Anelka y sus contradicciones
Cada vez hay menos dudas de que ¨¦ste es el torneo de Anelka. En el partido de ayer, el franc¨¦s, vestido m¨¢s que nunca con el traje de chico de los 5.600 millones, represent¨® todos los papeles. En lo bueno y en lo malo, Anelka fue protagonista. Marc¨® los dos goles de su equipo, el segundo de ellos tras una maniobra portentosa frente al portero, y desperdici¨® tambi¨¦n las oportunidades m¨¢s claras, incluso un penalti del que se apropi¨® cuando la cita, ya con 2-2, se acercaba al final. Corri¨®, se desmarc¨® e intent¨® aventuras deliciosas, pero tambi¨¦n se desentendi¨® y fall¨®, dej¨® pifias escandalosas. Entre los elogios y los reproches a su estrella m¨¢s cara, entre la desconcertante contradicci¨®n de Anelka, el Madrid sali¨® con empate de la cita m¨¢s decisiva de esta primera fase. Y su futuro en el Mundial queda ahora pendiente de que en la ¨²ltima jornada el Corinthians no sume m¨¢s puntos ni m¨¢s goles que ¨¦l.No fue peor el Madrid que el Corinthians. Casi al contrario, dio la sensaci¨®n de tenerlo siempre bajo control. El Corinthians s¨®lo se enciende en los metros finales. Antes es un equipo lento y casi menor, con dificultades para armarse, para sacar la pelota, para quitarse de encima el acoso del rival por leve que ¨¦ste sea. Pero cuando llega al ¨²ltimo tercio del campo se vuelve una m¨¢quina imposible de desconectar, una trituradora de defensas. Saca de repente movilidad, imaginaci¨®n, velocidad y precisi¨®n y consigue dibujar circuitos indescifrables para el rival. Se juntan Marcelinho, Ricardinho, Edilson y Luizao y la zaga enemiga acaba con el cuello del rev¨¦s y las piernas enredadas.
El Madrid tuvo m¨¢s la pelota, llev¨® el tim¨®n del partido y se present¨® m¨¢s organizado en cada metro cuadrado del campo. Pero se encontr¨® con todos los problemas del mundo para traducir su dominio en ocasiones. Careci¨® de chispa en el ¨¢rea y sus alrededores. Hasta el descanso, s¨®lo arranc¨® peligro a partir de las acciones a bal¨®n parado, que Roberto Carlos se empe?¨® en acaparar. Estuviera donde estuviera, lejos o fuerte, escorado o centrado, el brasile?o golpeaba fuerte y al bulto la pelota. Bajo esa estrategia de en alguien rebotar¨¢ el tiro, lleg¨® el primer gol de Anelka.
La ventaja en el marcador no mejor¨® la jerarqu¨ªa blanca sobre el partido. El Madrid sigui¨® con el bal¨®n y sin las luces arriba. Y tampoco fue capaz de encontrar una f¨®rmula para frenar las repentinas apariciones atacantes del Corinthians. Por ah¨ª el m¨¢s venenoso result¨® Marcelinho Carioca. Pero tambi¨¦n la zurda exquisita de Ricardinho, siempre dispuesta a poner el bal¨®n a la espalda de los centrales madridistas, y la llegada explosiva de Edilson. Con menos continuidad pero mucho mayor veneno, el Corinthians se fue viniendo arriba. Alcanz¨® el empate en una combinaci¨®n m¨¢gica y el¨¦ctrica y se puso por delante, ya en la segunda parte, con una acci¨®n en solitario, tambi¨¦n extraordinaria, de Edilson.
Fue entonces, con el marcador en forma de pu?al en la espalda, cuando el Madrid encontr¨® lo que le hab¨ªa faltado todo el partido: la luz. Como por arte de magia el Madrid se llen¨® de ideas, de profundidad, de jugadas al primer toque y hasta de los uno contra uno. En un pase tan r¨¢pido como primoroso de Ra¨²l y la inmediata respuesta de Anelka, en la que fue la mejor maniobra del franc¨¦s desde que lleg¨® a Espa?a -encar¨® a Dida, lo mand¨® al suelo haciendo como que tiraba y dejando correr la pelota, y marc¨®-, el Madrid encontr¨® el empate.
Con el Corinthians en el suelo y lleno de inspiraci¨®n, el Madrid se lanz¨® decidido a por la victoria. La tuvo en la mano despu¨¦s de que Savio se fuera de cuanto compatriota le sali¨® por el camino menos del ¨²ltimo, que le derrib¨®. Entonces Anelka se apropi¨® del lanzamiento del penalti, asumi¨® la responsabilidad y tir¨® la victoria a la basura. Y quiz¨¢ tambi¨¦n un puesto en la final. Es la inevitable contradicci¨®n de Anelka, protagonista siempre. En lo mejor y en lo peor.
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