Arquitectos
MIGUEL ?NGEL VILLENA
El cineasta franc¨¦s Eric Rohmer lleg¨® a decir que estaba en contra de la pena de muerte para todo el mundo, salvo para los arquitectos. No voy a caer en la tentaci¨®n de suscribir esta boutade del veterano y genial director, que ha parodiado en alguna que otra pel¨ªcula a estos profesionales, que se consideran a s¨ª mismos mitad t¨¦cnicos mitad artistas. Pero me viene a la memoria el exabrupto a cuento de la aparente impunidad de muchos arquitectos. Desde que ejerzo como periodista he asistido al incre¨ªble y alucinante derrumbamiento de edificios p¨²blicos en Valencia -con apenas un par de d¨¦cadas de vida- como la antigua Escuela de Magisterio o los m¨¢s recientes casos de institutos como el Benlliure o el Isabel de Villena. Reconozco que he llegado a perderme en los vericuetos legales que siguen a estos desastres, pero me parece que nadie carga finalmente con las responsabilidades de un inmueble que se desploma. En cambio, he le¨ªdo con atenci¨®n algunas -no muchas por cierto- declaraciones de arquitectos prestigiosos que confiesan que esta disciplina se ha convertido para muchos de sus colegas en un escaparate o en una fuente de enriquecimiento m¨¢s que en una obligaci¨®n profesional de construir edificios bonitos, agradables y sobre todo habitables.
Debo aclarar que conozco personalmente a unos cuantos arquitectos honestos y amantes de su trabajo, no endiosados y partidarios de un urbanismo al servicio de la gente y no a la inversa. Ahora bien, debo decir que ellos mismos son conscientes de formar una minor¨ªa dentro de su gremio. Desde los tiempos del antiguo Egipto los arquitectos han ayudado a los poderosos a dejar testimonio de su paso por la tierra. Poco les importaba a los faraones, m¨¢s all¨¢ de las pir¨¢mides, si sus s¨²bditos malviv¨ªan en la m¨¢s absoluta miseria. La historia se repite porque hoy los faraones llevan apellidos de pol¨ªticos como Mitterrand o Blair o, sin ir m¨¢s lejos, Zaplana o Barber¨¢. Y da la impresi¨®n de que a unos cuantos arquitectos sigue sin importarles en demas¨ªa c¨®mo viven los ciudadanos.
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