Del J¨²car al Vinalop¨®
ROSA SOLBES
Dicen expertos de la UNESCO que las guerras del siglo XXI no se har¨¢n por el petr¨®leo sino por el agua, y sospecho que ya estamos inmersos en otra escaramuza, dom¨¦stica pero sonada. Aunque los pleitos por el riego constituyan una de nuestras m¨¢s notorias y arraigadas se?as de identidad, cada vez son m¨¢s frecuentes y m¨¢s graves, y ahora un buen pu?ado de gentes de La Ribera, Valle de Ayora y la Canal de Navarr¨¦s, por s¨ª mismos o en nombre de asociaciones, colectivos y ayuntamientos, est¨¢n presentando sus alegaciones contra el proyecto del trasvase J¨²car-Vinalop¨®. Esquerra Unida tambi¨¦n comparte la idea de que se trata una de esas genialidades concebidas en Madrid para dejar a¨²n m¨¢s en evidencia al poder valenci¨¤. O quiz¨¢ algo peor.
En todas las asambleas celebradas durante el ¨²ltimo mes se ha recordado que obtener caudales de donde no hay es ilegal adem¨¢s de imposible, y que la normativa del Consell, no revocada, obliga a desviar el agua que necesitan los agricultores del sur a partir de Alarc¨®n y del Ebro, y no desde la cabecera de un r¨ªo (desde m¨¢s abajo no tiene de donde) que a mitad de camino se habr¨ªa quedado seco de no ser por los afluentes. Teme la coordinadora un grave impacto en la agricultura de La Ribera (y por tanto, en industria y servicios, con miles de puestos de trabajo), as¨ª como la esquilmaci¨®n del acu¨ªfero del Caroche y la perturbaci¨®n de uno de los parajes valencianos mejor conservados.
Tambi¨¦n se ha destacado el curioso hecho de que, cuando la consejer¨ªa estaba regida por Uni¨®n Valenciana, sus t¨¦cnicos tildaran a esta soluci¨®n de disparate; pero ahora nadie chista, ni siquiera la alcaldesa de Valencia, cuya Albufera podr¨ªa verse seriamente afectada. El conseller Modrego (que seg¨²n dicen no ha tenido a bien recibir a los cr¨ªticos) replicaba ayer mismo que si fuera para mal, la Generalitat no consentir¨ªa. Pero tan buenas palabras no han aplacado los ¨¢nimos de agricultores, verdes, y ediles de distintos partidos que, milagrosamente coinciden en oponerse al trasvase. Aunque entre ellos, claro, no se encuentran los del sur, con su angustiosa y justa demanda de agua, v¨ªctimas de ese Segura convertido en una ponzo?osa laguna Estigia.
Y hablando de mitos: ?se dan cuenta los regantes de La Vega Baja de que entre el J¨²car y sus acequias se levantan Terra M¨ªtica y campos de golf, pidiendo agua a caudales?
En el mazizo del Caroche no hay terrenos con los que especular, ni monta?as rusas que ensamblar. Pero en la costa, de Vinar¨°s a Torrevieja, lo primero es vender pisos; luego, ya veremos con qu¨¦ llenamos la piscina. No importa que se enciendan a¨²n m¨¢s las hogueras del alicantinismo ultrajado, con el que tambi¨¦n se han hecho negocios.
Josep V. Marqu¨¦s nos recuerda que ya hace 25 a?os del Manifest de Benidorm y de aquel movimiento coordinado por Mario Gaviria que confluir¨ªa en la obra colectiva Ni desarrollo regional ni ordenaci¨®n del territorio. El caso valenciano. Fue el inicio del ecologismo espa?ol.
Pues como si hubiera sido ayer. Porque seguimos igual, empe?ados en salvar ¨¦sto y aquello contra la acci¨®n u omisi¨®n de quienes cobran por hacerlo. Siempre a la defensiva. Bonita manera de entrar en el 2000.
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