Un dictador derrotado

Pinochet ha perdido. Salvo sorpresas judiciales de ¨²ltima hora, el ministro del Interior brit¨¢nico, Jack Straw, en ejercicio de la discrecionalidad general que le otorga la ley, lo pondr¨¢ en libertad en los pr¨®ximos d¨ªas al considerar que la salud del ex dictador no le permite afrontar un juicio. Pinochet podr¨¢ regresar as¨ª a Chile eludiendo la acusaci¨®n del juez Garz¨®n, pero lo hace bajo una censura moral que se ha extendido por el mundo a medida que progresaba el juicio de extradici¨®n.Vuelve a casa derrotado, con varios sumarios judiciales abiertos en su pa¨ªs y el compromiso de los dos candidatos presidenciales, incluido el derechista Lav¨ªn, de llevar adelante los procesos en curso. Lejos del regreso triunfal que so?aron sus seguidores, hoy todos los pol¨ªticos abominan de ¨¦l. Sus v¨ªctimas y la comunidad internacional deben tomar la palabra a los pol¨ªticos chilenos para que sus promesas de hoy no sean pura palabrer¨ªa preelectoral. Parad¨®jicamente, la legislaci¨®n chilena no contempla la raz¨®n humanitaria para eludir una acusaci¨®n criminal, de forma que el dictamen de los m¨¦dicos brit¨¢nicos no podr¨¢ ser esgrimido por Pinochet. Y si los pol¨ªticos m¨¢s pr¨®ximos a ¨¦l dicen estar dispuestos a que act¨²e la justicia, deben ser capaces de eliminar su ominosa sombra de la vida p¨²blica chilena mediante una f¨®rmula legal que anule su condici¨®n de senador vitalicio.

El caso Pinochet ha servido, en todo caso, para hacer avanzar la causa de los derechos humanos. Su detenci¨®n en Londres, desde el 17 de octubre de 1998, a instancias del juez Garz¨®n no ha sido en vano. Este caso ha animado a jueces chilenos y argentinos a abrir causas contra los responsables de cr¨ªmenes en las respectivas dictaduras.

Lo que ha hecho Straw es anunciar que, en las actuales condiciones f¨ªsicas de Pinochet, "no tendr¨ªa ning¨²n sentido" seguir adelante con el procedimiento de extradici¨®n a Espa?a, u otros pa¨ªses que la hab¨ªan solicitado, porque no est¨¢ en condiciones de someterse a juicio. Tomar¨¢ la decisi¨®n definitiva tras recibir, en un plazo de siete d¨ªas, las alegaciones de las partes, incluida Espa?a y tambi¨¦n algunas ONG, siempre que, como pide la propia carta del Ministerio del Interior brit¨¢nico, se aporten elementos nuevos, lo cual puede resultar un ejercicio imposible si se mantiene secreto el contenido de los informes m¨¦dicos. Una vez que Straw tome su decisi¨®n final, entonces s¨ª cabe recurrirla, pero tal recurso resultar¨ªa in¨²til, pues no interrumpir¨ªa la puesta en libertad de Pinochet.

El momento elegido por Straw para anunciar su disposici¨®n -a cinco d¨ªas de las elecciones presidenciales de Chile- es harto discutible, y su posible efecto sobre los resultados del domingo, incierto. En todo caso, Londres queda bien con Santiago, tanto si gana Lagos como si vence Lav¨ªn. Es ¨¦sta, sin embargo, una elecci¨®n que se juega m¨¢s sobre la crisis econ¨®mica y la posibilidad de que un socialista vuelva a La Moneda que sobre la figura de Pinochet. La ventaja de Lagos sobre Lav¨ªn en la primera vuelta fue de s¨®lo 30.000 votos en un pa¨ªs que cuenta con 29.000 mesas electorales, poco m¨¢s de un voto por mesa.

Straw ha defendido que su posici¨®n no es pol¨ªtica ni judicial, sino m¨¢s bien gubernativa o administrativa. Puede que as¨ª sea, y que responda s¨®lo al deterioro de la salud de Pinochet en los ¨²ltimos meses, pues no hay por qu¨¦ dudar de la profesionalidad e independencia de los cuatro facultativos que, en nombre del Gobierno brit¨¢nico y en respuesta a una petici¨®n del chileno, han examinado a Pinochet y emitido su informe. Por otra parte, resulta l¨®gico que el ministro no tenga que esperar a la conclusi¨®n de todo el procedimiento de extradici¨®n si ha llegado a la conclusi¨®n de que Pinochet no puede someterse al juicio posterior, pues el ritmo biol¨®gico de las personas no tiene por qu¨¦ acompasarse al de los procesos judiciales. Las partes acusatorias ponen en duda que el dictador y sus abogados tengan derecho a mantener la confidencialidad de los ex¨¢menes m¨¦dicos.

Straw da tambi¨¦n un respiro al Gobierno de Aznar, que a lo largo de estos meses ha realizado una p¨¦sima gesti¨®n de la situaci¨®n, en detrimento de los intereses espa?oles y sin servir a la justicia. Lleg¨® a generar expectativas en el Gobierno chileno al prometerle estudiar un posible arbitraje, a lo que no se atrevi¨® al no contar con la colaboraci¨®n de la oposici¨®n. Ha actuado mal y con una cobard¨ªa derivada de sus complejos.

Sea como sea, y aunque la demanda de extradici¨®n no se lleve a t¨¦rmino, el juez Garz¨®n puede quedar satisfecho de lo que ha logrado. Ampar¨¢ndose en una red de convenios internacionales y bilaterales que no exist¨ªan hace un cuarto de siglo, consigui¨® que los tribunales brit¨¢nicos aceptaran la demanda de extradici¨®n a Espa?a, si bien limit¨¢ndola a los cr¨ªmenes de tortura cometidos por el r¨¦gimen pinochetista en su fase final. Ha generado as¨ª un precedente que servir¨¢ de aviso a los dictadores y torturadores del mundo.