Bradley acusa a Al Gore de vivir en "un b¨²nker de Washington" de espaldas a los pobres
Bill Bradley y Al Gore intercambian ya golpes directos al ri?¨®n. A tres semanas de la primera cita con las urnas de la carrera presidencial estadounidense, las primarias de New Hampshire, los dos aspirantes dem¨®cratas han entrado en el cuerpo a cuerpo. En los debates televisivos celebrados el mi¨¦rcoles en New Hampshire y la pasada madrugada en Iowa, Bradley ha acusado a Al Gore de vivir en "un b¨²nker de Washington", ajeno a los problemas de los sectores m¨¢s pobres de EEUU.
Al Gore respondi¨® a la acusaci¨®n con un tono agresivo y asegur¨® haber invertido el tiempo pasado en Washington trabajando en la creaci¨®n de empleo, en el control de las armas y haciendo m¨¢s fuerte la econom¨ªa. "Esto [Washington] no es un b¨²nker. Son l¨ªneas del frente de una batalla por nuestro futuro", respondi¨® Al Gore a Bradley.Animado por la ventaja que los sondeos le conceden entre los electores dem¨®cratas de New Hampshire, el ex jugador de baloncesto Bradley subraya sus diferencias con el vicepresidente. Bradley critica a Al Gore por su apoyo a Clinton durante el caso Lewinsky, por su oposici¨®n a impulsar desde el Gobierno la generalizaci¨®n a todos los norteamericanos de la cobertura m¨¦dica y sanitaria y por su temor a imponer al Pent¨¢gono la aceptaci¨®n de los homosexuales.
Al Gore, seg¨²n Bradley, es un fr¨ªo profesional de la pol¨ªtica m¨¢s preocupado de buscar aplausos en Washington que de resolver los problemas de los individuos y grupos m¨¢s desfavorecidos. El ex deportista denuncia que el crecimiento econ¨®mico que caracteriza al Gobierno de Clinton y a Al Gore apenas ha mejorado la suerte de los trabajadores y las minor¨ªas raciales y culturales. Y proclama: "El gran desaf¨ªo de nuestro tiempo es hacer que esta prosperidad sin precedentes beneficie a todo el mundo".
El mi¨¦rcoles, en el debate televisado en New Hampshire que arbitr¨® Peter Jennings, Bradley le espet¨® al vicepresidente: "Cada vez que le escucho hablar, me viene a la cabeza la imagen de un b¨²nker de Washington. Usted es un b¨²nker de Washington. Ah¨ª est¨¢ el esc¨¢ndalo de la financiaci¨®n de su campa?a electoral [la de 1996] y ah¨ª est¨¢ el problema del impeachment [el procesamiento de Clinton por el caso Lewinsky]". Fue toda una sorpresa ver c¨®mo el tranquilo y cort¨¦s Bradley mord¨ªa la yugular de su correligionario.
"Las encuestas en New Hampshire", dijo Al Gore, "muestran que usted est¨¢ por delante. Pero le pido al pueblo de New Hampshire que me d¨¦ una gran victoria surgida desde mi posici¨®n retrasada". Bradley volvi¨® entonces a golpear. "Sabes, Al, todas esas lamentaciones sobre que t¨² est¨¢s atr¨¢s me dan ganas de llorar", dijo con sarcasmo. Al Gore, que esta semana ha recibido el importante apoyo del senador Kennedy, se endureci¨® y replic¨®: "Lo que deseo es que mi victoria aplastante te d¨¦ ganas de llorar".
La virulencia de esos intercambios coincide con la llegada de la hora de la verdad de la campa?a presidencial, la de la primera cita con las urnas en New Hampshire. Bradley explota a fondo su imagen de h¨¦roe cotidiano, enfrentado a un Al Gore que s¨®lo vive por y para el poder. Al Gore ridiculiza el idealismo de Bradley. "Creo", dice, "que la presidencia no es un ejercicio acad¨¦mico, sino una lucha diaria".
Bradley aprovecha todas las ocasiones para recordar que Al Gore no hizo la menor cr¨ªtica al comportamiento de Clinton en el caso Lewinsky. "Cada vez que el presidente miente", dice, "mina su autoridad y traiciona la confianza del pueblo". Al Gore califica de "indefendible" la actitud de Clinton, pero a?ade que sostuvo a su jefe para defender "el cargo de presidente" frente a los "ataques partidistas de los republicanos", que propon¨ªan "un castigo desproporcionado".
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