Cuesti¨®n de equilibrio

Rodrigo Rato, vicepresidente del Gobierno, y Juan Costa, secretario de Estado de Hacienda, han asegurado al un¨ªsono que si el PP gana las pr¨®ximas elecciones y contin¨²a el crecimiento de la econom¨ªa, "seguir¨¢n bajando" los impuestos en Espa?a. La reforma del impuesto sobre la renta, aplicable desde este a?o para rentas generadas en 1999, ha bajado el tipo marginal m¨ªnimo del 20% al 18%, y el marginal m¨¢ximo, del 56% al 48%; ha convertido las deducciones de la cuota del impuesto anterior en deducciones en la base y ha favorecido a los contribuyentes en 750.000 millones de pesetas. Aunque de forma parcial, porque el PP prometi¨® inicialmente que el marginal m¨¢ximo bajar¨ªa hasta el 40%, est¨¢ claro que el Gobierno ha cumplido su compromiso electoral.La reducci¨®n de impuestos es una de las principales armas electorales de este Gobierno, una iniciativa coherente con su pol¨ªtica econ¨®mica -baja los impuestos directos, aumenta la capacidad de compra de los ciudadanos y ¨¦sta, a su vez, eleva la recaudaci¨®n por IVA y otros impuestos indirectos-, y, desde luego, es una decisi¨®n apoyada por los ciudadanos. Muchos pa¨ªses europeos, entre ellos los socialdem¨®cratas de Alemania y Francia, apuestan por el alivio de las cargas tributarias directas. Pero, como en cualquier tipo de decisi¨®n econ¨®mica, deben conocerse sus l¨ªmites y precaverse contra sus excesos. Dejando a un lado el oportunismo electoral del PP -leg¨ªtimo-, hay que recordar que una pol¨ªtica tributaria debe ser coherente con las necesidades de la sociedad a la que pretende servir. Espa?a necesita hoy un volumen de inversi¨®n p¨²blica y prestaciones sociales mayor que los pa¨ªses citados, y que puede resultar incompatible con una desenfrenada rebaja de impuestos.

El recorte de los tributos s¨®lo es posible cuando las condiciones de crecimiento econ¨®mico y aumento del consumo lo permiten. Cuando la tasa de crecimiento desciende y el consumo de las familias decae, la p¨¦rdida de recaudaci¨®n es muy r¨¢pida y rompe el equilibrio presupuestario. Otros Gobiernos experimentaron antes el espejismo del exceso de recaudaci¨®n en ¨¦pocas de bonanza econ¨®mica y pagaron despu¨¦s con enormes d¨¦ficit la ausencia de pol¨ªticas complementarias de recortes del gasto p¨²blico.

Por ¨²ltimo, hay que insistir en que por s¨ª sola la rebaja de los impuestos directos no constituye una mejora en la pol¨ªtica tributaria de un pa¨ªs. Por el contrario, puede ser un factor regresivo si, al mismo tiempo, no se articula una pol¨ªtica coherente y sostenida de persecuci¨®n del fraude fiscal y no se corrigen los desequilibrios de tributaci¨®n entre las distintas fuentes de renta. No es admisible, por ejemplo, que las rentas de trabajo sigan aportando aproximadamente el 80% de la recaudaci¨®n por IRPF en Espa?a. Y menos aceptable a¨²n que la falta de informaci¨®n oficial -la ¨²ltima Memoria de la Administraci¨®n Tributaria publicada es la de 1996- impida a los ciudadanos saber qui¨¦n paga impuestos en Espa?a y cu¨¢nto. ?sta es una cuenta pendiente de este Gobierno que ni reconoce ni parece dispuesto a saldar.