Un problema muy serio
La inflaci¨®n espa?ola ha cerrado un a?o p¨¦simo con una tasa del 2,9%, despu¨¦s de que el IPC de diciembre subiera el 0,4%. El menor de los problemas es la persistencia del Gobierno en equivocarse en sus continuos cambios en el objetivo de precios, hasta el punto de que en la ¨²ltima revisi¨®n lo hab¨ªa situado en el 2,4% anual. El m¨¢s grave es que el mal comportamiento de los precios en Espa?a sit¨²a a la econom¨ªa ante riesgos que parec¨ªan olvidados, como el de quedar atrapada en una espiral inflacionista. Durante los ¨²ltimos tres a?os, los trabajadores ten¨ªan la expectativa de una inflaci¨®n descendente que les animaba a pedir aumentos salariales moderados; ahora, por primera vez en la legislatura, se enfrentan a aumentos de los precios que pueden destruir las modestas ganancias de poder adquisitivo y favorecer una escalada de subidas salariales que rompa el precario c¨ªrculo virtuoso que sosten¨ªa los fundamentos de la econom¨ªa.El Gobierno, fiel a su estilo de echar la culpa al empedrado cuando vienen mal dadas, ha encontrado en el aumento del coste del petr¨®leo el chivo expiatorio ideal para explicar el descontrol de los precios. El problema es que la excusa, siendo cierta, no refleja toda la verdad. Es evidente que el encarecimiento del crudo ha elevado la inflaci¨®n en Espa?a, como en toda Europa. Pero con diferencias sustanciales. Mientras Alemania o Francia han bajado su tasa de inflaci¨®n descontados los precios energ¨¦ticos en el ¨²ltimo a?o -del 0,67% interanual en enero al 0,19% en diciembre y del 0,71% al 0,60%, respectivamente-, en Espa?a la inflaci¨®n tambi¨¦n habr¨ªa aumentado sin el impacto del petr¨®leo. Concretamente, del 2,06% al 2,3%. Es decir, el Gobierno est¨¢ utilizando la excusa del crudo para encubrir un problema muy serio de inflaci¨®n, cuyas causas no hay que buscar s¨®lo en el encarecimiento de los precios exteriores, sino en la persistencia de mercados r¨ªgidos en los bienes y servicios p¨²blicos que las autoridades econ¨®micas no quieren o no pueden liberalizar de forma efectiva.
Un factor a?adido de inquietud es la aparente frivolidad con que el Ejecutivo encara la cuesti¨®n de los precios. Mientras el IPC mantuvo una tendencia a la baja, los responsables econ¨®micos insistieron en las excelencias de la estabilidad monetaria y la prioridad absoluta de reducir la inflaci¨®n. Cuando la evoluci¨®n de los precios empeor¨®, da la impresion de que las exigencias se han relajado y que el vicepresidente econ¨®mico est¨¢ dispuesto a cambiar m¨¢s crecimiento econ¨®mico por m¨¢s inflaci¨®n. ?Hasta d¨®nde?
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