Distancia
Pese a que nuestra cultura judeo cristiana se ha alimentado de profetas voladores, de esp¨ªritus que est¨¢n en todas partes, de carros de fuego, de resucitados cuyos cuerpos gloriosos pueden atravesar las paredes o de misterios de la Trinidad que descomponen la sustancia y naturaleza de las personas aunque sean divinas, mucha gente todav¨ªa no cree que sea posible enjaezar un ¨¢ngel como a un caballo, darle con la espuela, convertirlo en un pensamiento y cabalgar con ¨¦l en una fracci¨®n de segundo hasta un planeta perdido en la galaxia Andr¨®meda donde tal vez te espera sentado en un bar oyendo jazz aquel ser al que amaste y que muri¨® hace mil a?os. La ciencia tambi¨¦n tiene ateos. Pero cuando se entienda que para estar en Nueva York no es necesario ir a Nueva York se habr¨¢ resuelto el problema del viaje a las estrellas que est¨¢n a millones de a?os luz. Hasta ahora esas distancias s¨®lo las hab¨ªan salvado los ¨¢ngeles del G¨¦nesis que no eran sino part¨ªculas luminosas de la mente, como hoy se ha demostrado. Cuando estos ¨¢ngeles del G¨¦nesis sean utilizados como cohetes espaciales, Cabo Ca?averal quedar¨¢ convertido en un cementerio lleno de fantasmas de titanio, propios de un tiempo remoto en que los humanos caminaban en diligencia por un universo de cercan¨ªas igual que los primates avanzaron primero por la selva saltando de rama en rama. Dec¨ªa el griego Parm¨¦nides que es lo mismo el Ser que el Pensar: este principio se llama ahora realidad virtual. Al parecer la mente humana est¨¢ evolucionando hacia el fondo espiritual de la f¨ªsica y a su vez la f¨ªsica pronto har¨¢ s¨ªntesis con la m¨ªstica. Virtual se deriva de virtud, que no significa santidad sino poder o fortaleza. En el futuro la virtud de la mente ser¨¢ capaz de trasladar a cualquier galaxia ese garito de jazz donde tu amante te espera, puesto que el espacio puede contraerse en un solo punto como qued¨® demostrado cuando Aquiles persegu¨ªa a una tortuga y no la pudo alcanzar porque para llegar a ella el veloz guerrero ten¨ªa que salvar primero la mitad del camino, pero antes deb¨ªa recorrer la mitad de esa mitad. El trayecto que le separaba de la tortuga siempre hab¨ªa que dividirlo previamente por dos hasta convertirlo en un punto infinito e inm¨®vil, que es el universo. Ese punto hace que est¨¦s en todas partes. Por all¨ª pasa siempre la mente cuando cabalga sus propios caballos de fuego enjaezados como los ¨¢ngeles del G¨¦nesis.
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