Atl¨¦tico de Gil
Todo en Gil es desmesurado, pero lo que ahora se est¨¢ conociendo en relaci¨®n con su gesti¨®n como presidente, primero, y propietario, despu¨¦s, del Atl¨¦tico de Madrid supera cualquier previsi¨®n: le acusa la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n de haberse apropiado del club sin desembolsar una peseta, de quedarse con 112 millones aportados por antiguos socios al producirse su transformaci¨®n en sociedad an¨®nima, de haber enga?ado a los socios haci¨¦ndoles reconocer deudas inexistentes a su favor y, en definitiva, de haberse aprovechado, ¨¦l y el resto de los administradores, de su posici¨®n para enriquecerse "en la misma proporci¨®n en que empobrecieron a la sociedad".Hay detalles tan incre¨ªbles que hacen dudar: c¨®mo es posible que alguien tan famoso, tan sometido a escrutinio p¨²blico, pueda vender al club que presid¨ªa el derecho a quedarse con la plusval¨ªa generada por la venta de jugadores a precio superior al de su adquisici¨®n, o que pueda pagar las deudas contra¨ªdas por ¨¦l con la entidad vendi¨¦ndole a ¨¦sta a precio de crack los derechos de cuatro jugadores desconocidos. Todo es tan ins¨®lito que invita a tomarlo a broma; a pensar que alguien exagera; que habr¨¢ alguna explicaci¨®n alternativa. O bien que hay una operaci¨®n para acabar con Gil.
Puede que la haya, pero eso explicar¨ªa que se hayan desvelado los hechos ahora, no que hayan ocurrido. Y son muy graves. Es probable que las cosas sean, en efecto, m¨¢s complicadas de lo que parecen; que las deudas no sean ficticias, sino simplemente incontroladas, lo cual ya ser¨ªa grav¨ªsimo cuando estamos hablando de miles de millones. En fin, tal vez existan circunstancias atenuantes para esos comportamientos aparentemente delictivos. Pero eso es algo que deber¨¢n dilucidar los jueces, con las garant¨ªas que exige la justicia penal. Lo que no puede ser es que con la excusa de la popularidad del f¨²tbol, o de la representatividad social del Atl¨¦tico de Madrid, alguien pueda actuar impunemente al margen de la ley.
Algunas de las v¨ªas de defensa ensayadas son que se trata de un ataque a un club hist¨®rico, que todos los equipos hacen lo mismo -caja B, compensaciones- y que detr¨¢s del asunto hay una venganza del Gobierno por la ampliaci¨®n del campo de actuaci¨®n pol¨ªtica de Gil. Lo primero es falso, por m¨¢s que muchos seguidores rojiblancos hayan llegado a identificar a su club con la persona de su famoso due?o; lo segundo es probable, pero la ¨²nica consecuencia l¨®gica es que prosigan las investigaciones abiertas tambi¨¦n a otros clubes, como ¨²nico medio de evitar que el f¨²tbol sea un coto de impunidad manejado por los m¨¢s atrevidos; lo tercero es, en teor¨ªa, posible, pero cuesta creer que la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n act¨²e siguiendo ¨®rdenes de Aznar. Ayer, frente a la Audiencia, mientras Gil declaraba, algunos seguidores daban gritos alusivos al supuesto inter¨¦s de Telef¨®nica en aprovechar la crisis para hacerse con el Atl¨¦tico de Madrid a bajo coste. Esto ¨²ltimo es tan incre¨ªble como las otras cosas incre¨ªbles que han ocurrido, por lo que no deber¨ªa descartarse que sea cierto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.