Cuarto y mitad de Consejer¨ªa
Los d¨ªas que sucedieron al 3 de marzo de 1996, fecha de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas, el aguacero de c¨¢balas y especulaciones acerca del futuro ejecutivo inund¨® cientos de p¨¢ginas de peri¨®dicos. El PSOE se hab¨ªa quedado a un paso de la mayor¨ªa absoluta y para no repetir una experiencia tan amarga como la que dejaba atr¨¢s, la llamada etapa de la pinza -en la que populares e Izquierda Unida sumaban mayor¨ªa absoluta en el Parlamento-, los socialistas decidieron fraguar un pacto de estabilidad con el Partido Andalucista, que con sus m¨¢s que modestos cuatro esca?os estaba en condiciones de garantizar una legislatura sin sobresaltos. El acuerdo para ensayar, por primera vez en la historia de Andaluc¨ªa, un gobierno de coalici¨®n, dio paso a una secuencia de reuniones de ida y vuelta entre los futuros socios, quienes, en un primer momento, se centraron en el n¨²mero de departamentos que ir¨ªan a parar a los andalucistas. ?stos exig¨ªan dos consejer¨ªas, los socialistas s¨®lo estaban dispuestos a ceder una. La cosa se qued¨® en un plano intermedio: una Consejer¨ªa (Turismo y Deportes) y pico. Pues bien, cuando a¨²n no se hab¨ªa decidido cu¨¢l ser¨ªa la Consejer¨ªa-pico -o cuarto y mitad, como ingeniosamente la bautiz¨® un diputado socialista-, ya se ten¨ªa la certeza de que Antonio Ortega, secretario general andalucista, ser¨ªa su titular.Con estos mimbres, la Consejer¨ªa de Relaciones con el Parlamento naci¨® asida al estigma de mera contrapartida pol¨ªtica, carente de gesti¨®n y con un peso pesado del PA a la cabeza que hiciera las veces de mediador y vig¨ªa del consenso. Para Ortega supon¨ªa una gratificaci¨®n interna de su partido, por entonces pendiente de la reunificaci¨®n con el PAP de Pedro Pacheco, y una excelente oportunidad de multiplicar por cien su proyecci¨®n personal.
El PA asumi¨® desde el primer d¨ªa los supuestos bajo los que sus socios elevaban de categor¨ªa la hasta entonces secretar¨ªa de Relaciones con el Parlamento, que ten¨ªa como misi¨®n coordinar la agenda del Gobierno con la C¨¢mara auton¨®mica, y llevar un recuento estad¨ªstico de las iniciativas tramitadas. La nueva Consejer¨ªa hered¨® los cometidos, pero redobl¨® decibelios presupuestarios y de personal, si bien se mantendr¨ªa como una rara avis en el gabinete de Manuel Chaves, ya que carece de estructura territorial (delegaciones en las provincias) y direcciones generales. Sin aumentar las competencias, Antonio Ortega consigui¨® configurar un organigrama nada desde?able: una Viceconsejer¨ªa, que ocupa Juan Carlos Soriano, actual coordinador de campa?a de las elecciones, con dos secciones y siete negociados; una secretar¨ªa general t¨¦cnica con sus respectivos departamentos; una jefatura de gabinete, que dirige su mano derecha y segundo en la lista por Sevilla para las pr¨®ximas auton¨®micas, Javier Aroca; adem¨¢s de auxiliares, conductores, periodistas y el personal habitual. Todo un cuartel general del PA. El presupuesto anual es de 406 millones.
Tanto Antonio Ortega como sus colaboradores se empe?an con verdadero ah¨ªnco en demostrar que el saldo del balance de estos cuatro a?os de la Consejer¨ªa justifica su rango. En la memoria de la legislatura se recoge un r¨¦cord de leyes aprobadas: 37, que sumadas a las siete proposiciones de ley que tambi¨¦n han salido adelante, hacen un total de 44 leyes. Tambi¨¦n se dice que el Gobierno se ha sometido al control de la C¨¢mara m¨¢s que en ning¨²n otro periodo y que han prosperado tantas iniciativas de impulso del Ejecutivo como en los 14 a?os anteriores. El resumen de gesti¨®n es un puro c¨®mputo, como advierte con no mucha originalidad el propio Ortega en una especie de introducci¨®n al volumen: "Una memoria sin estad¨ªsticas es como un jard¨ªn sin flores". Y, para no salirse de los lugares comunes, en el mismo escrito el consejero arroja luz sobre el tema para quien est¨¦ interesado en profundizar: "Las estad¨ªsticas parlamentarias se asocian a una literatura que refleja la realidad y permite, cuando menos, apreciar los temas tratados (...) Dicha literatura humaniza los datos y es importante que as¨ª sea".
Al rozar el final de la legislatura, la pregunta es: ?hac¨ªa falta una Consejer¨ªa? Los socialistas en privado y, a veces, en p¨²blico, reconocen que los galones de la otrora secretar¨ªa de Relaciones con el Parlamento se fundamentan en el acuerdo para la estabilidad del Gobierno de coalici¨®n, y que ¨¦ste ha sido fruct¨ªfero y ha merecido la pena. Los propios andalucistas -una vez terminado el trabajo de comparar, mediante todas las combinaciones posibles, el r¨¦cord de iniciativas parlamentarias con las de otras legislaturas- admiten que el valor del cuarto y mitad de Consejer¨ªa que les toc¨® controlar es, m¨¢s que nada, el institucional y que su papel, sobre todo, ha sido el de representar la buena marcha del Gobierno mixto. Tanto es as¨ª que la sede de Relaciones con el Parlamento, en la sevillana calle de Monsalves, ha albergado todas las reuniones del comit¨¦ de enlace, ¨®rgano encargado de velar por el pacto.
La oposici¨®n tambi¨¦n ha visto de esta manera a la Consejer¨ªa de Antonio Ortega: como el elemento de un acuerdo. Aunque el juicio no es precisamente favorable, y la pregunta sobre qu¨¦ opini¨®n merece su gesti¨®n produce cierta hilaridad. La portavoz de IU, Concha Caballero, no recuerda haberse dirigido a la Consejer¨ªa para tramitar nada ni tampoco ocasi¨®n en la que la intermediaci¨®n del departamento solucionara un problema. Izquierda Unida pidi¨® al comenzar la legislatura una memoria y justificaci¨®n de la creaci¨®n de la Consejer¨ªa. A¨²n no la ha recibido. El secretario general del grupo parlamentario popular, Rafael Salas, critica especialmente que la Consejer¨ªa haya servido m¨¢s para entorpecer que para ayudar a los diputados.
Un punto a destacar es la presencia, por primera vez en la historia auton¨®mica, del Gobierno en la Junta de Portavoces del Parlamento. Pero la oposici¨®n se queja de que Antonio Ortega se limita a encogerse de hombros cuando se le plantea cualquier cuesti¨®n sobre el gabinete del que es miembro, y emula a Francisco Rabal en el legendario personaje de Juncal de la serie televisiva con un lac¨®nico: "Tomo nota". Al andalucista no le ha faltado el humor para salir de las situaciones harto embarazosas en las que le han colocado los portavoces, y al t¨¦rmino de la reuni¨®n de turno se le ha o¨ªdo comentar: "Hay que ver los apuros que me hacen pasar. ?Y yo qu¨¦ les voy a decir?"
El hombre afable que supo hacer partido y sacar partido del cargo
Antonio Ortega muestra especial querencia hacia el refranero y los dichos populares. Un pu?ado de ellos sirven para esbozar su perfil pol¨ªtico: es un perro viejo con muchos trienios, experto en traves¨ªas por el desierto, con mano izquierda y derecha (seg¨²n), versatilidad para el acuerdo y un tanto abrazafarolas. Al frente de Relaciones con el Parlamento, ha destacado por dos cosas: por su car¨¢cter afable y sin aristas, y por el enorme partido que ha sabido sacar para su proyecci¨®n personal al puesto de consejero.Desde la institucionalidad del cargo no se le ha visto un mal gesto. Ni una palabra m¨¢s alta que otra. Tampoco un insulto. La verdad es que, en calidad de consejero, las circunstancias propicias para un encontronazo con la oposici¨®n han sido pocas y, cuando ha ocurrido, el consejero ha sabido huir de la pol¨¦mica con habilidad. Otra cosa es como secretario general del PA.
Populares e Izquierda Unida alaban su buen talante y cordialidad casi tanto como denuestan su falta de operatividad y su escasa capacidad de resoluci¨®n. Al principio, los calificativos con los que le obsequiaron fueron asaz crueles, como el del hasta este verano portavoz parlamentario de IU, Luis Carlos Rej¨®n, quien dijo de ¨¦l: "Es un peluso con coche oficial". En el ¨²ltimo pleno de la legislatura, el pasado 23 de diciembre, el peluso agasaj¨® a Rej¨®n, que no repetir¨¢ como diputado, con una placa conmemorativa por sus a?os en el Parlamento. Sin rencores.
Desde el PSOE se le ve como socio conciliador y primer estadio que superar para llegar a un acuerdo con el presidente del PA, Alejandro Rojas-Marcos, y el m¨¢s dif¨ªcil de roer vicepresidente, Pedro Pacheco, el pepito grillo del pacto.
En clave interna de partido, el andalucista ha conseguido obtener de su cargo una alta rentabilidad. Miembro del PA desde 1976, jam¨¢s hab¨ªa tocado un poder parecido ni hab¨ªa dispuesto de tantos medios para repartir juego entre los suyos, crear su propia corriente y hacer partido. Con el soporte institucional, Ortega ha ido construyendo su liderazgo y se ha abierto un hueco entre Rojas-Marcos y Pacheco, de manera que la tradicional bicefal¨ªa andalucista se ha trocado en triunvirato.
No ha tenido reparos en admitir las ventajas que su Consejer¨ªa ha reportado para expandir su partido: en una entrevista en este mismo peri¨®dico, el consejero tiraba una vez m¨¢s de refranero y dec¨ªa que el PA hab¨ªa abandonado su etapa po¨¦tica y filos¨®fica porque "no s¨®lo de poes¨ªa vive el hombre". Y remataba: "Tener dos consejer¨ªas en la Junta nos ha servido para hacer clientela ?pero es que eso es as¨ª! ?Qui¨¦n puede creer que hay obra humana que no necesite medios econ¨®micos?"
Ortega defiende la lectura pol¨ªtica
"Hay que ser objetivos, la actividad legislativa se ha multiplicado y ah¨ª est¨¢n las cifras: hemos rebasado el n¨²mero de leyes aprobadas, incluso, en la primera legislatura, que era la constituyente. Desde luego, est¨¢ claro que mi Consejer¨ªa es m¨¢s pol¨ªtica que de gesti¨®n, como lo es tambi¨¦n la de Presidencia. Por eso, hay que mirar los resultados desde este punto de vista. Relaciones con el Parlamento ha aportado un talante conciliador y ha tratado de evitar los enfrentamientos. Tambi¨¦n se debe valorar la estabilidad del Gobierno, y el papel de mi departamento en el comit¨¦ de enlace. Yo he sido el anfitri¨®n de sus reuniones".
PP e IU no ven gesti¨®n alguna
Concha Caballero (IU): "No s¨¦ qu¨¦ decir de la gesti¨®n, es como hablar del sexo de los ¨¢ngeles: sencillamente no existe. No se puede juzgar, el consejero tiene la labor de correveidile, un correo del zar entre Gobierno y Parlamento, que muchas veces retrasa m¨¢s que ayuda. Antonio Ortega desconoce, adem¨¢s, el funcionamiento de las leyes y su figura ni interviene ni tiene pies ni cabeza".
Rafael Salas (PP): "Es una Consejer¨ªa in¨²til, fruto de un acuerdo econ¨®mico para colocar al PA. El consejero no ha gestionado nada, ni defendido la instituci¨®n. Su departamento es una cu?a innecesaria".
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