Ramos Marcos, el arbitraje que fue
?rbitro, analista y divulgador, los de su quinta admiraban de ¨¦l su capacidad de acertar desde una especie de instinto y dominio de la filosof¨ªa del juego

Se nos ha ido Joaqu¨ªn Ramos Marcos a los 78 a?os, cuando ya han pasado 30 de su final como ¨¢rbitro. Sin embargo, su figura estaba a¨²n presente por su no tan lejana tarea como analista y divulgador del Reglamento en diversos espacios period¨ªsticos, entre ellos dos de tan alto seguimiento como ¡®El D¨ªa Despu¨¦s¡¯, de Canal +, y ¡®El Chiringuito¡¯, antes llamado ¡®Punto Pelota¡¯. Como ¨¢rbitro y como especialista medi¨¢tico habr¨¢ tenido sus partidarios y detractores, pero en la hora del adi¨®s entiendo que procede analizar a trav¨¦s de su figura la evoluci¨®n del arbitraje en el tiempo.
El de Ramos Marcos fue un arbitraje intuitivo. Me comentaba ayer uno de la generaci¨®n siguiente, ya tambi¨¦n retirado, que los de su quinta admiraban de ¨¦l, sobre todo, su capacidad de acertar desde una especie de instinto y dominio de la filosof¨ªa del juego, algo que le llevaba a acertar en jugadas dif¨ªciles, a veces contempladas desde una distancia imprudente. Porque su f¨ªsico, como el de la mayor¨ªa de los de su quinta, no era como el de los actuales, unos tipos mazados, de punta en blanco f¨ªsicamente.
Tiempos sin VAR, claro. Luego volver¨¦ sobre ello. Y tiempos en los que cobraban muy poco, un derecho de arbitraje por partido y unas dietas para dormir y comer que seg¨²n los caprichos que quisieran permitirse se quedaban cortas. Digamos que lo que les pod¨ªa quedar podr¨ªa representar como mucho algo as¨ª como un quinto de sus ingresos anuales. Todos ten¨ªan otro trabajo, que a base de ma?as hab¨ªan conseguido hacer compatible con los movimientos y ausencias que exig¨ªa el arbitraje. En su caso era vendedor de seguros. Muchos eran representantes de cualquier producto y aprovechaban sus correr¨ªas por Espa?a para mejorar clientela.
Los liniers, que as¨ª les llam¨¢bamos y a m¨ª a¨²n me cuesta utilizar ¡®asistentes¡¯, no eran especialistas, sino ¨¢rbitros de categor¨ªas inferiores de la misma federaci¨®n regional que el cabeza del tr¨ªo, que escog¨ªa a los m¨¢s espabilados y prometedores para acompa?arle por los campos de Primera como forma de foguearlos e irles dando a conocer escenarios y aficiones. As¨ª completaban su preparaci¨®n. El roce de tantos viajes juntos les daba compenetraci¨®n y complicidad; en un tiempo sin pinganillos ni comunicaci¨®n entre ellos intercambiaban en la distancia gestos y miradas para transmitirse informaci¨®n al modo de las parejas de mus.
En aquel arbitraje rein¨® Ramos Marcos como uno de los grandes. Fond¨®n, calvo y con un poderoso bigote, ten¨ªa todo el aire de un sargento rural de la Guardia Civil y ni un ¨¢pice menos de autoridad. Hab¨ªa jugado, seg¨²n ¨¦l bastante bien, aunque no s¨¦ si tanto, en el Pe?aranda hasta que una lesi¨®n de menisco le apart¨® y decidi¨® derivar hacia el arbitraje para estar cerca de su afici¨®n. Hab¨ªa sido cocinero antes que fraile, y aunque no era ni mucho menos un talmudista del Reglamento, como pude comprobar en bastantes conversaciones con ¨¦l sobre la materia, cumpl¨ªa su tarea desde una estricta devoci¨®n a su esencia primigenia, tan extraviada hoy en detalles. Ten¨ªa autoridad innata, por presencia, seguridad en s¨ª mismo y mundolog¨ªa. No le achicaba ninguna protesta ni individual ni colectiva. Fue por eso que le dieron con tanta frecuencia choques entre el Madrid y el Barcelona, solo aptos para tipos duros por dentro y serenos por fuera.
Le perd¨ª la pista hace alg¨²n tiempo, cuando dej¨® ¡®El Chiringuito¡¯ despu¨¦s de un ictus que no le anul¨®, pero le dej¨® algo m¨¢s lento de reacci¨®n. Se fue encerrando en s¨ª mismo en su casa de Quijorna, con una segunda familia que me consta le dio grandes alegr¨ªas, seg¨²n supe por alg¨²n amigo com¨²n.
Ahora que falta, me queda la curiosidad de qu¨¦ impresi¨®n le producir¨ªa el arbitraje de hoy (digo arbitraje, no ¨¢rbitros), medio sometido y medio acomodado al VAR, superprofesionalizado (hoy un ¨¢rbitro espa?ol puede salir bien por 300.000 euros al a?o), con enorme exigencia en cuanto a forma f¨ªsica (en su tiempo no era raro encontrar a un ¨¢rbitro comiendo a las tres de la tarde para arbitrar a las cinco, si uno de hoy hiciera algo as¨ª se le caer¨ªa el pelo), pero con un Reglamento que ha dejado de ser concebido como una ley natural para atomizarlo en un desparrame de casu¨ªstica que pretende el imposible de prevenir la infinitud de situaciones que el f¨²tbol produce.
No tiendo a ser nost¨¢lgico, y menos en f¨²tbol, donde todo es mejor: los jugadores, los campos, los balones, las transmisiones, hasta la conducta del p¨²blico, aunque sigan pasando cosas. Pero hay algo en este arbitraje electr¨®nico, sofisticado, emborrachado de circulares de quita y pon que s¨ª me hace a?orante de aquella vieja escuela, descuidada en algunos modos, pero entra?ablemente respetuosa con lo esencial del juego.
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