Espect¨¢culo
Lo malo que tiene el ser pobre es que te pasas toda la vida escuchando. Esta m¨¢xima que el escritor Josep Pla oy¨® de boca de alg¨²n pay¨¦s en cualquier bar del Ampurd¨¢n es en realidad un principio general que ha regido lo mismo en el ¨¢gora griega que en el p¨²lpito de las iglesias o en el casino de los pueblos y que ahora ha terminado por desarrollarse planetariamente con la fusi¨®n de American On Line con Time Warner. En el fondo sigue funcionando el mismo mecanismo de poder: en el ¨¢gora hablaba S¨®crates y los dem¨¢s callaban; en el p¨²lpito el cura predica y los fieles atienden; en el casino de pueblo la ¨²ltima palabra la tiene todav¨ªa el due?o de la f¨¢brica de embutidos y los empleados ponen el o¨ªdo y asienten. A esta vida los pobres s¨®lo han venido a escuchar. Ahora en el mundo la opini¨®n p¨²blica ya es una papilla uniforme suministrada desde la cima de la pir¨¢mide formada por las grandes empresas de comunicaci¨®n y el ciudadano siente que en lo alto del cr¨¢neo le ha nacido un tercer ojo y una tercera oreja formando una parab¨®lica por donde se le inocula la misma informaci¨®n, los mismos espect¨¢culos y mismos deseos de consumir los mismos productos sin fin bajo un mismo impulso electr¨®nico conectado con las terminales nerviosas del cuerpo. Tu eres ya un ser libre autom¨¢tico. ?Te apetece ir todav¨ªa al teatro o a la iglesia? Para llegar a esos locales cerrados, un poco f¨¦tidos, donde s¨®lo te ofrecen una pobre ficci¨®n de esta o de la otra vida tendr¨¢s que atravesar primero el caos vital de la calle y de salida deber¨¢s abrirte paso entre un reba?o real de miles de b¨²falos dorados que beben inventando el Apocalipsis del viernes sobre el asfalto. Previamente en la televisi¨®n habr¨¢s dejado hirviendo en directo la olla podrida de la humanidad: el infarto de un testigo de cargo en pleno juicio,el bombardeo de Chechenia, un ni?o balsero rescatado de los tiburones en aguas de Miami, al genocida Pinochet exonerado de los tribunales por diabetes, todo servido como sopa o espect¨¢culo ¨²nico por un mismo empresario, porque Josep Pla no dijo que los pobres tambi¨¦n hab¨ªan venido a este mundo a mirar. El gran c¨®mico Jos¨¦ Luis Coll en su actual funci¨®n escenifica el caso de un borracho que se va poniendo sereno a medida que bebe. La m¨¢xima informaci¨®n se ha convertido en la m¨¢xima explotaci¨®n hasta la lucidez: s¨®lo ser¨¦ rico cuando no mire ni escuche. He aqu¨ª la revoluci¨®n.
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