Herranz desde San Lorenzo de El Escorial (plaza de la Virgen de Gracia, s/n; tel¨¦fono 918 904 100) a Peguerinos, y varios trenes al d¨ªa desde la estaci¨®n de Santa Mar¨ªa a El Escorial y Madrid (Renfe, 902240 202). Otra opci¨®n, si disponemos de dos veh¨ªculos, es dejar uno por la ma?ana en el puente de la Parra, junto a la estaci¨®n de Santa Mar¨ªa, y recuperar al final el que hayamos utilizado para acercamos hasta Peguerinos. - Cu¨¢ndo. Cualquier ¨¦poca, salvo pleno verano -el r¨ªo acusa el estiaje y el jaral de las m¨¢rgenes es un horno-, es adecuada para efectuar este itinerario descendente de cinco horas -16 kil¨®metros, s¨®lo ida- y dificultad media-alta.
- Qui¨¦n. El club de monta?ismo Tierra de Fuego (Pez, 21; tel¨¦fono 915 215 240) ha editado Naturaleza y senderismo en la sierra de Guadarrama, gu¨ªa en que se describe en sentido inverso esta marcha.
- Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hoja 17-21 del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o la equivalente (532) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
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